Luego de doce horas de debate en la Cámara de Senadores, Argentina le dijo sí al aborto legal, seguro y gratuito. Hubo mucha sorpresa ya que en los días previos había mucha incertidumbre, luego de la votación tan reñida en Diputados, semanas atrás. Finalmente fueron 38 votos a favor y 29 en contra, una abstención, con cuatro senadores ausentes. De esos 38, 26 fueron aportados por el Frente de Todos y 12 llegaron desde la oposición. Los discursos más esperados: Olalla, Crexell, Weretilneck y Larraburu.
Desde hace unas horas, Argentina vuelve a estar en el centro de las miradas del mundo. Y no por causa de la pandemia o alguna tragedia climática, económica o social. Todo lo contrario. Hoy Argentina amanece con más justicia social. Hoy nuestro país ha hecho historia nuevamente con una ley que viene a saldar una deuda histórica para las mujeres y cuerpos gestantes que amplía derechos. Hoy ganó el deseo y la posibilidad de elegir nuestras decisiones sobre nuestros cuerpos por sobre religiones, falsas morales y dedos acusatorios. Hoy sentimos que la lucha incansable de la Marea Verde tiene resultados concretos porque ya no habrá ni una muerta más en abortos clandestinos. Ya no habrá más perchas ni perejiles ni curanderas ni negocios nefastos en torno a una práctica ilegal. Ya no más.
El aborto es legal, seguro y gratuito para todas por igual. Sin importar cuál fue el motivo que llevó a tomar esa decisión ni el origen ni si se cuenta con el dinero para llevarlo adelante. Y es para celebrar que muchos y muchas de nuestras legisladoras y legisladores entendieran lo que gran parte de la sociedad reclamaba: no es que una vez aprobada la ley toda embarazada correrá a practicarse un aborto o lo usará como método anticonceptivo. La cosa ni funciona así, ni tampoco es una decisión fácil de tomar. Basta con tomarse algunos minutos para escuchar los crudos testimonios e historias de aquellas que tuvieron que someterse a un aborto ilegal. Y ni hablar de las mujeres que perdieron su vida en el intento.
Sobre todo en aquellas provincias como Corrientes que “se declaró provincia pro vida en 2011, por un decreto del Ejecutivo provincial, sin consultar a nadie”, en donde “una niña fue madre en la ciudad de Mercedes a los 11 años. Fue violada y hasta le hicieron un baby shower. Un 18 por ciento de los nacidos son de niñas menores de 16 años. Cursar un embarazo no deseado es una tortura”, tal como lo explicó en su exposición la senadora Ana Almirón quien además agregó que “no se cumple la ley de cupo femenino para ocupar cargos políticos en mi provincia. No tiene protocolo de ILE propio, ni adhiere al nacional. No tenemos ley de voto joven, desde los 16 años. Es indudable que gran parte de la sociedad está inundada de felicidad”.
Vale destacar las palabras de Nancy González, senadora por la provincia de Chubut, que se preguntó “¿Quién carga sobre sus hombros la muerte de esas mujeres después de haber tenido la oportunidad de haberles dados un aborto legal, seguro y gratuito?”. Además dijo que “en 2018 era tarde, hoy es más tarde porque la vida de esas mujeres no las recuperamos más. A los diez días de que rechazamos el proyecto, murieron dos mujeres y quedaron huérfanos seis niños por dos abortos clandestinos”. Luego agregó: “Señores senadores, ¿con qué cara pueden obligar a parir a una mujer cuando esa mujer no lo desea?”
El discurso de Gladys González, senadora nacional por la provincia de Buenos Aires, trajo a colación la religión. A través de su relato personal, dejó en claro que no tiene nada que ver una cosa con la otra. “En el debate 2018 estaba embarazada de cuatro semanas de mi cuarto hijo. Antes, durante y después del debate, no solo yo, sino todos los legisladores recibimos insultos y amenazas. El 10 de agosto de 2018, dos días después de aquella votación, perdí mi embarazo. Y por un instante creí que Dios me había castigado por haber votado a favor del aborto legal”, sostuvo quien confesó haberse formado bajo la educación religiosa católica. Luego explicó que esa creencia le duró “solo un segundo”, al comprender que la pérdida respondió a una cuestión médica y no a una “cuestión divina”. González finalizó su intervención pidiendo cuestionar “el sentimiento de culpa” que se imparte desde la Iglesia Católica: “¿No será hora que nos preguntemos en la Iglesia por qué tardamos tanto en entender la importancia de la educación sexual?”, añadió.
El aporte patagónico a la Ley
Sin dudas fueron varias las intervenciones esperadas, como la de Guadalupe Tagliaferri, senadora por la Ciudad de Buenos Aires y vicepresidenta de la Comisión Banca de la Mujer, quien fundamentó su voto a favor diciendo que “no podemos obligar a nadie que transita su vida como nosotros creamos que debe transitarla”. “El proyecto de la maternidad no puede ser impuesto, debe ser elegido. Fortaleciendo la autonomía la Argentina podrá crecer en plenitud. Las mujeres afuera piden que dejemos de imponer”, acotó para así dar pie al lema bandera del movimiento feminista: “la maternidad será deseada o no será”.
Otra de las exposiciones que mantuvo en vilo a la marea verde durante las semanas previas al debate en el Senado fue la de la senadora Silvina García Larraburu, que representa a Rio Negro. Había mucha expectativa en torno a lo que pudiera decidir, teniendo en cuenta que en 2018 había votado en contra. Se rumoreaba que estaba revisando su voto pero lo cierto es que recién todo estaría dicho cuando le tocara su turno en la Cámara Alta. Finalmente y muy emocionada, cambió de parecer para votar a favor de esta ampliación de derechos. Ella también decidió dejar de lado la religión y habló de deconstrucción. “No es fácil deconstruirse, tambalean las estructuras”, señaló y explicó que su voto fue “por una mujer libre”.
La postura de la senadora de Entre Ríos, Stella Maris Olalla, también causó incertidumbre. Pero finalmente expuso en la sesión y sostuvo que “se trata de un tema de salud, de derechos humanos”. “Si nosotros analizamos los datos del estado de salud de la población más vulnerable respecto de la interrupción del embarazo, son estadísticas complejas, preocupantes“, expresó y dijo que “sobre todo el embarazo juvenil, que se da fuertemente en provincias argentinas“.
Olalla sostuvo que “sabemos que el Estado tampoco ha contribuido con la educación sexual integral, que es ley, pero no satisface las necesidades fundamentales“. “Sin embargo, ese mismo Estado, que debió desarrollar mayor fortaleza, penaliza a las mujeres en este tipo de situaciones“, advirtió. La senadora afirmó que a su “manera de ver, el Estado argentino es un Estado laico, como dice la Constitución, independientemente de las cuestiones de conciencia, que prescinde de cuestiones religiosas“. “La cuestión para resolver este tema no es de vida o muerte, estamos frente a hechos que pueden tener causas o que pueden estar producidos sin causa“, destacó.
Con dicha exposición más la del senador salteño Sergio Leavy, quien hace dos años había votado en contra y ahora dijo estar a favor, más la de la neuquina Lucila Crexell, que en aquel momento se había abstenido y ayer cambió su postura a positivo, y la del senador por Rio Negro, Alberto Weretilneck, cuya posición estaba indefinida pero al momento de hablar se manifestó a favor; el panorama empezó a teñirse de verde y las esperanzas fueron creciendo cada vez más. Ya hacia la media noche las razones de entender que se trata de una cuestión de salud pública, de dar un marco legal y seguro, de aceptar que la práctica se realiza más allá de nuestras creencias, primaban por sobre aquellas que defienden la ilegalidad.
La felicidad desbordada en los pechos se vibraba, se respiraba, se sentía. Con el correr de las horas, cada vez más. Así sucedió en cada plaza del país en las que se realizaron acciones verdes y vigilia. Nuevamente en las calles la algarabía, los cantos, los bailes, los pañuelos, el glitter, los carteles y todo lo que caracteriza a este movimiento que una vez más viene a enseñar que con perseverancia, organización, convicción y lucha se puede. Lo importante es el estar, bancando, acompañando, sosteniendo esas redes que alzan banderas.
Bariloche presente
Aquí en Bariloche fueron muchísimas las personas que desde la tarde, se acercaron al Centro Cívico, para esperar la votación que finalmente ocurrió pasadas las 4 de la madrugada. Mucho frío, mucha lluvia. Mucha Patagonia. Pero ni eso detuvo las reposeras que ansiosas esperaban la votación. Cuando finalmente ocurrió, cuando el aborto pasó a ser legal, seguro y gratuito, miles de mujeres del país gritaron y se unieron en un llanto de emoción que trascendió fronteras provinciales.
Las redes se inundaron y desbordaron de verde. “El aborto seguro, legal y gratuito es ley. A ello me comprometí que fuera en los días de campaña electoral. Hoy somos una sociedad mejor que amplía derechos a las mujeres y garantiza la salud pública. Recuperar el valor de la palabra empeñada. Compromiso de la política“, twitteó el presidente Alberto Fernández.
Este 2020 está a punto de irse y sin dudas será un año que quedará en la memoria de cada uno de nosotrxs. Un año de muchas complejidades, de pérdidas, de aprendizaje, de vivencias que quedarán para el recuerdo. Pero sin dudas, será recordado como el año en que la historia cambió para nosotras y para la sociedad entera. Hoy le ganamos una batalla al patriarcado, le ganamos a la clandestinidad.
Por las que están, las que ponen el cuerpo día a día y por las que no pudieron. Por las históricas y por aquellas que se sumaron al feminismo por sentirse interpeladas por esta causa. Por la memoria de una gran compañera, Susana Yappert, que orgullosa nos mira y celebra desde donde esté. ¡Es ley! Ahora a exigir que se cumpla porque educación sexual integral para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.
Por Luciana Avilés
Fotos: Euge Neme
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen