Es el planteo que realiza el doctor en Ingeniería Eduardo Dvorkin en su último libro, presentado recientemente en Bariloche. El profesional duda de los anuncios de OpenIA y destaca el reconocimiento que reciben los científicos argentinos en todo el mundo.

El libro de Eduardo Dvorkin “Tecnología propia. Neocolonia o reindustrialización autónoma con justicia social” viene a proponer el debate y la reflexión en ámbitos científicos y académicos entre dos modelos antagónicos.

La publicación fue presentada por su autor en la sede del Conicet Patagonia Norte en Bariloche, en compañía de Alberto Baruj, vicepresidente de la institución, y Adriana Serquis, secretaría de Investigación de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) y candidata a diputada por Fuerza Patria.

Dvorkin es ingeniero electromecánico de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y doctor en Ingeniería Mecánica por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Además, tiene una vasta trayectoria en los ámbitos público y privado y una larga carrera académica. En décadas de trabajo, ha sido un agudo analista sobre el rol que cumplen, o podrían cumplir, la ciencia y la tecnología en el desarrollo de la Argentina, análisis que plasmó en varios libros. El último lo está presentando en distintas ciudades del país, generando un debate cada vez más necesario.

En “Tecnología propia”, Dvorkin plantea dos modelos: aquel que no promueve la industrialización y, en consecuencia, no requiere de la producción de conocimientos científicos y tecnológicos propios, y el que impulsa el desarrollo con un Estado que actúa como productor y comprador estratégico y que requiere de un sistema nacional de ciencia y tecnología fuerte.

Consultado sobre cuál de los modelos está transitando Argentina en la actualidad, Dvorkin señala: “Desde diciembre de 2023 hasta ahora se está avanzando en un modelo neocolonial. Los dos modelos, el desarrollo nacional y la neocolonia, se alternan en el poder desde hace mucho tiempo. Ya en 1802 Manuel Belgrano advertía que no era beneficioso exportar cuero crudo y que era necesario agregar valor”.  

Centro de datos de OpenIA: “No es algo serio”

Desde hace varios días se habla del video publicado por Sam Altman, uno de los creadores de ChatGPT, en el que anuncia una revolución con la instalación de un mega centro de datos en la Patagonia, con una inversión de US$ 25 mil millones.

 “Hay una carta de intención, pero el anuncio no es serio”, señala respecto de este tema. “El monto de la inversión está en duda y los equipos se importarían. Entonces, ¿cuál sería el trabajo que va a generar? El de los galpones cuando se construyan … Se dice que utilizarán energías renovables … ¿cuáles? No hay detalles, no es algo serio”, continúa en diálogo con Al Margen.

Según la Agencia Internacional de Energía, los centros de datos como el que se instalaría en el país consumieron el 1,5% de la electricidad mundial durante 2024 y se espera que para 2030 esta cifra se duplique. Los circuitos deben ser refrigerados y se desconoce aún de dónde saldría el agua. Por otro lado, respecto de la generación de empleo, se cuestiona que una vez construido el emprendimiento tendrá un alto nivel de automatización que no requerirá de mucha cantidad de trabajadores.

En este sentido, la asociación de Abogados Ambientalistas denunció que “detrás del anuncio de 25 mil millones de dólares no hay proyectos, ni estudios, ni empresa local con capacidad técnica. El objetivo real es subir el valor accionario de OpenIA y dar aire político a un gobierno en crisis”.

Educación y reconocimiento de las ciencias

A lo largo de la conversación, Dvorkin también se refirió al rol de la educación, la ciencia y la tecnología: “Toda la vida estuve en contacto con la educación en sus diferentes niveles y advierto que las generaciones más jóvenes tienen menos pasión por las ciencias más duras. Cuando yo era chico, hace mucho, la ambición de ser científico o ingeniero era válida. Pero en la actualidad los chicos observan que esos profesionales hoy tienen problemas para llegar a fin de mes, para ir al supermercado”, dice.

Sin embargo, el científico resalta que, pese a todo, en el exterior “son muy apreciados los profesionales de estas áreas formados en la Argentina. Lo advertí con mi propia experiencia y con la de mis alumnos”.

Consultado sobre cuáles son las diferencias principales con otros países, en torno a las ciencias y la tecnología, Dvorkin afirma: “En los Estados Unidos y países de Europa -pienso en Francia o España, por ejemplo- hay una unión estratégica entre la academia y la industria y los Estados aportan fondos en ese sentido”.

Dvorkin no dejó de lado la actualidad y los años venideros. En este sentido, consideró que, si en las próximas elecciones se logra “conformar un Congreso que pare los atropellos y que no considere a la ciencia como un ornamento, podemos empezar a cambiar algunas cosas. Ahora estamos avanzando peligrosamente hacia un camino entre la democracia y la no democracia”.

Por Ximena Linares Calvo

Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen

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