Una huerta, un centro de abuelos, una escuela, un centro de salud, maestros y docentes; estudiantes universitarios, vecinos y vecinas, un barrio, muchos barrios, el INTA, la Universidad y la Ciencia públicas cultivando alimentos y comunidad. ¿Podemos hacer frente a la era de la crueldad sembrando la tierra?

El Proyecto de extensión “Biodiversidad y producción” -financiado por la UNRN, el CONICET y el INTA- busca acompañar, visibilizar y fomentar iniciativas de huertas urbanas y periurbanas. En especial, enlazar las distintas iniciativas para el impulso de políticas públicas, pero principalmente, para crear y fortalecer lazos de cooperación entre quienes buscan una ciudad más inclusiva.

Una de estas iniciativas es el desarrollo que nace en el barrio Frutillar, en el Centro de abuelos la Esperanza. Un proyecto que va creciendo desde el pie, constituyendo una apuesta a la esperanza en tiempos donde se propagan discursos individualistas y de odio. Tiempos donde mucha gente no accede a una buena alimentación o, quienes lo hacen, pagan precios irracionales. Un tiempo donde las opciones electorales más votadas impulsan el desguace de las capacidades del Estado y el reemplazo del acceso a derechos por promesas lejanas de abundancia. Por el contrario, el impulso de la agricultura urbana y periurbana es una apuesta a contracorriente: una apuesta a la solidaridad y a construir colectivamente.

Un punto de encuentro y siembra

La huerta “Esperancita” está ubicada en el Centro de Abuelos “La Esperanza”, en el Barrio El Frutillar. El espacio se emplaza en la parte posterior del edificio, donde funciona el centro de día. Alberga seis bancales, además de dos melgas de plantas de fruta fina y canteros con plantas aromáticas y ornamentales. También hay algunos árboles jóvenes, un pozo donde se realiza el compost y una estructura que será pronto un invernadero.

Actualmente la implementación de la huerta se lleva adelante por parte de estudiantes de la Universidad Nacional de Río Negro, por investigadores/as de CONICET radicados/as en el IRNAD-UNRN, por trabajadoras de la agencia de extensión del INTA Bariloche y por las abuelas que concurren regularmente al Centro “La esperanza”. Con frecuencia se realizan actividades junto con escuelas del barrio, la Red de Huerteros/as de Bariloche y vecinos/as que participan del Centro de Abuelos.

El proyecto de huerta la Esperancita, iniciado en sus orígenes por el grupo Wiji Kvrvf, venía construyéndose hace un tiempo, pero en el último año acumuló diversas actividades que desarrollaron y consolidaron el proyecto: durante el año 2025 la mayor parte de ellas tuvieron que ver con la construcción del invernadero y la continuidad de los trabajos de mantenimiento del predio; se plantaron gran cantidad de especies ornamentales y aromáticas, además de algunos árboles y arbustos nativos producidos por la cátedra de Vivero de la Tecnicatura en Viveros de la UNRN. A la par se realizó la re-siembra de la temporada entrante. Las actividades propician instancias de intercambio intercultural e intergeneracional, como el taller que se realizó en conjunto con estudiantes de la escuela primaria 154, del Profesorado de Educación Secundaria en Filosofía (IFDC), y abuelos/as del Centro. Este taller estuvo centrado en la memoria y el intercambio de conocimientos acerca de prácticas productivas entre los distintos participantes.

La semilla y el brote

Vale la pena remontarse al inicio para dilucidar cuales son las semillas que hacen crecer los brotes de nuevas redes comunitarias. El comienzo de esta huerta se remonta a mediados del año 2022, cuando a raíz de un programa de huerta de una ONG local, los hoy integrantes de esta iniciativa comenzaron a construir una relación con los espacios del barrio, principalmente la Escuela Primaria N° 154 y el Centro de Abuelos. Al divergir algunas visiones respecto de la ONG, el grupo se separó: así nació Wiki Kvrvf, una agrupación que se constituyó en base a una corriente de Ecología Social, o Política, lo que la acercó a construcciones como las que lleva adelante Piuke en el mismo barrio.

El enfoque de esta nueva agrupación, se volcó hacia la importancia de la construcción de una red de actores en el barrio en torno al proyecto de Educación Ambiental. El mismo no se hallaba circunscrito a los talleres escolares que ya se venían desarrollando, sino que se abrió a pensarse desde diversos espacios e involucrando actividades, saberes y modos de participación. Si bien la línea de trabajo con la escuela fue siempre muy fuerte, la base del grupo ha sido la implementación de la huerta.

Al llegar al Centro de Abuelos, en 2023, el terreno en el que se trabaja hoy estaba abandonado. Crecían plantas de retama entre la basura que el viento arrastraba hasta el lugar y otra que con el correr de los años había quedado enterrada. Además, el terreno presentaba muchos desniveles, con manchones de pasto en algunos sitios, intercalados con manchones de tierra seca y arenosa. Las abuelas que forman parte del grupo más estable recuerdan que no solían ir al patio de atrás, les traía recuerdos tristes: había un abuelo que se ocupaba de la huerta, pero tras su fallecimiento quedó a cargo de otras personas que de un día a otro desmontaron todo y se llevaron la estructura y las herramientas, dejando el sitio abandonado.

Con paciencia y con tiempo, se fue limpiando el terreno y preparando la tierra para sembrar. Se armó un compost, se puso una canilla.  Pero además del trabajo afuera, una dimensión fundamental la constituyó siempre la relación con las abuelas de quienes fueron conociendo sus historias, así como los conocimientos que tenían respecto de la producción. Todo esto se fue incorporando al modo en que se pensaba y proyectaba el espacio de la huerta.

A inicios del año siguiente el espacio cobró un impulso mucho mayor. Esto coincidió con la reacción social a las primeras medidas del nuevo gobierno nacional, que favoreció el involucramiento de varios/as estudiantes universitarios/as en espacios de construcción de proyectos comunitarios. Uno de los espacios que recibió este impulso de trabajo fue el proyecto de educación ambiental.

Durante el año 2024, ya con un grupo más amplio y dinámico, se realizaron múltiples talleres con diferentes grados de la Escuela Nº 154. Estos talleres, ubicados en torno a la propuesta de la educación ambiental, abarcaron temáticas específicas que fueron desde la soberanía alimentaria hasta las problemáticas hídricas de la región vistas desde una perspectiva de cuenca.

Durante ese año la huerta per se continuó creciendo y esto permitió, a su vez, que la vinculación con el proyecto de educación ambiental fuera más directa y frecuente. De este modo, se realizaron salidas educativas a la huerta con diferentes cursos de la escuela Nº154. En estas oportunidades los estudiantes y docentes se involucraron en el manejo de la huerta, ya fuera sembrando diferentes hortalizas, preparando la tierra de los bancales o plantando nuevas plantas. Se cultivó también el vínculo con las abuelas, algunas de las cuales tienen nietos que asisten a la escuela, mediante charlas guiadas y desayunos o meriendas compartidas.

Del encuentro con lxs demás

En este proceso, el grupo se acercó a la agencia de extensión del INTA Bariloche, puesto que el crecimiento del espacio de la huerta planteó desafíos que tenían que ver con la implementación de una serie de mejoras para su manejo: un sistema de riego semi-automatizado, capaz de abarcar una extensión de tierra mayor; un invernadero, para tener la posibilidad de “ampliar” la temporada; mejora en los alambrados y un plan de reemplazo de la retama como cerco vivo; herramientas para personas con movilidad reducida y propuestas para transformar el espacio en un sitio más habitable por adultos/as mayores.

Poder implementar esta serie de mejoras tuvo la característica de pensarse, como desde el principio, a través del lazo con las abuelas del Centro. Por este motivo, se hizo indispensable generar espacios de intercambio de experiencias, de conocimientos y de expectativas respecto del proyecto de soberanía que comenzaba a delinearse en el jardín del fondo. Con el acompañamiento de una agente de INTA, que se sumó de forma permanente al espacio, se llevaron adelante talleres de plantines, de semillas, de pintura con tintes naturales, entre otros. A la par, y en diálogo con ello, se trabajó en el diseño del espacio exterior.

A mediados de 2024 el grupo participó de la convocatoria de la municipalidad “Jóvenes por el mejoramiento barrial”, que abrió la propuesta para que jóvenes presentaran proyectos para llevar adelante actividades en los barrios de la ciudad, en alianza con las Juntas Vecinales de los mismos. En este sentido el Centro de Abuelos ejercía de hecho un rol fundamental en el barrio, ya que en el despliegue de sus actividades constituía una extensa red de comunicación y cuidados entre las familias de El Frutillar.

Ya en el 2024, integrantes de Wiki Kuruf comenzaron a participar de actividades de la Red de huertas Bariloche impulsadas por el proyecto Biodiversidad y Producción, como el Taller Semillas criollas y estrategias locales para la producción agroecología que se realizó en agosto de 2024 con participación de investigadores y extensionistas y productores de diversos Barrios de la ciudad.

A partir de ello, a finales del año 2024, se realizó una jornada de instalación de un sistema de riego por goteo, que tuvo la modalidad de taller con convocatoria abierta. Allí no solo se conversó sobre los pormenores técnicos acerca del sistema y de su instalación guiado por los extensionistas del INTA, también que se generó un diálogo entre distintos actores sobre la construcción de un proyecto productivo con perspectiva comunitaria y sobre las problemáticas territoriales vinculadas a nuestra cuenca hídrica. La experiencia dio comienzo a la integración de las actividades de la huerta a la agenda del Proyecto Biodiversidad y Producción y los integrantes de Wiji Kuruf pasaron a formar parte de la organización de actividades del proyecto.

En el presente año, no solo se realizaron numerosas actividades en la huerta “La esperancita”, sino que también se tuvo participación activa en otras actividades. Una de ellas fue el Taller Construyendo Soberanía Alimentaria que se realizó a fines de junio de 2025 en la UNRN. La jornada se propuso como un espacio de encuentro y reflexión en torno a las problemáticas existentes en la articulación entre la producción, el intercambio y el consumo de bienes primarios generados a nivel local y regional. El taller reunió a 40 productoras y productores agrícolas, así como a integrantes de espacios asociativos de compras y consumo de la ciudad de Bariloche. El objetivo principal fue fomentar el diálogo y la construcción colectiva de estrategias que fortalezcan la soberanía alimentaria en nuestro territorio.

Otra instancia fue la Jornada de trabajo comunitario en Huerta Las Victorias en octubre. Los productores anfitriones compartieron su manejo de suelo con método biointensivo, como lo practican desde hace 15 años. Se realizó plantación de papas, repiques y siembras directas de estación. Además en esta instancia, se entregó a los productores anfitriones el Informe sobre las actividades de Investigación y extensión del proyecto biodiversidad y producción realizadas en la Huerta las Victorias y se dialogó sobre la importancia de estas instancias donde se comparten y debaten los frutos de la investigación.

Asimismo, se coorganizaron diversas jornadas de trabajo en la huerta la esperancita donde no solo se compartió los saberes prácticos, sino también instancias de reflexión sobre la forma de vinculación de las organizaciones territoriales y las universidades y los organismos de CyT, las formas de construir conocimiento y la formación conjunta en estos espacios colectivos.

Este vínculo también propició instancias de intercambio con otros productores vinculados al Proyecto Biodiversidad y producción que sumaron su participación, semillas y saberes en jornadas de “La Esperancita”. Los estudiantes que desarrollan actividades curriculares en el marco del proyecto también se hicieron presentes, en línea con el objetivo que tiene la Universidad pública de integrar progresivamente las actividades de extensión en la currícula obligatoria de sus carreras. Ello alimenta la formación de futuros profesionales vinculados a los problemas locales y regionales, pero además propicia el diálogo intercultural, intergeneracional e interinstitucional en torno a estas problemáticas.

Más acá y más allá del barrio: construir con otrxs

La huerta la Esperancita no es propiedad de un grupo, ni de un organismo estatal, ni siquiera, o no solamente, del Centro de Abuelas (si bien cumple un papel protagónico en la edificación de este proyecto). Este espacio se fue constituyendo en torno no a certezas y mucho menos a recetas para la soberanía. Si hay algo que marcó el rumbo en la construcción de la huerta fue una actitud de sospecha ante lo “lo sabido” respecto de cómo, se supone, habría que transformarnos como sociedad. Se partió de esta sospecha porque, en general, la confección de las recetas para el cambio se realiza muy lejos de la gente, de los barrios y de sus memorias.

Llenos de preguntas, en el camino se fueron sumando otrxs que pensaban más o menos las mismas cosas. La educación ambiental es entendida así como la posibilidad de aprender con otrxs, de conocernos y conocer qué problemas nos atraviesa y también cuáles proyectos, y de qué manera queremos construir nuestros hábitats: cómo queremos vivir.


Por Camila Pareja, Antú Loitile y Manuel de Paz

Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen

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