Hoy estamos de nuevo frente al mismo partido, el mismo desafío que hace cuatro años nos dejó con las ganas. Que nos dejó en la puerta de la gloria, en la puerta de cambiar la historia.
Y otra vez el mismo rival que hace cuatro años. Ese cuco que nos quebró las esperanzas. Yo no te digo que ahí queríamos ser campeones mundiales. Ese sueño ya había quedado atrás, lejos. Ya con ser lo mejorcito del continente y que nuestros vecinos nos miraran como ejemplo a seguir y con admiración, ya era mucho, ya era bastante. Obvio que en el 2015 no era el equipo de años anteriores, con el mismo brillo y lujo, con logros que hacía sonreír a nuestra gente. Pero ese, nuestro equipo, eran los que en ese turno defendían nuestros colores, nuestras esperanzas. Lo peor es que ni siquiera nos ganaron en la cancha. Nos ganaron en los penales, ahí después del empate. Por unos porotitos nomas nos ganaron.
El dolor me acuerdo fue profundo de entrada y muchos logros se esfumaron de la noche a la mañana. Se olvidaron. Muchos no se dieron cuenta que era un cambio de época. Muchos no se dieron cuenta que habíamos perdido una oportunidad histórica. Que tantos logros quedarían opacados, borrados o en el olvido y difíciles de volver a conseguir. Muchos pensaron que era la gran oportunidad del cambio, del recambio, de mejorar lo que faltaba y de mantener lo que estaba bueno. Pero el tiempo fue mostrando que el camino elegido era el de la autodestrucción. De que muchos de los nuestros estaban eligiendo apostar en contra de sus propias alegrías. Así fue que fuimos juntando penas con los años. Y al poco tiempo encima, otro golpe más, otra victoria del mismo cuco. Y los que desde un principio veíamos las cosas oscuras, empezamos a dudar si esa oscuridad era para largo, que ya no habría oportunidades para sonreír. Que la tristeza iba a ser muy larga, pese al esfuerzo, pese a la lucha. Que íbamos a perder mucho, mucho antes de poder levantar cabeza. Otros mientras volvían a mirar a nuestras estrellas, hasta regocijándose de verlas fracasar, de verlas sufrir. Mientras fuimos perdiendo y perdiendo.
Y bueno, acá estamos de nuevo hoy, tratando de reconstruir y construir nuevos sueños. Jugando un partido que parece de menor importancia, al parecer. Hasta tenemos uno al mando que nadie se esperaba, que nadie pedía, que muchos ni conocen. De nuevo, de nuestro lado volvemos a tener a nuestra gran estrella y figura. Pero ya no es la misma, ya no tiene el mismo brillo. No tiene ya la misma fuerza, recibió muchos golpes, pero aprendió mucho de ellos y es distinta. Y está poniendo todo, está de nuevo para tirar para adelante, desde el lugar que le tocó en esta historia, no lo eligió. Quizás no sea el partido de hoy el partido de la gloria. Quizás no volveremos a tener logros que lleguen al cielo, que acaricien el orgullo de nuestro pueblo. Pero puede que si sea el primer paso para construir la esperanza y el futuro…
Por cierto… ¿Alguno todavía piensa que estoy hablando de fútbol?
Por Manu de Paz
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen