Sudestada cumplió 18 años, 158 ediciones de la revista publicadas y casi 100 libros editados. Conversamos sobre la historia y los inicios de este proyecto con uno de sus integrantes, Hugo Montero.
– ¿Con que espíritu nació Sudestada?
-Sudestada nace en agosto de 2001 y se trata de un emprendimiento pequeño de un grupo de estudiantes de periodismo que en ese momento estaban en la carrera en la Universidad de Lomas de Zamora en el conurbano bonaerense. Un poco desengañados con el perfil de la carrera, con cómo se enseñaba periodismo en esa cátedra y otro poco también defraudados por lo que significaba en ese momento la oferta laboral, nos largamos a la aventura de generar nuestro propio medio de comunicación.
Con perspectivas pequeñas y de corto alcance, era una revista a escala regional. Nosotros pensábamos que podíamos cubrir de algún modo la movida cultural, política y de actualidad de la zona sur del conurbano, del lugar donde nos sentíamos parte y reflejaba nuestra identidad. Ese fue el inicio, un pequeño proyecto de un grupo de estudiantes que evidentemente parecía tener el destino de muchos de esos proyectos que empezás a los 20 años… Que duran lo que dura el entusiasmo, que perduran en el tiempo hasta que se agotan las fuerzas y otros proyectos surgen y lo van reemplazando. En nuestro caso se transformó en nuestra forma de comunicarnos.
-18 años después ¿Cómo definirías a Sudestada?
-Creo que hay algunas cosas que cambiaron y otras que perduran desde aquel inicio. De aquel grupo original quedamos dos, me parece que nos unifica todavía el entusiasmo y las ganas de laburar en un proyecto propio, sin patrones, sin editores. Donde nosotros podemos resolver, pensar y discutir temáticas que nos interesan. Creo que ese es el primer elemento que perdura después de 18 años.
Lo nuevo tiene que ver con haber encontrado por el camino un lector. Me parece que esa es una sorpresa, una revelación, algo inesperado. De algún modo nos cruzamos en el camino, en las ferias del libro, en los viajes, en cada oportunidad que ponemos la mesa y ofrecemos nuestro material en la calle. Hay un montón de gente que se siente interpelada por la revista y por las temáticas que abordamos.
Después hay otras diferencias, cuando arrancamos no teníamos mucha idea de los aspectos técnicos del periodismo y de todo lo que significaba mantener viva una publicación en papel. Estoy hablando de la distribución, los vínculos con la imprenta, un montón de tareas laterales que parece que no forman parte del mundo periodístico pero a nosotros nos permitieron sobrevivir a varias crisis nacionales y particulares.
Esto lo configuramos como nuestro espacio de militancia real y nuestro espacio de poder opinar desde algún lugar. Sudestada nunca fue un puente hacia otro lugar, sino que fue nuestro proyecto, nuestra identidad y vínculo con lo político y lo cultural. Eso perdura hasta hoy, 18 años después.
– ¿Cuándo se cruzó la posibilidad de que fuera una fuente de trabajo?
-Al principio, durante los primeros ocho años, la revista no generaba ningún tipo de remanente por fuera de preocuparnos por lo que significaba bancar la impresión de los materiales que iban saliendo. El proyecto no generaba una oportunidad laboral, de hecho cada uno trabajaba en otro lado e intentaba destinar todo el tiempo libre posible a Sudestada.
Los oficios en los que nosotros laburábamos no tenían casi nada que ver con el periodismo porque de alguna manera estábamos desengañados con lo que era el oficio comercial. Había un compañero que vendía piletas de lona, otro que trabajaba en una inmobiliaria, otro que era pintor de brocha de departamentos en Capital. Cada uno tenía un oficio totalmente desvinculado de lo periodístico porque después teníamos nuestro propio espacio donde generar discusiones.
Con los años y el crecimiento que tuvo el proyecto a nivel editorial, pudimos generar un sello que hoy ya tiene casi 100 libros comercializados, infantiles, periodísticos y otros tantos. También tuvimos la oportunidad de tener una librería en el centro de Buenos Aires.
Este proceso tuvo una marca concreta que es la del acompañamiento de un montón de gente. A través de la venta artesanal, de la distribución con mochila por las calles principales o en las actividades político culturales donde siempre estuvimos, la confianza y el interés de los lectores y las lectoras fue lo que nos generó una posibilidad de vivir de esto. Al principio era algo totalmente impensado, pero también tiene que ver con la necesidad de profesionalizar y perfeccionar algunos tipos de elementos del laburo cotidiano.
Es necesario dedicarle tiempo y cabeza las 24 horas del día. La idea de profesionalizar, de llegar cada vez más lejos, tenia necesariamente que representar para algunos compañeros y compañeras la oportunidad de ir dejando lentamente otros laburos para concentrar su fuerza y su cabeza en este proyecto.
– ¿Cómo han logrado financiarse en estos años?
-Agudizando el ingenio en primer lugar. Siendo inteligentes a la hora de utilizar nuestra fuerza puesta en discusión para generar oportunidades de acercarnos a nuevos lectores. Todo eso tiene que ver con esfuerzo y con mucho aprendizaje, de equivocarnos un montón de veces.
La vida de Sudestada está marcada por no saber que pasa mañana. De algún modo durante muchos años nuestras discusiones eran el presente, llegar a la próxima edición, juntar determinada cantidad de guita para pagar los gastos. De alguna manera esa preocupación era cotidiana, más allá de lo político y coyuntural. Después el proyecto se fue amplificando, hay un montón de compañeros en las provincias que se ocupan de distribuir Sudestada.
Nos mantenemos en esa idea de cuidar las raíces, no perder de vista que fue lo que nos permitió tener cierta autoridad para opinar y para contar historias apoyadas en el pasado y también en la actualidad. Creo que mucha de esa autoridad tiene que ver con no haber transado, no habernos acercado a fuentes de financiamiento tradicionales. No hay una idea de ambición o generar lucro con lo que hacemos, hay una idea de perdurar con una forma de comunicarse que tiene que ver con lo que nosotros entendemos como nuestro estilo de periodismo.
Por Mariela Martínez y Julia Biagioli
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen