Dos de los tres magistrados declararon al gendarme del Escuadrón 35 del Bolsón culpable de abuso infantil. Conversamos con Fabia, la madre del niño que nos contó cómo fue estar tres días sentada frente al abusador de su hijo.
El dolor suele encerrarnos dentro de nosotrxs mismxs. A Fabia, esta herida la conectó con otrxs, con el presente, con la verdad. Cuando la entrevistamos, estaba en la puerta de la Fiscalía de El Bolsón acompañando otro caso de violencia. Fabia es parte del grupo Justicia Comarca conformado por familiares de víctimas de hechos violentos.
La madrugada del 2 de diciembre Fabia ya tenía los ojos abiertos. Salió a las cinco de la mañana. Llevaba una semana sin dormir y dos años esperando el juicio. Intentó comer algo pero no pudo. A las 7, Fabia y el padre del niño, se dirigieron al mural de Otoño -punto de partida de los reclamos sociales que recuerda a jóvenes asesinadxs de El Bolsón-. Allí se encontraron con sus familiares y lxs compañerxs de Justicia Comarca. Viajaron juntxs hacia los tribunales de Bariloche.
Ese mismo miércoles Fabia atestiguó que su hijo solía ir a jugar con la hija del gendarme, su vecina de enfrente y compañera de jardín de infantes. El gendarme luego de prometer decir toda la verdad, afirmó que no conocía al niño y que el día de los hechos no estaba en la casa.
El jueves dio su testimonio la maestra del niño-quien había alertado a Fabia de que algo estaba pasando con su hijo-. Luego declararon: el médico, la psicóloga y el niño a través de la cámara Gesell. “Cuando habló la pediatra -nos comentó Fabia-, no soporté más. La pediatra habló de las lesiones que había sufrido mi hijo. Eso fue lo más terrible.”
El viernes 11 la justicia declaró al gendarme culpable de abuso sexual agravado. Pero él, durante los tres días del juicio, no pareció cargar con el peso de la culpa. Observó a todxs los testigos con mirada intimidatoria. Solo bajó los ojos cuando la maestra del niño, que era también la de su hija, dio su testimonio.
Tres días sentada frente al abusador de su hijo. Cuando terminó el juicio, el gendarme salió por la misma puerta que la familia. Se cruzaron en el pasillo del juzgado. El gendarme les echó una mirada altanera y el padre del niñx descargó toda su furia contra él.
Los tres magistrados consignaron que el niño fue víctima de abuso, pero el juez Leguizamón Pondal consideró que cierta divergencia temporal de las lesiones y la falta del hisopado para recolectar material genético motivaron su voto disidente.
El ámbito legal transforma el dolor en una condición que se puede cuantificar. El fiscal Arrien pidió de 12 a 14 años de prisión. En los próximos días se leerá la sentencia y se establecerá la condena.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen