El lunes se da inicio a una nueva edición del certamen al que ya se inscribieron miles de participantes en al menos 600 equipos de todo el mundo. Hasta el final del día hay oportunidad de anotarse y emprender la aventura.
Quizás el comienzo sea tan simple – ¿tan simple? – como este: “Me levanté, fui al baño y le puse pasta de dientes verde al cepillo rosa”. Es una opción. El mundial de Escritura, que hoy cierra su inscripción, se propone, en su objetivo más primitivo, incentivar el hábito de la escritura, que puede empezar por describir algo tan minúsculo –y descubrir que no es tan minúsculo- como observar una pequeña rutina o bucear en otras aguas, algo que quizás, también sea, ese rayo de sol que entra por la ventana. Quién sabe. Cada uno elige su propia aventura.
Lo cierto es que esto que arrancó en el 2013 como una competencia entre los talleres que realiza el escritor y organizador del mundial Santiago Llach, y antes como una manera de destrabar ese engranaje que se detiene frente a la página en blanco, se ha convertido de alguna forma en un fenómeno que se trasciende a sí mismo: a partir del certamen se han creado grupos de escritura donde nunca los hubo, se han editado libros, se han publicado primeros textos, familias desperdigadas por el mundo se han encontrado trazando líneas en una misma plataforma.
Al cierre de esta nota y horas de culminar con la inscripción que se hace de manera libre y gratuita -aunque existe la posibilidad de hacer una donación para sostener todo el andamiaje- ya había más de 600 equipos armados y 5500 personas inscriptas desde países como Uruguay, Cuba, Nicaragua, Croacia, India, Italia, Perú, Costa Rica y Australia, entre otros. ¿De qué va?
En líneas generales -se puede acceder a la información precisa en www.mundialdeescritura.com- cada participante escribe en un documento compartido sólo con su equipo 3000 caracteres todos los días a lo largo de dos semanas, siguiendo cada día un ejercicio propuesto por un escritor, no de manera obligatoria aunque suma puntos. En la edición anterior hubo propuestas que fueron desde una conversación en un baño a los últimos pensamientos frente al fin del mundo.
Terminada la instancia de escritura, cada equipo selecciona un texto de hasta 4500 caracteres de uno solo de sus miembros. Esos textos son leídos por varias instancias de jurados de preselección hasta que quedan diez textos finalistas que son clasificados por un jurado final. Hay premios tanto para el equipo como para los autores de los textos ganadores y premios especiales para el mejor texto y el mejor equipo de participantes de hasta 18 años.
Para esta edición las novedades son una categoría para menores de 12 años y la incorporación de una tercera semana opcional dedicada a la poesía.
El jurado que evaluará los textos finalistas estará integrado por Beatriz Sarlo, el escocés Irvine Welsh y la española Milena Busquets. En tanto para los menores de 12 años, al jurado lo integran Antonio Santa Ana, Isol y Laura Wittner. El Mundial de Poesía, tendrá por su parte a Fabián Casas, la chilena Elvira Hernández, la española Elena Medel y el brasileño Joca Reiners Terron.
Efecto dominó
“Me anote en el mundial porque me lo recomendó una amiga que ya había hecho. Desde chica me encanta escribir. Si bien no me dediqué a la escritura de ficción, soy periodista gráfica y me encantan las palabras, me gusta contar historias y leerlas, disfruto de encontrar la palabra justa para cada párrafo y me entusiasma el desafío de tener que escribir todos los días, bajo una consigna y en equipo”, cuenta Inés, una de las participantes. Pamela dirá: “Me pareció un desafío teniendo en cuenta que me gusta mucho escribir y que hace mucho que no escribo”.
Y un poco, finalmente, quizás también se trate de eso. De descubrir el tiempo en el no tiempo, de entrenar la creatividad. “La escritura fue quedando relegada, siento que no encuentro el espacio, que no tengo el tiempo que quizás sí está y eso voy a averiguar ahora con este desafío de escribir todos los días. Escudriñar y ver si queda algo de esa visión literaria del mundo o eso de pensar que la vida es pura literatura”.
La experiencia que se replica y crece parece superar ampliamente el punto de partida, que puede ser la excusa de la competencia, del participar de un certamen, de armar grupos y no perder la efectividad escribiendo todos los días, de ponerse a prueba a uno mismo. Hay lugares donde incluso se han editado libros con recopilación de algunos de los textos del mundial, como es el caso de Caleta Olivia, donde un grupo que participó del certamen publicó luego el libro “Caleta en el mundial”, con 40 cuentos escritos durante la experiencia.
“Veníamos trabajando en un taller literario y surgió la idea de armar una editorial y a partir de ahí otras actividades”, cuenta Sandra Araujo, una de las autoras del libro junto a Nora Soto, Carmen Guanuco, Naomi Troncozo, Cintia Pepo, Ester Reynoso, Perla Sesto, Susana Martín, Teresa Méndez Vidal y Guillermo Ritondale. “Veníamos trabajando en grupo y nos anotamos en lo que fue el segundo mundial de escritura. Fue una actividad hermosa que nos unió mas como equipo y después decidimos publicar algunos de los trabajos y armamos este libro en el cual también quisimos mostrar un poco la ciudad y agregamos fotos. La idea era que en el libro se reflejara esa situación del movimiento literario que hay en Caleta, mucha gente tiene ganas de escribir y tiene cosas para decir”, señala.
Sandra, como muchos otros, no había publicado nunca y menciona la alegría de haber podido concretar algo como un libro y dar a conocer lo que hacen. “La propuesta del mundial es muy enriquecedora, porque hay un montón de actividades alrededor: encuentros, lecturas. Y a través de participar pudimos conocer los trabajos de toda Latinoamérica, de Europa. Fue una puerta abierta al aprender y conocer gente de otras latitudes, cómo escriben, de qué cosas escriben”.
Hay además un interesante cruce generacional que Sandra también menciona: jubilados, estudiantes, gente en actividad. “Eso es lo más lindo. Hay temas y miradas variadas, nos leemos, compartimos textos. Y a pesar del momento que estamos viviendo nos metimos para adentro y fuimos armando cosas lindas, nos hizo bien a todos. Hay gente que no se animaba a escribir y se animó, otros que tuvieron que superar la parte técnica de subir los textos, muchas cosas que fueron apareciendo y fuimos superando como equipo de trabajo. Fue una experiencia maravillosa y ahora también armamos un grupo”.
La experiencia hace de espejo de muchas otras que se narran por estos días convirtiendo una actividad solitaria, como es la de escribir, en un momento colectivo.
Por Violeta Moraga
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen