El arte permite imaginar otra Bariloche posible. De estos sueños se consiguieron varias cosas pero todavía faltan más. La mayoría de los artistas concuerda con que en nuestra ciudad hay mucho arte, pero poca visibilidad: se necesitan salas en buenas condiciones para ensayar y para mostrar su trabajo. Contra un gobierno insensible, los artistas se siguen juntando para crear modos de intervenir el espacio urbano.
Paseo de las artes
Muchos imaginan un centro cultural municipal que compagine las distintas artes, que tenga sala de exposiciones, escenario para obras de teatro y recitales, aulas para talleres: un espacio dinamizador de la cultura que nuclee a los artistas entre sí.
“Porque la combinación de diferentes artes genera más movimiento –dijo la escultura Nadia Guthmann– porque si está todo sectorizado, el que va a ver teatro solo va a eso, en cambio en los centros culturales donde se muestran varias cosas a la vez se genera ese paseo: uno va a escuchar música pero se detiene también a ver los cuadros en el hall de entrada. Y lo que pasa es que cuando la exposición está bien mostrada y al mismo tiempo se pueden ver obras de teatro, de música que también están copadas, cuando la experiencia es buena genera ganas de volver. Ahora, cuando vas a una sala y no se ve bien porque no está la luz que corresponde o los cuadros no están bien montados, eso no despierta el interés de repetir el paseo”.
Está la escuela municipal de arte La Llave, el gran semillero de músicos y bailarines de folklore, pero los cupos de los talleres se llenan enseguida. El edificio no está terminado, existe un proyecto de ampliación que no se llevó a cabo. Para pedir la sala de ensayo comunitaria Dengún Piuké tenés que esperar mucho tiempo. Veintiún bandas de punk rock y heavy metal se dividen la grilla y este invierno tuvieron que tocar sin calefacción por refacciones en el entretecho. La obra del teatro público está en pausa desde noviembre del 2023. Se levantó la gran carcasa y el hall de entrada donde, gracias a la gestión de la asociación Teatrantes, se llevan a cabo festivales y las asambleas del Frente Cultural para organizar actividades de resistencia a las políticas de desfinanciamiento y cierre de instituciones de la cultura.
Otros redoblan la apuesta e imaginan muchos centros culturales en todo el municipio que promuevan el arte de los barrios y que colaboren a transformar el paisaje cotidiano de la gente. Este año, con un gran esfuerzo colectivo y de autogestión, abrieron sus puertas el centro cultural Casa Macacha (centro) y El Negro (Virgen Misionera) y demostraron que los barilochenses están ávidos de encontrarse y armar trinchera desde el disfrute de un recital, un taller de salsa, un sketch de impro o una varieté.
Vestirla de fiesta
El movimiento carnavalero recuperó el carnaval para Bariloche. Una fiesta sin alcohol que promueve la cultura popular y el derecho a la libre expresión. Desde 2012 se solicita al estado que se comprometa con la formación y capacitación de las murgas y comparsas para que el desfile se vuelva también un atractivo buscado por los turistas. “Un corso tan convocante como la fiesta de la nieve –propone Javier Olavarría referente del movimiento carnavalero-, que sea una política de estado de contención social y promoción de la cultura de los barrios. La murga tiene que ver con plasmar lo que le pasa al pueblo. No hay límite de edad y se construye entre todos: el que vende la rifa para un bombo, el que consigue las telas para la pilcha, la madre soltera que va con su nene a divertirse, los vecinos que cocinan para los stands de comida. Hay mucho laburo del vecino para el vecino, un tremendo trabajo colectivo atrás para poder llegar al carnaval”.
Otra idea que está rondando es la de montar una feria internacional del libro que posibilite el diálogo entre los autores de nuestra región y de otros países y que las bibliotecas populares sean sede de talleres y charlas. “Hasta en Piedra del Águila hay una feria del libro -dijo Gianina Covezzi de la librería La Sede-. Me encantaría ayudar a empujar una feria convocante, traer a escritores que vengan a presentar sus libros -hay muchos autores que quieren venir a Bariloche-, que haya charlas, paneles y talleres, armar un evento que no sea marketinero, que esté realmente bueno”.
El artista trabajador
Todavía siguen vigentes ciertos discursos que consideran el arte como algo inútil, lo circunscriben a la categoría de hobby y suponen que los artistas hacen lo que hacen por pura pasión. Es indispensable reconocer la tarea de este colectivo como trabajo y establecer las condiciones materiales para que esta labor pueda desenvolverse.
Los artistas plásticos después de mucho insistir consiguieron tener su propia sede: la Casa Bachman, una construcción histórica donada por la familia Bachmann al municipio y ahora galería de arte. Pero van por más: una ciudad que sea un museo abierto, que el vecino se detenga unos segundos a observar los murales y las esculturas en su camino al trabajo. Acá tenemos muy pocas esculturas, la controversial del centro cívico y los tótems de la costanera hechos por un artista chileno. “En otros lugares los municipios tienen un sistema por el cual se destina un porcentaje del presupuesto de la construcción de un edificio público o privado a comprar obras de arte: un mural, cuadros o esculturas para embellecer ese espacio… Por ejemplo, en Córdoba se trabaja mucho con la escultura, conozco varios artistas que tienen trabajo durante el año de esa manera. En otras provincias los artistas están exentos de pagar ingresos brutos o pagan menos. El problema con la obra de arte es que con suerte se venden una o dos obras al año, son montos altos pero no se cobra todos los meses.” –dijo Nadia Guthmann.
Los músicos nucleados en MUEBA -asociación de músicos en Bariloche- están juntando fuerzas para conseguir su sede, un espacio para dar clases, realizar conciertos y organizar festivales que den cuenta de la identidad polifónica de nuestro territorio…
“En la situación actual donde el consumo de arte y espectáculos no resulta una prioridad, el rumbo se vuelve difuso -dijo Marcelo Saccomanno, integrante de la asociación-. Hoy nuestros objetivos tienden a visibilizar el trabajo de músicos y músicas de la ciudad, entendiendo trabajo como las acciones artísticas que desarrollamos. Nos estimula avanzar en conseguir un espacio para nuestra sede social. Personalmente sueño con una ciudad que tenga múltiples opciones para quien decida desarrollar su vida en relación a la música. Quien quiera trabajar que pueda hacerlo en los cientos de hoteles y restaurantes que existen en la ciudad, que los artistas que deseen profundizar en su propio lenguaje cuenten con salas equipadas para poder dar conciertos de excelencia y quienes deseen estudiar puedan hacerlo en una escuela superior de música libre y gratuita”
Formación de público de arte
Para que La experiencia estética acontezca es necesario haber ido al teatro, a recitales, exposiciones, entrenar esa sensibilidad, estar expuesto a esa clase de producciones. El programa del Instituto Nacional de Teatro -ahora desfinanciado por este gobierno- ofrecía un programa de formación de espectadores donde los estudiantes iban a una sala de teatro en hora de clase, disfrutaban de la obra y luego dialogaban con los actores y directores sobre aquellas cosas que les había despertado curiosidad.
“No hay museo de arte en Bariloche -dijo Nadia Guthmann-, un lugar para que las escuelas circulen y se familiaricen con obras de arte. Hay una cantidad de exposiciones itinerantes, por ejemplo de Picasso y de Goya que pasaron de largo, venían del Valle y saltaron a Bariloche porque no había lugar donde montarla. Un espacio no es solo para exponer a los artistas locales, sino para poder traer lo que se hace en otros lugares”.
El arte también es una práctica que se hace con otros, tiene una dimensión colectiva y ritual. Los clubes de lectura y de teatro también funcionan como formadores de público, son una buena excusa para encontrarse y hablar de esa obra que conmovió y compartir otras para que ese entusiasmo siga circulando.
La cultura es lo que nos hace sentir bien. El arte es el espacio donde se disputan otras interpretaciones de la ciudad y donde se tejen redes de sostén que nos sacan del aislamiento y de las posiciones individualistas de habitar este lugar. Las políticas públicas tienen que ofrecer las condiciones para que las actividades culturales estén a la vista y al acceso de todos.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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