Gustavo Roumec seleccionó poemas de 23 jóvenes autores de la provincia, en un libro publicado por el Fondo Editorial Rionegrino. En esta nota, cuenta de qué se nutre la literatura patagónica nueva: sensaciones, experiencias, encantos.
Publicada recientemente, “Por senderos no pisados” constituye una flamante antología de poesía joven rionegrina que editó el Fondo Editorial Rionegrino (FER) y que fue seleccionada y compilada por Gustavo Roumec. Con la participación de 23 poetas, el libro da cuenta de las distintas voces que habitan la región, trazando nuevas narraciones que nutren la identidad de esta vasta tierra.
En diálogo con Al Margen, Roumec reflexiona sobre la tarea a la que se avocó en este trabajo que hoy toma forma, pero también sobre una disciplina que todavía constituye un terreno por explorar para las mayorías.
-Hay cierta distancia, quizás algo reverencial hacia el género, ¿puede ser?
-Creo que en la escuela se enseña muy poca poesía, por ese prejuicio de que es difícil, que a los chicos no les va a gustar o que no la van a entender. Al propio docente a veces se le hace difícil, generalmente los profesores de lengua y literatura no enseñan poesía, así como se enseña novela, cuentos, ensayo, otros géneros que igual son complejos. Hay un resquemor. Sin embargo es una experiencia muy interesante, yo me he animado y enseño poesía patagónica, escritores de Bariloche, Viedma, Roca, y la verdad es que es muy lindo, hay que animarse.
Roumec dice que antes que escritor, corrector o compilador, se siente docente. Que el resto es una consecuencia o una desviación de eso. Habla de partir del no entender y enfocarse en el sentir. “Si no sienten la poesía ahora quizás la sientan en otro momento de su vida, o nunca, no se puede obligar a otro que sienta lo mismo, pero tenés que brindar las herramientas, quizás no sea su texto o su momento. No se puede esperar que a todos les conmueva lo mismo”, agrega.
-Hay en el proyecto del FER una idea de acercar los libros a las escuelas, parece una pata importante a la hora de que los libros tengan circulación.
-Creo que es una necesidad que la poesía y la literatura patagónica en general ingresen en las escuelas. Hace varios años que trabajo literatura patagónica, me parece que debería estar en la currícula, mínimo la literatura de Río Negro, porque a los chicos y las chicas les llega mucho un escritor cercano, en el tiempo y en la vida. Trabajé con una novela de Sergio Petriw y quedaron fascinados, también con un libro de Silvia Castro y de Fabiola Soria. Este año lo que hicimos fue entrevistar a estos autores y los chicos armaron las entrevistas, se conectaron con ellos, y estuvo muy bueno. Es otra manera de trabajar la literatura patagónica en el aula. Por ahí es más fácil quedarse con lo curricular, el Martin Fierro, Echeverría, Borges, y no me muevo de ahí. Pero se pueden hacer las dos cosas.
-Hablabas de una poesía patagónica, a partir del recorrido que venís haciendo, ¿cómo ves lo que está pasando en la región?
-Pienso que la poesía patagónica va mutando, en la fundación de la poesía patagónica la mayoría se venían forjando de otra manera, venían de afuera, entonces el encuentro con la Patagonia para ellos se dio de una manera, y las cosas que conmovían a esos primeros poetas quizás eran otras. Venían de vivir en grandes ciudades, de escapar de la dictadura, entonces esa es nuestra primera tradición patagónica, que son los escritores, los poetas que hoy consideramos consagrados, nuestros referentes fundacionales. Pero en los últimos años ya no es tan sencillo reconocer a esos poetas patagónicos. Creo que sí tienen una identidad fuerte, marcada por el paisaje, por la cotidianidad de la ciudad marginal -siempre que hablamos de ciudades en Rio Negro no podemos compararlas con las grandes urbes de nuestro país, es otra la mirada, el hombre o la mujer de ciudad grande no es el mismo que el de la ciudad patagónica- las distancias, hay un montón de cosas que le dan otra identidad a la literatura patagónica. Pero creo que en los últimos tiempos eso se ha desdibujado un poco. Hay muchas voces emergentes, jóvenes, ha aparecido mucho el feminismo, dando un fuerte empuje, una impronta muy interesante a la poesía que antes no se veía, mas hacia lo colectivo.
–Algo de eso hay en esta antología
-En “Senderos no pisados” hay mucho de esa mirada colectiva, la mujer ya no como “yo poético”, sino casi como un “nosotras poético”, eso me resultó interesante. De alguna manera, en la selección también iba mirando eso, notaba que todas las poetas que participaron de la antología tenían ese rasgo de una la salida desde lo colectivo, me encantó y quise rescatarlo: el poder de lo colectivo dentro de la mirada de la poesía.
-¿Qué otros rasgos observaste?
-Después está esto de la urbanidad: es una conducta común en la Patagonia esto de irte a estudiar afuera, hacer una carrera en otro lugar, de emigrar. Hay muchos chicos y chicas que pasaron por ese proceso o que lo están pasando, que se encuentran con la gran ciudad. Y creo que ahí se produce el cambio. Antes era al revés, eran estos escritores que venían de otras grandes ciudades a encontrarse con la Patagonia y quedaban fascinados por el paisaje, la forma de vida, la gente. Ahora vemos al revés: en este libro encontramos a chicas y chicos que están solos en la gran ciudad después de haber vivido toda su vida en ciudades como Viedma, Bariloche, Cipolletti, Dina Huapi, y se encuentran de golpe en esa vorágine.
-Hay una identidad también en eso
-Muchos lo vivimos, porque nos pasó o porque tuvimos a alguien pasando por eso, es como un ritual casi social para los patagónicos. Y acá tenemos el residual de eso volcado a la poesía. Esa experiencia vista desde la poesía. El que se va a estudiar afuera y la pasa mal el primer año, alguien que va un recital por primera vez o se enamora de alguien que ve en un café y sabe que no va a ver más. O de golpe estar solo en un departamento leyendo un diccionario: hay un poema de un chico que estudia en La Plata y agarró el diccionario y se puso a hojearlo porque estaba aburrido en su departamento. Y eso lo hace poesía. No es el que está al lado del rio describiendo el paisaje, la lancha. Aunque a mí me gustan las dos cosas, me parece que la poesía tiene muchas formas y son válidas todas. Es tan válido el pibe de Viedma que vive solo en La Plata, es tan patagónico, como el poema de “Nito Fritz” que es tan maravilloso y describe algo tan de acá como es la espera de la lancha que va y viene de Viedma a Patagones (Roumec se refriere a “Cruce de aguas”). Me encantan también los poetas barilochenses y la experiencia con la nieve, el frio, el viento, la escarcha, la estepa. La fascinación por los árboles que está siempre presente en la poesía en toda su forma.
-¿Cómo fue el recorrido para formar esta antología?
-Fue un trabajo de muchos años. Empecé con esto en el 2017, la idea desde el FER era compilar una antología de poesía joven, de menores de 40 años de toda la provincia. Ese fue el primer puntapié. Al principio hubo muy poca respuesta y entonces empecé a comunicarme con otros escritores de la provincia, gestores culturales, ahí me fueron acercando nombres, contactos, fue un trabajo largo hasta que empezó a tomar forma y empecé a encontrar los senderos, los hilos para conectar uno con otro.
Así, finalmente se dio nacimiento a esta antología que ya se encuentra en la etapa de distribución y que posiblemente sea presentada de manera formal en marzo.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de comunicación Al Margen