En realidad fue hace 21. Cuando entre mates y humo soñamos fuerte. Veíamos calles llenas de gente sin techo. Revolver la basura, meterse de lleno al manto. Llevar la condición humana al último estadío. La dura realidad del 2001 y sus consecuencias.
Teníamos más ganas de transformarla que de describirla. De ese instinto bajo construimos desde los márgenes una posición incómoda, imprecisa, donde hablaran más ellos que nosotros. Los que habitan al margen de la postal manchada de nieve y montañas.
Desde el costado, sin utilizar las luces del centro, ni los renglones que regala la media página. Desde los bordes que delimitan el territorio y quienes allí habitan. Con impericia, de puras ganas. Con el deseo de querer narrar distinto esta ciudad llena de cicatrices y desencuentros.
De pirámides invertidas sabíamos algo, titular usando nombres de películas y libros famosos también, como construir algún que otro copete llamativo era pura intuición. Pero de como convertir eso en un medio ni puta idea. En esos menesteres no te forma la academia. No hay cátedra que diga cómo se juntan las chirolas para pagar una imprenta, que te enseñe a que las fotos sean algo más que manchas grises y negras en un papel. Que la redacción es adentro de una carpintería polvosa de un barrio perdido del Alto. Que te diga que la división de roles no es lo que enseña la universidad y que entre 2 o 3 se la monten toda completa, sin que se te caigan los anillos.
Ni hablar de confiar en los que hasta ayer te pedían una moneda en la esquina. En llegar silbando bajito y entregar revistas a troche y moche con una libretita de almacenero. De juntar las chirolas en una media vieja y convertir tanto esfuerzo en un producto medianamente aceptable que sirva para que el que estaba arruinado estuviera un poquito mejor, que ganara confianza. Que aquel que nunca iba a llevar un curriculun a ninguna parte pudiera ganarse una moneda dignamente. Que la Gorra que ayer te veía pibe chorro hoy te viera ganarte en la Mitre en una buena.
De eso pliegues se construyó Al Margen, siguiendo el ritmo de los ranchos que largando humo poblaban los barrios que nacían al otro lado de la ruta, en lo alto del alto.
Con compañeros y compañeras que transpiraron la camiseta a cambio de nada o casi nada, que estuvieron firmes en el desatino de pensar una ciudad más justa, menos cruel. En los cronistas que le metieron barro y tierra a la suela. Al que llevó una cámara a donde el resto tenía miedo. A los que confiaron en que siempre es posible torcer el rumbo. A los que se suman en las buenas, a los que sostienen en las malas. A los que nunca se van porque hacen de esto un proyecto de vida, una alternativa política que desafía las leyes de la gravedad y al paso del tiempo que todo lo consume. A todos ellos, a ellas: gracias por el fuego. Seguimos acá por ustedes.
Porque la organización vence al tiempo, porque nuestra fuerza es colectiva, porque nos sostienen quienes nos leen y sueñan parecido a nosotros.
Pero también estamos acá porque al colectivo lo empujaron: El Pollo, Andre, Guillermina, Pía, Melisa, Lo Cascio, Wailer, Flor Taylor, el Talibán, Chaco, Salman, Adela, Lucho, Chaschi, Fabi Agosta, Lu Avilés, Tati, Tatín, Nina, Barrera, Marzal, Patiño, Maru, Cinthia, Lili Durzo, El Rama, Mateo, Lanza, Euge, Julia entre tantos otros y otras que militaron con convicción, apostando a que siempre la salida fuera colectiva.
Hoy pasaron 20 años desde aquella tarde que entre miradas de asombro y con más preguntas que certezas pasamos las hojas con tinta fresca de la criatura que acabábamos de parir y que no sabíamos hasta donde y hasta cuando nos traería. Y sí. Nos trajo hasta acá. A cumplir 20 años enredados en una comunidad que nos sostiene y nos abraza. Que se siente cómplice. Por algo será…Y eso merece celebrarse.
Por Alejandro “Duke” Palmas
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen