La emergencia alimentaria y la reforma agraria ocuparon durante esta semana el centro de la agenda de los medios comerciales. El dirigente rural del MTE Santiago Arizio de Chosmalal explica la realidad del campo en la Patagonia norte y por qué una propuesta va de la mano de la otra.
Cuando horas atrás Juan Grabois planteó la necesidad de una reforma agraria, el ministro de Agroindustria y ex presidente de la Sociedad Rural, Miguel Etchevehere, lo cruzó en seco por Twitter y caracterizó la idea de comunista. Hasta algunos amigos del campo popular abrieron fuego tildando al dirigente social de electoralmente inoportuno.
Fue el referente del movimiento Evita, Emilio Pérsico, quien salió a bancarlo: “Lo ha hecho Estados Unidos, que tuvo cinco reformas agrarias. Brasil también tiene una ley de reforma agraria que se hizo en tres etapas. Cuando se expropian tierras para hacer Puerto Madero es una gran herramienta, ¿no?”, ironizó en El Destape.
Ambos dirigentes líderes de la CTEP reiteraron, en definitiva, uno de los cinco proyectos de ley propuesto por los movimientos sociales. Lo llaman Programa de la Agricultura Familiar, pero también puede denominárselo Reforma Agraria. Hay palabras que parecen malas palabras, pero en el fondo no lo son. Eso es resultado de una derrota en el campo simbólico –en este caso semántico- que describiera el sociólogo Pierre Bourdieu, aprovechada ahora por la derecha para hacer proselitismo.
“El nombre es lo de menos. Nosotros lo que queremos decir es que la tierra debe ser de quien la trabaja”, dice a Al Margen Santiago Arizio, dirigente de la rama rural del MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos), organización que nuclea en Chos Malal a 250 criadores de chivas (crianceros) de la zona.
A diferencia del resto de la provincia de Neuquén, el norte donde produce nuestro entrevistado tiene gran cantidad de tierra fiscal disponible para productores. Eso es gracias a la Constitución, que plantea en su artículo 82 que “la tierra es un bien de trabajo y la ley promoverá una reforma agraria integral”.
La carta magna neuquina prevé también la expropiación, tan temida por Etchevehere, que garantiza la quita legal de una propiedad a una persona por motivos de interés público, otorgándole a cambio una indemnización.
“El del norte neuquino es un caso modelo: se entrega tierra a crianceros para invernada y veranada, aunque no se termina de regularizar la propiedad. En el resto de la provincia, en cambio, no se logró implementar esa distribución porque la tierra está muy concentrada y el Estado mira para otro lado”, dice Santiago.
Según datos del MTE, alrededor del 60% de los productores rurales de Neuquén deben alquilar, algo que en el espíritu de la Constitución. Lo hacen a alto precio, sobre todo cerca del valle, la ciudad capital y Confluencia.
Una reforma para la emergencia
Otro hecho que llamó la atención mediática en estos días fue la audiencia en Diputados en la que los dirigentes de la CTEP, Somos Barrios de Pie, CCC y el Frente Popular Darío Santillán pidieron la emergencia alimentaria. La situación en los cordones urbanos es desesperante, advirtieron. La Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Iglesia Católica, las Iglesias Evangélicas, las tres centrales sindicales, la Unión Industrial Argentina, corrientes gremiales, organizaciones sociales y rurales, entre otras, apoyaron el reclamo.
Legisladores opositores pusieron sobre las cuerdas al jefe de Gabinete, Marcos Peña, que tiene la potestad de reasignar recursos de la partida presupuestaria. Si no lo hace en las próximas horas por decreto, los diputados convocarán a una sesión extraordinaria la semana próxima para duplicar la asistencia social por ley.
“La distribución de la tierra posibilita la distribución de alimento, el empleo de mano de obra y la reducción del desempleo. Además aumenta la capacidad de alimentos en productores y consumidores”, relaciona Santiago.
Los agricultores familiares y pequeños ganaderos son quienes producen la mayor cantidad de alimentos en el mundo. Los terratenientes, en cambio, orientan la cosecha a la innovación biotecnológica, como los biocombustibles.
“Hay un cambio en la matriz productiva, en que la concentración de la tierra despoja a los campesinos, llevándolos a las ciudades, incorporándolos a las sociedades de consumo. La recuperación al campo que plantea la CTEP tiene que ver con un desarrollo a escala humana, en armonía con la naturaleza, sin concentración de riqueza, como plantea la Sociedad Rural”, agrega.
Algo de eso quedó plasmado en el primer Foro Agrario, realizado en mayo pasado en Ferrocarril Oeste. Cómo sustituir la matriz productiva por una agroecológica, sin químicos, rescatando la identidad cultural, las semillas históricas de pueblo, sin feedlots. Épica, para los tiempos que corren.
Por Pablo Bassi
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen