En estos tiempos donde el conservadurismo avanza, traer al mundo un libro sobre la sexualidad y la escuela es toda una osadía y un apremio. “Desafíos en la enseñanza de la sexualidad” hace circular la experiencia acumulada en las aulas de nuestro territorio.

Las voces de docentes del Instituto de Formación Docente de Bariloche y de la Universidad del Comahue entrelazan escenas de clase y conversan con pensadores sobre los cuerpos y las problemáticas que se soslayan en el universo escolar: la discapacidad, los pueblos originarios, la muerte, las vejeces. Dora Barrancos, en el prólogo, advierte que la potencia de estas páginas trasciende el sistema educativo y que su lectura resulta valiosa para otros ámbitos como el de la salud y el judicial.
Al Margen entrevistó a tres de las siete autoras del libro: Marina Copolechio -docente de IFDC y de la universidad del Comahue Gabriela Miori -trabajadora docente en el IFDC y en el profesorado de Biología- y Patricia Talani -profesora de historia e integrante del programa institucional de género del IFDC-.
– ¿Cuáles son las ideas clave del libro? ¿Cuáles son esas transgresiones en relación a la enseñanza de la ESI?
– Si bien se produjeron importantes avances desde el 2006 hasta hoy en la enseñanza de la ESI, identificamos una serie de desafíos con algunos cuerpos que quedan en el borde de la escena educativa. -dice Patricia-. Partimos de la idea de pensar en cuerpos y en temáticas que quedan por fuera y que nosotras decimos que es necesario traerlas al centro
-En ese sentido, cada capítulo profundiza en algún eje en particular -dice Marina Copolechio- Hay un capítulo que trata de los cuerpos con discapacidad a partir de las experiencias de las escuelas especiales. Hace un par de años venimos llevando adelante una investigación en relación a la ESI en las escuelas especiales a partir de los aportes de la teoría CRIP. Este enfoque presenta al capacitismo como un sistema social, político, económico, ideológico que oprime a todos los cuerpos bajo el parámetro de un cuerpo-mente capaz. Esa normalidad que establece ciertos cuerpos y mentes como capaces es en realidad una ficción. Ningún cuerpo es capaz al cien por cien, sin embargo ese ideal rige nuestras formas de enseñar. Entonces invitamos a pensar cómo sería una educación sexual contracapacitista.

– ¿En este contexto conservador cuáles serían los modos de resguardo para los docentes que trabajan estos contenidos?
-Cada uno de los capítulos analiza -desde un marco de derechos- quiénes quedan afuera o por qué no se mencionan ciertos temas -dice Gabriela-. Esto sucede con la vejez, la menopausia, la muerte. ¿Por qué no se habla de determinados temas como el placer genital y otro tipo de placeres? Entonces hablamos de la pedagogía del mutismo porque continuamos a casi 20 años de la ley de ESI sin incorporar ciertos temas a la currícula.
-Formamos parte de un movimiento federal por más ESI -dice Patricia-. En este marco se inscriben acciones para sostener y ampliar los horizontes de la ESI, como por ejemplo: las 40 razones por más ESI. Desde lo personal, la forma de resistencia es el territorio del aula y de la institución. Todas las instituciones son diversas, es necesario potenciar el análisis teórico académico de forma situada. También es importante tender puentes con las familias, desarticular algunos mitos como que se enseña ideología de género o a ser trans desde la infancia, explicar que hay un conocimiento científicamente validado, que hay una experiencia acumulada en relación a la enseñanza de estos temas, que estamos respaldados por una ley y que la ESI es una política pública.
-Si se conocen en profundidad los lineamientos curriculares de la ESI, yo creo que nadie estaría en contra -dice Marina-. Este enfoque habla de la desigualdad, de las violencias, de los malos tratos, del suicidio, problemáticas que las familias estarían a favor que se minimicen en el aula. Además, es necesario poner en evidencia que estos discursos suponen distintos proyectos de sociedad, distintos proyectos políticos, culturales, pedagógicos Y nosotras creemos que hay uno que tiene más que ver con un proyecto de sociedad que excluye, que vulnera derechos, que discrimina, que violenta y otro que tiene que ver con una sociedad que aspira a ser más respetuosa de las diferencias, a poner en evidencia que las desigualdades no son naturales, ni tienen que ver con que no te esforzaste, sino que tienen que ver con todo un sistema que está pensado para que esto suceda.
-Además en el libro ponemos en tensión la educación emocional con la enseñanza a partir de la afectividad -dice Patricia-. La educación en valores promueve la gestión individual del enojo, miedo, angustia y este enfoque viene de la mano de las prácticas neoliberales de control social. La afectividad supone construir un espacio común desde principios solidarios, equitativos, amorosos.

– ¿Cómo se proponen interpelar a su audiencia?, ¿qué estrategias se ponen en juego a la hora de desandar las resistencias de las estudiantes a explorar estos temas complejos, muchos de ellos anclados en la identidad?
–Para que la ESI no sea leída como una imposición es importante escuchar -dice Marina-. Escuchar e historizar esos discursos, analizar quiénes sugieren tales políticas, tales prácticas, quiénes son esos actores, qué posiciones ocupan, cuál es la consecuencia de esa implementación. El libro tiene material teórico y también habla mucho del aula, trae experiencias que tienen que ver con la formación docente, experiencias que tienen que ver con las escuelas, tanto de modalidad especial como otras modalidades.
-Hay un capítulo del libro que tiene que ver con la potencia de las artes para trabajar estas temáticas vinculadas a la sexualidad a cargo de Mónica González y Carla Peruzzo -dice Patricia-. La mirada del arte en la formación docente, -especialmente en el instituto- está muy presente en la enseñanza de la sexualidad y en el libro aparece en forma de estampas: una producción visual colectiva intercalada entre las páginas. Desde 2018, a partir de situaciones de violencia que se vivieron en la institución, Mónica González coordinó talleres para poner el cuerpo y expresarnos desde otros lugares más allá del discurso. Estos grabados de autoría grupal se estamparon en papel, en remeras, banderas y ahora en el libro. Además de este trabajo con el cuerpo considero fundamental abordar nuestros propios miedos, nuestros prejuicios. Creo que hay mucho por hacer con las estudiantes y con las docentes.
En estos momentos donde las ideas de ultraderecha están penetrando cada vez más hondo en la sociedad, “Desafíos en la enseñanza de la sexualidad” se vuelve un libro imprescindible. Este relato coral de docentes y estudiantes despliega la experiencia acumulada en este territorio, una mirada situada que invita a abordar esos temas que inquietan porque todavía permanecen en los bordes de la escena escolar.
Por Verónica Battaglia
Foto portada: Eugenia Neme
Equipo de Comunicación Popular Al Margen
Seguí leyendo Al Margen: