Mientras en la nube proliferan consejos y formulas financieras cargadas de números y curvas, como si se pudieran multiplicar mágicamente dinero y ganancias como panes, en la tierra los vecinos se organizan para salir adelante con el trabajo de sus manos y acciones muy concretas.
No solo para la danza del compra y venta, sino en la solidez del desarrollo de una tarea conjunta que los encuentra y los impulsa para salir adelante de manera colectiva. Las ganancias no solo son la posibilidad de sustento, sino la potencia que se crea en ese camino.
Es la experiencia del Barrio Virgen Misionera, donde ya se organizaron tres ediciones de una feria de economía popular en el Gimnasio de la Escuela secundaria Amuyén de la que participan familias de las escuelas del barrio, jardín, primaria, secundaria y del Taller Carlos Mujica y familias del barrio en general con la idea de consolidar un grupo para trabajar aspectos de la economía social y solidaria.
“Surgió a partir de una asamblea, cuando dejaron de llegar los alimentos a las escuelas. Si bien ahora llegan, vemos que en las casas está costando un montón llegar a fin de mes. Con un solo trabajo no alcanza, entonces uno de los padres trajo la experiencia de las ferias en escuelas que se hacen en otros barrios. Empezamos a preguntar en la Fundación Gente Nueva a ver si podíamos utilizar el espacio educativo un fin de semana para hacer la feria. La primera vez se inscribieron más de 60 personas”, cuenta Lorena Ramírez, una de las organizadoras.
Poco a poco, comenzaron así a establecer los lineamientos y las posibilidades concretas para llevar adelante la experiencia, tomando algunas definiciones, como la de cobrar un aporte a los feriantes para poder juntar dinero que ayude a algunas de estas escuelas. Ahora, por ejemplo, pudieron aportar 60.000 pesos para el arreglo de una caldera.
“La mayoría de la gente que se acerca tiene experiencia de ferias de hace años, sobre todo de participar en la feria que está ubicada en 25 de Mayo, entonces intercambiamos experiencias para empezar a sostener acuerdos de qué cosas sí y qué cosas no se pueden comercializar, cuántos números de puestos y otros detalles, porque sino lo que surge siempre es la ropa. Son 45 puestos los que entran en el gimnasio, y la idea es que haya variedad y sea también un paseo para la familia”, continúa Lorena.
Así, se fueron multiplicando las propuestas. Incluso el espacio permitió dar lugar al intercambio de recetas, como quien enseñó a hacer pastas caseras o una de las abuelas que compartió su receta de galletas de polenta, que vende en el barrio históricamente. En el medio, se aconsejan y fomentan sobre las mejores opciones y formas de venta.
Potenciar la organización
Para poder desplegar mejor el trabajo, el grupo que impulsa la feria comenzó también a organizarse en diferentes comisiones de trabajo, estableciendo en el camino las condiciones necesarias para el resto de feriantes en tanto la mantención y cuidado del espacio en todos los aspectos, que quedan en un acta acuerdo.
En el proceso surgió además la necesidad del cuidado de las infancias. “Fue un aprendizaje, porque nos habilitaron el espacio y resulta que somos la mayoría madres y en la primera feria no habíamos organizado nada específico para las infancias y fue difícil. Estaban muy felices de estar en un gimnasio, con la adrenalina de encontrarse en ese lugar. Finalmente, una de las adolescentes, hijas de una de las feriantes, se ofreció para, en la segunda feria, armar un espacio y estuvo muy lindo, se pensaron actividades y todo funcionó mejor. Ya para la tercera se sumaron dos jóvenes más, así que son tres que estaban en esa comisión y fue muy lindo”.
Esos pequeños sucesos permiten vislumbrar todos los aspectos que abarca la experiencia, sacando a la luz diversas problemáticas que surgen y a las que, en comunidad, se les va dando solución: si tengo que trabajar ¿qué hago con los chicos? Situaciones que pasan todo el tiempo, no solo en este ámbito, y dejan en evidencia, por ejemplo, la necesidad de apoyo en la crianza.
Aparece también lo vincular como parte de estas relaciones. “Tiene que ser un lugar que nos va a servir no solo a una persona, sino a la comunidad. Fue hermoso como nos pudimos organizar, disfrutar el encuentro y también ver cómo se producen las relaciones intergeneracionales”.
Lorena también destaca el momento del cierre, cuando se hace la asamblea, al igual que al inicio. “Se hace una rifa solo para feriantes y siempre se genera mucha emoción”, cuenta y adelanta que ahora se decidió abrir la convocatoria a invitados e invitadas. “No importa que no sean del barrio, pero tienen que ser conocidos de alguno de los que participan desde la experiencia de la economía social, no es algo individualista. También estamos pensando en abrirnos a otros espacios. Intentamos siempre que sea el primer sábado del mes o el segundo, después sabemos que es más difícil para la gente”.
El entretejido social se fortalece así en medio de tanta volatilidad, con pasos concretos que empujan desde los barrios y hacen de lo pequeño, lo grande.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
Seguí leyendo Al Margen: