El Choque urbano pasó por Bariloche presentando su homenaje a la gran historia argentina: El Martin Fierro, la obra de José Hernández. En un impás de su alocada gira su director Sebastián Ablin se hizo un momento para dialogar con Al Margen.
Sebastián Ablin es una persona de alto perfil lo que le merece una historia llena de historias ligadas al virtuosismo. Entre otras cosas jugó de lateral derecho en la primera de River dónde le disputó el puesto a Leonardo Astrada y pasó varias veces por la tele donde es recordado por competir en el programa Master Chef haciendo música con los instrumentos de cocina. No se podía esperar menos. Hace 18 años fundó, junto a sus hermanos y otros artistas, “EL Choque Urbano”.
– ¿Qué es el Choque Urbano?
-El Choque Urbano empezó siendo un grupo de percusión dentro de otro grupo de percusión, sumándole artes integradas. Siempre buscó sumarle melodías, coreografías y actuación a la percusión para enriquecerla.
Se fueron añadiendo letras, contenido, actuación para que la presentación tenga un principio y un fin y no sea solo un cuadro performático. Es un grupo comprometido con una línea ideológica. Tocamos en la calle en un principio, luego en las marchas. Después nos fuimos profesionalizando trabajando también en el campo privado, en el estatal y en el independiente.
– ¿Que se encuentra el espectador en un show de El Choque Urbano?
-Básicamente se encuentra con un grupo muy bien consolidado a nivel artístico, con una variedad de estilos musicales muy completa, porque va de la cumbia a la electrónica, pasando por la cumbia, por el reggae, el rock o el folclore, el candombe, la chacarera, sambas. Como nos pasa a todos los que vivimos en Buenos Aires que tenemos muchas influencias artísticas de Uruguay, Brasil, de África, de Centro América y eso lo podemos traslucir en la música. Tuvimos una época muy electrónica entonces es la base nuestra. El punto de partida de todo. Pero eso se fue modificando con el tiempo porque dejamos de ir a las fiestas electrónicas a medida que fuimos creciendo y volvimos a los orígenes. A empezar de vuelta a tocar candombe, chacareras, sambas.
En este último show se encuentra con el texto del Martín Fierro, el primero, la ida. El encargado de esto fue mi hermano menor, que es el director de la obra. Hizo una adaptación muy grosa, que cuando la trajo por primera vez fue chocante porque los músicos y los bailarines no decimos textos. Los actores si. Hubo que enfrentarse a un lugar nuevo, de grande y empezar a recitar el Martin Fierro que es un texto que no es fácil. Porque las palabras son en un lunfardo como antiguo. Le pusieron la música, las hicieron canciones y explotó. Y flasheas, porque el Martin Fierro es una crítica actual que se mantiene en la sociedad.
La presentación de Fierro en la Baita fue exquisita. La integralidad entre actores, bailarines y músicos es tal que parece que el Martin Fierro hubiera sido escrito con esos ritmos, para esas coreografías. El público, como correspondía, los aplaudió de pie.
Martin Fierro y Kirchnerismo
– ¿La elección del Martin Fierro como motivo tuvo que ver con la maduración del grupo?
-Tuvo que ver con el momento que estábamos viviendo como grupo. El choque siempre tuvo como característica la transparencia con lo que nos pasa como grupo. Siempre sus obras tuvieron que ver con el momento de grupo que estábamos pasando. Con La Nave nos pasó que en ese momento no sabíamos a dónde ir y nos salió una nave que estaba a la deriva y nadie sabía qué iba a pasar que era exactamente lo que nos estaba pasando. Baila, que fue nuestro anteúltimo espectáculo, es un grupo de gente adulta que se juntaba en una plaza de noche a jugar, tuvo que ver con el nacimiento de los mellizos de mi hermano que es el director. Es un canto a la vida, muy colorido, nada que ver con la nave que era todo gris. Y en el 2015 estábamos pensando en hacer un espectáculo que se llamaba La Fiesta y bueno, cambió el gobierno. (Risas) Y al cambiar el gobierno, la fiesta ya no era más fiesta y se hizo muy difícil salir a hacer algo que uno no sentía.
Nosotros en el gobierno anterior tuvimos mucho trabajo y así uno no tiene la necesidad de crear, como necesidad de crear para sobrevivir. Cuando todo ese trabajo se cortó dijimos “bueno, hagamos algo porque sino sucumbe”. Y bueno, Fierro fue muy sentido y muy identificatorio de lo que nosotros sentimos ahora.
– ¿Sentís que en 2015 tuvieron que suspender la fiesta?
-La fiesta, pero bien entendida. No el Menemato. La fiesta de un Tecnópolis en donde todo era gratuito, donde la gente iba y podía comer rico y barato. Y toda la gente que iba a ahí era humilde y no había policía. Que todo el mundo pueda acceder a cosas que en Europa te salen 50 o 60 euros la entrada.
En 2015 hicimos verano de emociones con el Estado y giramos por el país y las plazas estaban repletas de gente y los hippies estaban felices, y todo el mundo saltaba y ahora no hay ningún tipo de diversión que vaya para la gente.
– ¿Cómo está la situación hoy para un grupo de artistas independientes y autogestivo como el Choque Urbano para encarar una gira como la que están haciendo?
-Está muy difícil. La victoria es un empate. Es que todos puedan trabajar y si la compañía, me refiero a los socios, no se lleva plata no importa. El tema es generar el trabajo y no perder guita. En toda la gira venimos bien, pero por ahí tenés un clavo de 150 tickets y ahí perdiste todo lo que acumulaste y volvés a cero. Si te lo agarra un manager que solo le importa la guita te dice “la gira no es un negocio. No la hagas”. Pero si sos artista la gira la haces igual, porque es lo único que te va a permitir seguir siendo artista, que el grupo exista. Sino te tenés que dedicar a otra cosa. Es decir, “Si, me animo a fracasar. Me va mal, me va mal. Lo voy a hacer y lo voy a hacer en el peor momento”. Es una forma resistir. Si vos te quedás adentro te morís, literal. Fierro entonces es una bocanada de aire fresco. Es como bajarse del avión en Bariloche, respirar y decir “¿Qué hago en Buenos Aires?”
– ¿Como están haciendo la gira?
-22 personas en un motorhome, pero re-cheto. Tiene camas, Play 4. Por ahí te ven de afuera como llega el choque, y piensan que son unos fenómenos. Pero lo que haces es llegar a la mañana arruinado de tocar, porque venís de desarmar de la 2 de la mañana de otro lado, viajar 8 horas en el motor home, que también tiene su stress, te metés en el hotel, dormís 2 horas, comés, prueba de sonido, tocás, todo el mundo te vitorea, sos la estrella, sos un winner, salís y no hay nadie. Estás más solo que los perros. Te vas a dormir al hotel y mirás cable. No encontrás nada, ni siquiera un condicionado, nada. Y al otro día igual. Así 24 días.
Otra cosa es cuando podés quedarte en el lugar, en donde podés construir relaciones, lazos, te relacionas con otros grupos. Como nos pasó acá en Bariloche – Nota: Acá los esperaron los amigos de Opipoka, con un cordero al asador, cerveza y muchas ganas de compartir. – Es mucho más lindo eso que la itinerancia constante. Pero eso tiene que ver con la economía. Los productores no te van a bancar más de un día y la gente tampoco te van dos o tres funciones.
-El choque urbano sigue creciendo ¿Qué pasa con la Escuela Choque?
-Hace poco en Buenos Aires se presentó y ya tiene varias sedes en provincia de Buenos Aires. Ahí el laburo es de mi hermano Santiago. La sede general es en el gimnasio de la ESMA. Mi hermano agarró textos de Galeano y los hizo canción y todo eso en ese lugar, llorás. No solo por el contenido y el lugar, sino por ver un montón de gente que no conozco, de 20 o 25 años pegándole a los tubos, haciendo las paradas gilas que hacemos nosotros, transmitiendo energía Choque. Entonces eso, cuando te vas poniendo viejo, le das otra importancia. Antes ni te lo imaginabas.
Son muchos años. Casi 18, con todo lo que significa trabajar en familia. Somos mis dos hermanos, yo y mi cuñada. Es re difícil, pero es un trabajo. Sin embargo acá estamos, metiéndole, tratándole de hacerle caso al Martin Fierro – cierra Seba remitiendo a la fraternal unión para que no nos devoren los de afuera.
Por Ramiro Sáenz
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen