Un grupo de mujeres de la cooperativa textil Tamo Activa comenzó a realizar barbijos para donar a quienes más lo necesitan.
“Nunca habíamos hecho barbijos, pero buscamos un modelo simple para hacer y arrancamos”, así de sencillo lo cuenta Niria Rolando. Sin mucha vuelta, sin pensar en costos ni en beneficios. Simplemente en la necesidad concreta: primero de la familia, después de los vecinos de la cuadra, y el anillo de solidaridad que se extiende. Pertenece a la cooperativa textil Tamos Activa, que integra junto a otras doce trabajadoras en el barrio Vivero de la ciudad de Bariloche, espacio que arrancó con mucha fuerza, pero que por estos días debió replegarse a lo que se pueda hacer desde cada casa.
“Tenía pedazos de tela de trabajos que hacía cuando se podía y así empecé a armar los barbijos”, cuenta Niria, quien tiene mayor conocimiento de costura y alienta a sus compañeras con videos o nuevas técnicas para el armado que va descubriendo en el camino. “Conseguimos una máquina más y yo traje dos que teníamos en el taller y se las dejé a mis compañeras. Así que ahí empezamos, porque eran muchas las personas que necesitan este elemento de protección”.
Así, si bien les falta elástico, se les está terminando el hilo, y hacen malabares para conseguir los materiales, siguen adelante. Siempre alguien les acerca tela y como están cerca en el barrio pueden ir redistribuyendo con todos los recaudos. “Andamos todas con guantes, barbijos, hacemos todas lo mismo para el bien común y nos manejamos por WhatsApp. Anoche agarré otra forma de barbijo y enseguida lo mostré en el grupo: lo hice desde la forma de un plato –se ríe-, así que ahí vamos creando los propios modelos, y ahí mandé un video y los pasos a seguir”, continúa Niria.
Así, van por etapas. Ahora la idea es completar los primeros 100 y hacerlo entre todas, dependiendo mucho también del material que puedan ir consiguiendo. “De apoco también vamos entregando. Uno o dos barbijos por casa, hay muchos vecinos que la están pasando mal, y necesitan para cuando tienen que salir. También leímos el otro día que una enfermera contaba que no tenían los elementos de protección que se necesita para trabajar, y pedía a las autoridades del gobierno provincial asistencia, por el bien de su familia y de todos los que trabajan en salud. Entonces, vemos que son muchos los sectores que necesitan, también en el hospital, y bueno, nuestra idea es hacer donaciones para quienes más lo necesiten y en todo caso, si llegamos a hacer venta, será para recaudar para poder comprar tela y otros elementos que necesitamos”, señala y reconoce que, entre una cosa y la otra, se acostó a las seis de la mañana: “Tengo el sueño cambiado”.
– ¿Cómo estás viviendo estos días?
-Estamos preocupados, pero tratamos de no mirar tantas cosas porque sino la cabeza te funciona a mil. Hoy estábamos viendo la noticia del Chango, donde una trabajadora tuvo que ir igual a pesar de que tenía que estar aislada por posible contagio. Imagináte: el Chango es el lugar para la gente del barrio, el más concurrido. Por otro lado, salís y estas a la defensiva. También se frenó el taller donde se estaba armando un grupo re lindo. Pero acá seguimos. A veces la gente que está en la casa no sabe qué hacer. Para nosotras, estos barbijos para donar es una de las cosas que se pueden realizar.
Por Violeta Moraga
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen