El expresidente del Banco de la Nación conversó con Al Margen sobre los proyectos de explotación de bienes naturales. “Planteados simplemente como la explotación de recursos, tienen mucho de fantasía y poco de realidad”, advirtió. El martes llega a El Bolsón para participar de una actividad de la Unión de Trabajadores de la Tierra.
El economista Claudio Lozano participará el próximo martes a las 9 en el galpón de la UTT en El Bolsón (Padre Gutiérrez 2129), del lanzamiento de la Cátedra Libre sobre Soberanía Alimentaria que impulsa esa organización de trabajadores de la tierra. Por ese motivo lo entrevistamos en Ideas Circulares, donde también manifestó su opinión sobre los proyectos mineros y las claves para la construcción de un frente opositor.
Claudio Lozano preside nacionalmente Unidad Popular, el partido que en Río Negro tiene como referente a Rodolfo Aguiar. Fue diputado nacional y durante el gobierno del Frente de Todos Director del Banco Nación, pasado del que no reniega, sino que asume haber librado un debate público por la democratización de las decisiones orgánicas, el replanteo de la deuda externa argentina y la deriva conservadora que terminó en Sergio Massa.
– No es tan usual que un dirigente político haga más de 1600 kilómetros para conversar con una organización de pequeños productores. ¿Por qué aceptó la invitación de la UTT a El Bolsón?
– Es una práctica que forma parte de la rutina del espacio político que integro. Nosotros viajamos a diversos lugares del país donde desarrollamos herramientas de construcción política, entre ellas el partido Unidad Popular y la Central de Trabajadores de la Argentina. Estamos convencidos de que no hay posibilidad de construir una alternativa política nacional sin un enraizamiento territorial y el conocimiento de los problemas de las regiones.
Por eso es muy importante el vínculo con las diferentes organizaciones sociales.
– La agenda de la “economía social” pareciera desplazada, ciertamente a la defensiva por las medidas adoptadas por el Gobierno. ¿Cómo evalúa la dinámica del conflicto social?
– Creo que la coyuntura está dominada por dos situaciones. Por un lado, el final de un ciclo político abierto en 2001, que terminó con lo que fue la experiencia fracasada del Frente de Todos. Digo “terminó” porque se observa el agotamiento de las dos coaliciones que nacieron en el marco de ese ciclo, que fueron parte de los dos últimos gobiernos de coaliciones políticas distintas, que no lograron resolver las problemáticas principales de las condiciones de vida de la sociedad. En ese contexto de orfandad política, los sectores dominantes aprovecharon la oportunidad de profundizar un proyecto que impulsan desde la dictadura de 1976 y que tiene al frente hoy una conducción agresiva, como la de Milei, con una ofensiva brutal en términos de distribución regresiva de los ingresos. Por otro lado, una discusión al interior de las organizaciones que integran la experiencia popular de la Argentina respecto a cómo plantear, por un lado, la resistencia y, por otro lado, la necesidad de una perspectiva distinta. Creo que la resistencia social va creciendo: hubo una oleada importante de movilizaciones desde que asumió el Gobierno hasta la movilización reprimida en el Congreso al momento de la de la votación de la Ley Bases; a partir de allí se vive una suerte de impasse, porque la represión con 34 detenidos fue un golpe importante realmente; y ahora comienza de nuevo a verse conflictividad social, como la represión a los jubilados esta semana. Aparecen además mayorías institucionales que no existían en Diputados; está en marcha la campaña nacional que impulsamos junto a 60 organizaciones para derogar el DNU 70/237.
-Hay un consenso en el Gobierno y en parte de la oposición sobre que los proyectos mineros y otras actividades que puedan venir con el RIGI constituyen un modelo viable de recuperación para la Argentina. ¿Qué mirada tiene sobre esto?
-Cuando se presenta el tema como simplemente la explotación de los recursos disponibles (o naturales, o los bienes comunes), sean estos los hidrocarburos de Vaca Muerta, la minería o la mega minería a cielo abierto, el agronegocio, o el litio en el norte, como la posibilidad de la recuperación de la Argentina, hay mucho de fantasía y poco de realidad. Hay que evaluar varias cuestiones. En primer lugar, la capacidad de agregación de valor que existe al interior de nuestro territorio sobre esos recursos; los encadenamientos internos que esta explotación puede llegar a generar; los impactos que en términos ambientales puede llegar a producir. La experiencia concreta en la Argentina está mostrando que la sobreexplotación de los recursos está produciendo niveles de depredación ambiental sumamente significativos. Por otro lado, creo que la experiencia de saltos de exportación importantes, como el que vivió la Argentina desde los 90 a partir de la consolidación del agronegocio, que se pensaron desde la perspectiva de superar la restricción externa y el incremento de la disponibilidad de divisas, a la larga demuestran que no alcanzan, en todo caso depende del marco de políticas en que se den. De hecho el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones promueve un esquema en que las divisas no van a quedar necesariamente en nuestro país.
– (Lucas Zeni) Creo que la fortaleza que tiene el gobierno es producto del descrédito de la oposición. ¿Cómo se construye una alternativa distinta?
– Demostrando nuevos liderazgos, nuevas conductas, nuevas propuestas que se hagan cargo de la experiencia fracasada. Nosotros venimos de la experiencia de un frente que, en realidad, fue simplemente un acuerdo, que no permitió el debate en profundidad de proyectos al interior y que permitió la consolidación de una deriva absolutamente conservadora. Se observa en las últimas tres candidaturas: Scioli, que forma parte del gabinete de Milei; Alberto Fernández y Massa, empleado hoy de un fondo de inversión que hizo plata con la deuda de la Argentina. Hay un debate abierto y algo claro: nada de lo que nos trajo puede ser la clave de una perspectiva distinta. En este sentido, es necesario armar un frente bajo otras bases, que impliquen una democratización interna y replanteen el vínculo con la trama de la deuda y el poder asociado a ella, que renueve su discurso: entender que no hay política de distribución del ingreso sólo basada en el salario, en una sociedad con 50% de personas fuera del circuito formal; reconocer las experiencias nuevas de la economía social y popular como parte de una reconstrucción productiva distinta.
Por Pablo Bassi
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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