Demian Reidel -el principal asesor económico de Milei- convenció al presidente de que tiene el plan perfecto para sacar al país de la crisis: convertir a Argentina en un hub internacional de inteligencia artificial. Patagonia se vislumbra como el lugar estratégico para la instalación de grandes centros de datos por el clima frío, el agua y la energía nuclear. ¿Es posible que la IA favorezca el desarrollo de nuestra economía o todo esto es solo un castillo de naipes?
El periodista Santiago Martínez Cartier en su newsletter El cuarto polo comparó a Reidel con Ronald Richter, el físico austríaco que engañó a Perón prometiendo dominar la energía nuclear mediante la fusión controlada. Los informes de la comisión fiscalizadora a cargo de José Antonio Balseiro pusieron en evidencia que los experimentos nucleares realizados en la isla Huemul eran mentira y que los métodos usados eran inviables. Al poco tiempo se creó el Instituto Balseiro para la formación de ingenieros y físicos nucleares. Años más tarde, Reidel se recibió con honores de licenciado en física en esa misma casa de estudios.
La semana pasada el asesor presidencial viajó a Washington junto a Santiago Bausili -director del banco central- para presentar a Argentina como el paraíso de la desregulación y convencer a los gigantes de la tecnología que el gobierno ofrece las condiciones ideales para convertir al país en el cuarto polo de desarrollo de IA. Mientras tanto, Milei y Reidel están escribiendo un libro donde revelan las bases para capitalizar esta revolución tecnológica y a través del cual el presidente piensa candidatearse para el premio nobel de economía.
Al Margen conversó con la socióloga y doctora en comunicación Verónica Sforzin, autora del libro “Geopolítica de las Tecnologías de la Información y la Comunicación: Un análisis desde América Latina y el Caribe” sobre los recaudos y las estrategias para construir el camino hacia la soberanía tecnológica.
– ¿Es posible que el plan de Reidel favorezca el crecimiento económico del país?
-Es totalmente falso. Lo que proponen es un nuevo sistema de colonización, pero tecno digital. Volvemos a ser los países en donde se produce un extractivismo de nuestras materias primas -el litio y las materias raras que son los materiales que se usan para esta nueva etapa del capitalismo- y de nuestros datos -valores de información para el desarrollo de la inteligencia artificial-. La tecnología se produce y se diseña en el norte global y nos devuelven nuestra materia prima en forma de servicios que son las aplicaciones que usamos. Este gobierno por un lado intenta destruir el sistema científico y tecnológico argentino y venderlo por partes a Estados Unidos. La subordinación a las corporaciones estadounidenses lo único que va a lograr es mayor desigualdad, un país sin mercado interno y sin toda la cadena de valor de la tecnología.
-Parte del plan consiste en construir grandes centros de procesamiento de datos en Argentina. El clima frío y el desarrollo de la energía nuclear en Bariloche colocan a nuestra ciudad primera en la lista.
La Patagonia es un lugar estratégico porque estos centros donde se procesa y se acumula información necesitan estar a muy bajas temperaturas y para refrigerarlas se hacen circuitos de agua congelada. Esta tecnología se vende como una economía verde pero se consume gran cantidad de agua por eso tienen que estar cerca de una represa o de reactores nucleares. Estos centros están en países nórdicos, muchas veces en paraísos fiscales y pertenecen a Estados Unidos y a sus corporaciones. Hay que entender que es una zona privatizada en donde el Estado Nacional cede soberanía. Esa información que es de todos tiene secreto corporativo, no es un bien público.
Nosotros ya tenemos un centro de procesamiento de datos en Buenos Aires que es del estado y se está cerrando. Otro dato que nunca sale a la luz es que se compró una mega computadora que utiliza IA, que está en el servicio meteorológico nacional, para procesar información climática y para impulsar el desarrollo de la ciencia de nuestro país y esa computadora está apagada. Es muy preocupante que se pongan estos nichos en la Patagonia sin regulación, por supuesto que no se les va a cobrar impuestos, usan muy poca mano de obra local en general porque está todo muy mecanizado.
-Se acaba de crear la Unidad de Inteligencia Artificial Aplicada a la Seguridad (UIAAS), con el objetivo de detectar, prevenir e investigar ciberdelitos mediante la utilización de IA especializadas, una de sus tareas es patrullar la redes sociales así como la “Dark web”. Este organismo funciona en la Dirección de Ciberdelito y Asuntos Cibernéticos dependiente de la Unidad de Gabinete de Asesores que conduce Reidel.
-Esto implica comprar servicios que son muy caros, importar esta tecnología significa erogación de dólares. Por supuesto que compramos a paquete cerrado y los datos de los argentinos se los van a quedar estas corporaciones. La aplicación de estas patrullas de vigilancia implica un cambio en el sistema jurídico porque en realidad solo se puede analizar y extraer datos de alguien que está con una orden judicial. Este nuevo patrullaje examina a todos los argentinos, no es una vigilancia en función de la aplicación de un protocolo porque hay una causa judicial, es una vigilancia total.
-Uno de los mayores riesgos que se avecinan es el reemplazo del trabajo humano por una Inteligencia Artificial General. ¿Qué estrategias se pueden llevar a cabo para contener este problema?
-Una inteligencia artificial general no va a tener decisión política. Son los seres humanos los que tienen la capacidad de decidir cómo implementar la tecnología. Atrás de la inteligencia artificial hay corporaciones con nombres y apellidos. Entonces lo que hay que problematizar es cuál es el rol de los estados en la regulación de la aplicación de las tecnologías y en la regulación de todo lo que hace al medio ambiente digital.
Durante la revolución industrial, otro momento de grandes saltos en tecnología a nivel de producción, se hizo generando un montón de masas de desocupados y con aumento de la pobreza. Ahora tenemos estados nacionales que funcionan como un tercer actor que intenta regular entre el capital y el trabajo, tenemos derechos sociales, sindicatos. Hay que pensar qué va a hacer el estado, qué van a hacer las organizaciones de los trabajadores para debatir cómo implementar la tecnología, en qué plazos la implementamos. Por ahí conviene cobrar altos impuestos para redistribuir ese dinero entre la masa de los que quedan desocupados o para generar capacitaciones para que esos trabajadores se puedan reinsertar en otros nichos laborales que se van a empezar a abrir. Esta planificación parece imposible por los tiempos del desarrollo de esta tecnología, todo cambia muy rápido y los estados parecen quedarse atrás. A esto se suma que la gobernanza global de Internet está a cargo principalmente de Estados Unidos y sus corporaciones que no dejan que los estados nacionales tengan peso en este tema. Lo que no se dice es que todas las empresas estadounidenses son lo que son, gracias a la subvención del estado nacional, o sea a los subsidios que dan los fondos financieros de inversión y el estado para que una empresa llegue a consolidarse. En cambio, China está proponiendo que la gobernanza de Internet sea distinta y que los estados nacionales tengan decisión.
-USA no está avanzando en un sistema de regulación de la IA, aunque cada tanto el senado les exija a los ejecutivos de las grandes tecnológicas que den explicaciones. Europa lanzó la primera normativa mundial sobre IA en función del riesgo social. China cerró sus fronteras digitales para crear su propio ecosistema tecnológico. ¿Cuál es la posición más ventajosa para Argentina en este escenario?
-Si vos no tenés la tecnología no vas a ser soberano en esta materia. En el 2015 con la Unasur y la Celac, América Latina dio los primeros pasos en este sentido. Es necesario pensar la soberanía tecnológica en términos regionales, a nivel país es muy difícil. América Latina tiene muy buenas condiciones: científicos preparados, desarrollos universitarios, recursos naturales y es por esto que Estados Unidos intenta frenarnos y dividirnos para que no se construya un polo tecnológico en esta zona. Brasil está intentando poner algún obstáculo a las grandes corporaciones. Pero si avanzamos en términos de unidad latinoamericana también vamos a poder avanzar en la soberanía tecnológica que es soberanía comunicacional también. Existe todo un sistema de manipulación social muy grande, que es parte de los problemas de salud mental de nuestra población. En este momento la clave es aprovechar las condiciones de un mundo multipolar que está naciendo, conectarse con los distintos ecosistemas tecnológicos para no quedar subordinados solamente al de Estados Unidos mientras vamos armando nuestro propio camino.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
Seguí leyendo Al Margen: