Luego del paro, chicos y chicas retornan hoy a clases. La pandemia transforma nuestra forma de ser y hacer escuela. Ante el comienzo presencial son más las incertidumbres que las certezas, sin embargo sabemos que lo primordial es el derecho a la salud de todxs y la necesidad de que no se siga incrementando la brecha social de quienes pueden acceder a construir conocimientos y quienes se quedan afuera.
Hay mucho entusiasmo por empezar las clases. “Es necesario hacer el duelo de la escuela como la conocíamos hasta ahora -nos dice Ricardo Gatto, director de la 321- y pensar nuevos modos para que lxs chicxs aprendan y jueguen sin entrar en contacto”. “Es un enigma -nos cuenta Federico Ingaramo, director de la escuela Vida-. Estamos abriendo la puerta a ver qué sucede. Queremos que entre la alegría del encuentro y también que la escuela sea un lugar para procesar todo lo que pasó el año pasado: las pérdidas, las dificultades económicas, el encierro.”
Protocolo Cuidarnos: “todos los sí del NO”
Cada escuela se acomoda, según sus realidades materiales, a los criterios sanitarios y de seguridad elaborados por el Ministerio de Educación de Rio Negro. En la mayoría de las escuelas primarias estatales se divide el grado en dos, alternando entre una semana presencial con otra de trabajo en casa con actividades impresas y acompañamiento virtual. En las escuelas privadas -en general- tienen clases todos los días en una jornada de tres horas. La primaria Vida que pertenece a Fundación Gente Nueva desdobla la jornada completa en dos jornadas simples para que los chicxs concurran todos los días dentro de sus burbujas.
Por protocolo, cada institución destina un espacio para aislar al chicx con posibles síntomas de Covid. En los Coihues, lo que antes era la sala del taller de bandas ahora es la ‘salita segura”. En la 321, la sala de maestros ahora se convierte en el “aula segura” donde un maestro o maestra acompaña al chicx que no se siente bien hasta que lleguen sus padres.
Lxs docentes de la escuela Vida armaron un protocolo complementario. Algo así como un punteo propio que carga de sentido pedagógico el encargo social de retomar las clases presenciales. La maestra Silvina Fernández nos cuenta sobre la construcción en marcha de una pedagogía en pandemia. “Las infancias necesitan conversar, dibujar, bailar, sumar, restar lo que pasó. Sabemos que parte de la función adulta es estar a la altura de lo que le pasa a un niñx. En la medida que haya presencia que sea presencia plena, no interpretando, pero sí entrando en diálogo con eso que sucede, hacerlo pedagogía”.
“La tarea de la escuela – nos dice la maestra Valentina Gallo- trata de convidar un mundo y bienvenir su mundo. Es necesario escuchar esa forma de habitar el mundo que es la Infancia. Esto requiere un plan que posibilite improvisar con deseo, curiosidad y disponibilidad para que ese encuentro aumente la potencia de existir. Sabemos que en cualquier momento podemos volver a la virtualidad. El desafío pasa por no enojarnos con la interrupción, sino ver qué hacemos con eso.”
Burbujas que invitan a lo particular
Distintas estrategias y rutinas se están diseñando para este nuevo modo burbuja de estar en la escuela. Lxs chicxs van a estar con tapabocas, manteniendo la distancia y con solo una parte de su grupo de compañerxs. En el recreo no van a poder jugar al fútbol o subirse a las hamacas o al tobogán.
“Pensamos otra dinámica a la del recreo -nos explica Silvina-, alternando el trabajo con el descanso, las ganas de hablar con el silencio, una dinámica que invite a búsquedas más particulares. En la primaria estamos muy acostumbradxs al gesto que toca. Ahora tenemos que buscar otros artefactos culturales, como la palabra, que toquen de otra manera”.
Silvina nos cuenta que a los más pequeños se les van a ofrecer “minimundos”: una piedra, una pluma, un autito o un muñeco traído de la casa envueltos en una tela que invite al juego personal. Luego de esa exploración propia, se va a buscar la ocasión para que esos minimundos se conecten de algún modo, sin que se toquen. También se van a compartir historias sobre burbujas que pongan en palabras la sensación de encierro como la posibilidad de la aventura, de viajar a lugares insospechados.
La experiencia en secundaria: una gran burbuja aparte
En las secundarias públicas los encuentros presenciales se acomodan según los agrupamientos y la cantidad de estudiantes, al tener más áreas de aprendizaje la rotación es más escalonada y algunos grupos rotan en el aula cada 2 o 3 semanas, siendo otra gran parte del trabajo la modalidad virtual -como en el año pasado-. En algunos casos se da prioridad en la instancia presencial a los primeros y a los quintos años teniendo en cuenta las trayectorias escolares.
Muchxs trabajadorxs de la educación y personal de apoyo están bajo el régimen de dispensa por ser población de riesgo. Esto implica una reorganización de los horarios para que lxs profesorxs puedan seguir trabajando desde la casa hasta tanto puedan ser vacunadxs. A esto se suma el desafío de construir nuevas rutinas que sostengan los modos de cuidarnos durante todo el año.
Lo que la virtualidad nos dejó
“Después de un año de pandemia –nos dice Jorgelina, directora de la escuela de los Coihues-, pongo en valor la situación de enseñanza y aprendizaje que se da en la escuela, la solidaridad de la comunidad y el compromiso de mis compañerxs docentes y no docentes y la educación pública como garantía de igualdad de derechos.”
“El año pasado –nos dice Silvina– tuvo mucho de validar los aprendizajes que sucedían en cada familia y de enhebrar esos contenidos en una trama. La escuela fragmenta mucho, la pandemia permitió entramar los contenidos con la vida misma, además de priorizar la vida sobre todas las cosas.”
“No fue un año perdido –nos dice Federico- sino un año aprendido. La pandemia nos permitió resignificar el vínculo con las familias, un diálogo más personalizado con cada una. Ahora es momento de sostener lo colectivo.”
Está claro que el retorno a la presencialidad es un desafío a construir entre docentes, estudiantes y familias y un estado presente que genere las condiciones materiales para asegurar un protocolo real y garantice la equidad en el cuidado de todxs.
Por María Ayelén Lagrás y Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen