Cambio climático, veranos más calientes, envejecimiento de los bosques y crecimiento de la biomasa, sumados al cambio del paisaje, con grandes migraciones a zonas de interfase acrecentadas post pandemia y la falta de prevención y planificación ante la acumulación de estos elementos son la chispa de un fenómeno que vino para quedarse. Conversamos con el investigador de CONICET y docente de la UNRN Mariano Amoroso que reside en El Bolsón e investiga la dinámica de los bosques andinos patagónicos.

El Dr. Mariano Amoroso es integrante del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural de la UNRN y el CONICET. Encabeza un grupo de trabajo con líneas de investigación y extensión relacionadas a la dinámica de los bosques, la producción sustentable, el manejo del bosque nativo y la vulnerabilidad socio ecológica frente a incendios de interfase. Pero, además, Mariano y su grupo de trabajo son vecinos de la localidad de El Bolsón y participan activamente desde la UNRN en la atención de la emergencia por los incendios. Escuchamos sus reflexiones en estás horas ardientes donde todavía los incendios siguen activos y hay mas evacuados en zonas urbanizadas.
-Antes de escuchar tu mirada profesional. ¿Cómo estás viendo la situación ahí desde tu ciudad y cuál es tu impresión como vecino de la Comarca?
-Siento tristeza y enojo. Acá en los últimos 3 años, hubo varios incendios en Loma del Medio, en El Hoyo hace 2 años y así en varios lados por la zona. Entonces estas situaciones empiezan a ser mucho más comunes y suceden más cerca de la gente. Es decir, ya dejaron de suceder allá lejos en el bosque en áreas protegidas, para estar en zonas de interfase. Entonces hay una alarma porque se sabe el alcance. Y desde el día uno, sumado a esa alarma, lo que hubo es un gran grado de conciencia enorme de la necesidad de salir a ayudar, de saber que en diferentes instancias del Estado se está asistiendo. Entender que es una situación que de alguna manera nos hace parte y que hay que ponerle el cuerpo y sentir: “che, no soy ajeno, no estoy ajeno y no me puedo quedar de brazos cruzados”.
-El otro día escuchaba el testimonio de Manuel https://www.instagram.com/p/DFqeCZ-ykk1/ , encargado de una de las áreas protegidas que contaba con bronca y desamparo como se habían hecho advertencias sobre lo que se venía. Pedidos de presupuestos y muchos etcéteras y ahora cómo se veían las consecuencias ya que eso no fue atendido. Entiendo que algo parecido expresás vos…
-Si, esto es crónica de una muerte anunciada, o sea, las situaciones, el combo, se dio todo. Estamos en un contexto en el que el clima cambió. Estamos en un contexto de cuatro veranos de sequía, estamos en un contexto de la gentrificación, en el cual básicamente la población creció exponencialmente. Los datos oficiales que van a salir del último censo de El Bolsón y todas estas zonas, son de las áreas que han crecido más durante la última década. Principalmente post pandemia, algo parecido a lo que pasó también en Bariloche. La gran mayoría de esa gente se desplazó, se estableció por fuera del ejido urbano, a estas zonas de interfase. Y cuando tenés más gente en lugares de interfase, donde se empieza a construir donde hay bosque, el riesgo potencial de que esto suceda aumenta. La gente que esté viviendo en ese lugar, obviamente, la gente en general no va a causar a propósito un incendio, pero puede haber cierta negligencia, como lo que pasó con los incendios de Golondrinas. Estructuralmente, el crecimiento este no está siendo acompañado de un proceso ordenado, entonces ahí también yo creo que es donde también uno puede atribuir la ausencia del Estado, en este caso por ejemplo municipal, o provincial, y decir, bueno, che, tanto en Chubut como en Rio Negro, ¿Qué están haciendo?, ¿Cómo se está ordenando?, ¿Cómo están dejando que la gente se establezca?, ¿que se está permitiendo? ¿Qué ocurre igual, aunque se prohíba?, ¿Cómo es que no hay instancias donde se estén trabajando todo este tipo de cuestiones?
– ¿Cómo ves te ves como parte del sistema científico? Que en general estamos acostumbrados a plantearnos preguntas y tiempos de investigación de largo plazo. ¿Cómo se está sintiendo en particular esto de la demanda inmediata? De la urgencia inmediata que uno pueda atender esto, de colaborar con hacer unas viandas, pero después también está por detrás esa demanda urgente del conocimiento específico. ¿Cómo están recibiendo esa demanda?
– Es muy difícil porque a veces la demanda de información o la demanda de tipo de información requiere de una respuesta, de un dato, de un hecho, de algo fáctico que necesita tiempo de elaboración. Nosotros tenemos un proyecto en la universidad, una becaria doctoral, trabajando, En nuestros proyectos en la universidad estamos tratando de determinar las causas, cómo fue el tipo de vegetación en esos lugares, como los cambios sobre el suelo afectó y determinó cómo se partió el incendio. Llevamos tres años, todavía no tenemos resultados. Estamos llegando a la mitad de la investigación y tenemos que atender la demanda, contar o decir qué pasó acá o por qué pasó acá. Alguna información requiere justamente de mayor tiempo. Yo creo que eso es necesario y que – también discutíamos ayer- es, como comunidad científica nos involucramos en estos proyectos. Todos tenemos áreas de expertise, tenemos áreas de trabajo de conocimiento específico.
Estos son socio- ecosistemas. Uno estudia ambientes o procesos que no solo tienen que ver con lo ecológico y lo natural. Eso es un paradigma antiguo, de otra época. Estos sistemas son mucho más complejos, los procesos no se explican solamente en un proceso ecológico y hay que empezar a entender e involucrarse. cuanto más se complejiza el sistema también más difícil es tener respuestas inmediatas. Porque justamente tenés que interaccionar con un montón de otros actores.

– ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué situaciones o aspectos considerás que son los que disparan la situación o los elementos más importantes para para describir lo que está pasando o lo que se podría haber hecho, lo que se puede hacer a futuro? ¿qué considerás los factores más importantes que hacen a la situación actual? ¿y cómo esto puede servir para pensar cuestiones a futuro?
-Me parece primero que es super complejo. Entonces me parece que esto no es una cuestión unifactorial de algunos sectores o intereses. Y también desde la mirada de quienes se ven más afectados o de alguna manera intentan simplificar el problema, pueden apuntar a para un solo lado. Me parece que es algo como una capa de cebolla. Me parece que hay tres o cuatro factores superimportantes.
Yo enmarco también con políticas del Estado y lo que está pasando a nivel global. Abordando primero desde lo más macro a lo local, estamos en un contexto de cambio climático. El clima, norte de la Patagonia como el resto del país, cambió, entonces estamos en un contexto en los cuales se están dando situaciones que sabemos, que hemos estudiado y tenemos registros del pasado, situaciones que cuando ocurren, aumentan exponencialmente la probabilidad de ocurrencia de incendios de mayor intensidad y mayor magnitud en cuanto a la superficie. En Patagonia norte estamos viviendo cuatro veranos secos. Desde que tenemos registros, de los últimos 120 años, esa situación jamás se había vivido. Décadas muy, muy calientes como las décadas del 1950, en la cual tuvimos condiciones durante años particulares. Años como los 98, 99. Años 43 y 44, siempre pares. Acá ya llevamos 4 años de condiciones y eso viene en línea de esta cuestión que sabemos que es el cambio global y particularmente en el clima. Tenemos un contexto en los cuales hace cuatro veranos que Patagonia está sufriendo temperatura muy por encima de las medias y con precipitaciones muy por debajo de las medias. Entonces, todo eso de alguna manera es que te genera condiciones. Sabemos que grandes incendios, más allá del origen intencional o natural, van a ocurrir siempre y cuando haya combustible.

– ¿Que haya llovido mucho en el invierno y poco en el verano también impulsa el riesgo, ¿no?
-No. Porque la estación de crecimiento que genera mucho más combustible es justamente durante los meses en los cuales estás también teniendo déficit. La particularidad y lo que hay acá es eso, es las condiciones extremas. Por ejemplo, este diciembre pasado, no sé cuántos días seguidos con temperaturas de 30 grados hubo. No estoy muy seguro, pero no sé si hay registros de tantos días seguidos de calor extremo durante el mes de diciembre.
Después tenés una cuestión que tiene que ver también naturalmente con la edad de los bosques y la acumulación de combustible. Estos bosques de los alrededores de la Comarca Andina, como gran parte de Bariloche, se originaron en los principios de siglo XX, con muchos disturbios e incendios producto de un proceso de poblamiento por así llamarlo de desarrollo de este último siglo y estos bosques están alcanzando ahora 100, 110, 120, 130 años en una etapa que están llegando casi al máximo de acumulación de combustible. Entonces también hay una cuestión natural. Otro factor muy importante es que los incendios ocurrían en zonas alejadas, ocurrían en zonas agrestes, en áreas protegidas, en áreas de bosque o en áreas verdes.
¿Cuántas personas vivían en la Patagonia hace 120 y hasta 100 años, 80, 70 y 60 años? Entonces, los incendios dejaron de estar en áreas remotas, donde había poca gente o porque estaba muy lejos de las ciudades urbanas, para empezar a ocurrir bajo una dinámica totalmente diferente que son los incendios de interfase. Son estas zonas que antes no existían. Antes estaba muy clara la delimitación de lo natural y lo urbano. Esos ejidos son más grandes y se empiezan a generar. Si bien los pobladores y familias que vivían en zonas rurales, hoy tenemos una configuración nueva del paisaje y tenemos todas estas nuevas áreas de interfase, que en la Comarca Andina han crecido exponencialmente en los últimos años. Los cambios de formas de vida, las ganas de vivir en un ambiente natural, la demanda de un medio de vida con menos estrés, la gente empezó a estar donde conviven con elementos naturales. Ese proceso de gentrificación donde yo creo que hay una responsabilidad del Estado, no se viene dando la normalidad organizada. Pero hay una falta de responsabilidad de quiénes -con todo el mayor respeto- deciden ese cambio de vida y modo de vida y entender los riesgos o las responsabilidades que implica vivir en esos lugares y entender que aquí habría que cumplir cosas o atender otras cuestiones y también la del Estado de decir, sí o no a estos lugares y si tenemos esa gente viniendo ahí, tener en cuenta que hay un montón de riesgos. Entonces, hay que entender los riesgos. Si permitiste o está ocurriendo -aunque esté prohibido- y aunque esté ocurriendo por tomas o por lo que sea, tenés que planificar y ordenar como Estado. Entonces, hay problemas estructurales como eso.
Muchos incendios ocurrieron porque hubo intencionalidad o en el caso del parque nacional Nahuel Huapi que se inició de manera natural por un rayo. Pero independientemente de ello, estos incendios están enmarcados en estos factores que mencionaba. Entonces hay responsabilidad del Estado y también de la población en general, pero hay una falla estructural. El Estado, ¿Qué rol está tomando? ¿Cómo están los estados municipales respondiendo a todos estos procesos al contexto de cambio climático, entendiendo lo que pasa con la ecología y el aprovechamiento de los bienes comunes, a entender qué pasa con estos procesos socio-ecológicos tiene que ver con el establecimiento y el crecimiento de la población? Yo creo que las respuestas son pobres, son deficientes. No hay un crecimiento, no hay una planificación de todo este desarrollo urbano en todas esas interfases que es un desarrollo totalmente diferente al que puede tener una casa parecida en un medio plenamente urbano… Obviamente después está lo judicial, sí además se confirma la intencionalidad, y en este contexto de esos otros cuatro factores que hace que el combo sea explosivo.

-Pensando en esto que decís y también en esto de cierta falta de conciencia también hay decisiones políticas de la propia gente a la hora de votar…
-Sí, no es menor, porque la verdad que también en el contexto esto también de las políticas del gobierno del Estado Nacional, la sanción de la Ley Bases y todo este desfinanciamiento de todo lo público atravesado de todo este combo explosivo. De alguna manera, no digo que hubiera podido evitar, pero sí se podrían haber minimizado algunos de los impactos.
También es un factor también quizás más coyuntural del momento, pero que también es una deuda histórica. Patagonia, digo, uno piensa en un país como la Argentina, el cual tiene más de más de dos terceras partes en zonas áridas, tampoco tenemos a nivel nacional quizás una estructura para afrontar seriamente el tema de incendios. Digo, estamos trabajando en un paradigma nuevo. Se pasó de la parte, de solo del combate y la lucha de los incendios. Se está hablando de un manejo de una gestión de los bosques distinta. Yo creo que el desarrollo urbano, en el momento hay que poner límites también. ¿Cómo va a seguir creciendo? ¿Qué capacidad tenemos? ¿Cómo se trabaja con los pobladores? Antiguamente se pensaron y desarrollaron las áreas protegidas sin gente, como si no hubiera gente, invisibilizado desde lo social, pero también no considerándolas a la hora de pensar el manejo de esas áreas protegidas. No pensando ni el impacto de sus actividades ni la posibilidad de que se pudieran desarrollar dignamente. Ahora, además de que hay más población, es ineludible incorporar a la ecuación del manejo de los bosques, de estas zonas de interfase a la gente. Sí hay gente que sigue haciendo trashumancia, que sigue desarrollando actividades productivas, ganaderías, etc y antes se ignoraron ahora es difícil no pensar eso. Además, el territorio que había antes de una manera circundante a las ciudades era distinto, había una más clara división o distancia entre lo urbano y el bosque. ¿Cuántas familias había hace 50, 60 años en esa comunidad?

-Además la cantidad de actores que no viven, pero usufructúan en el lugar …
-Sí exactamente. En cuanto a esas actividades turísticas que se desarrollan hay que pensar en toda esa otra gente que se recibe ¿por ejemplo cuántos refugios hay? ¿alcanza? ¿hay que limitar la cantidad de visitantes? ¿hay infraestructura y servicios adecuados para esa masividad? Hay un montón de actividades que también implican un riesgo y encima todo recae sobre unas instituciones que también están desfinanciadas como Parques Nacionales y a su vez que ahora también están cambiando su mirada sobre el manejo del bosque. Una cosa es por ejemplo el Parque Nacional Lago Puelo hoy que es totalmente diferente a la que tenías hace 35 años, su cercanía a las poblaciones grandes, la cantidad de pobladores dentro del parque, la cantidad de visitantes, etc. Me parece que hay que empezar por lo más simple y en lo que hay que decir hoy y entender que también es la ecología del paisaje ya nos enseñó hace un par de décadas, que no se pueden manejar solamente puntos calientes sin entender el contexto. El cambio climático, como decimos, no para. Entonces, hay que pensar en el paisaje de una manera mucho más compleja, una dinámica de justamente a nivel de paisaje en lo que las actividades o el impacto directo e indirecto de las actividades antrópicas sobre las diferentes partes del sistema que lo distingue y que actúan en esa escala. Entonces me parece que hay que revisar el paradigma de manejo y de desarrollo de estas nuevas áreas pobladas. En otros momentos se intentó sacar a la gente de las áreas protegidas, pero ya está, esa época ya pasó. El mundo en el último siglo creció exponencialmente, somos muchísimos más los que éramos y sigue siendo la misma casa común.
Por Manuel De Paz
Fotos: Pablo Candamil
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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