Campo en disputa por mayorías circunstanciales, la memoria legitima el presente. ¿Cómo aprenden los chicos el 24 de marzo en las escuelas? Los centros clandestinos de detención en Bariloche.
Un día como hoy, hace 20 años, parado en un atril Néstor Kirchner decía: “Vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades”. Lo hacía en el predio de la ESMA en Buenos Aires, que pasaba de la administración de la Marina al gobierno porteño y de la Nación para refundarse como sitio de memoria. El radicalismo se enojó. Kirchner, entonces presidente, había eludido en su discurso el rol durante el gobierno de Raúl Alfonsín del juicio a la junta militar, empolvado por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos. La película “Argentina, 1985” vino a legitimar ese juicio 40 años después. La memoria, en definitiva, es un campo fértil en disputa por mayorías circunstanciales que no imperan por siempre. Esta semana murió Roberto Perdía, uno de los tres jefes de Montoneros. Pocos lo despidieron públicamente, otros lo habrán hecho a escondidas. Persiste el olor de los “dos demonios”, con el viento nuevo se vuelve más intenso. En su libro “La Voluntad”, Eduardo Anguita y Martín Caparrós cuentan que una encuesta realizada en 1971 obtuvo los siguientes resultados: ante la pregunta ¿justifica usted la violencia guerrillera?, el 45,5% respondió afirmativamente en el GBA, el 51% en Rosario y el 53% en Córdoba.
La última dictadura ocupaba una breve porción del manual de Historia de quinto año de la secundaria del año 2000. Sólo cuatro carillas con fotos incluidas relatan los siete años que destruyeron la Argentina industrial. Ahora es distinto, todo cambió en 2002 cuando el Congreso declaró al 24 de marzo como Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Fue en agosto de aquel año, gobernaba Eduardo Duhalde, ya habían caído muertos Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, después vendría la anulación de los indultos y la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. La ley que conmemora el 24 de marzo mandata a las autoridades educativas a “consolidar la memoria colectiva de la sociedad”, “generar sentimientos opuestos a todo tipo de autoritarismo”, “auspiciar la defensa permanente del Estado de Derecho y la plena vigencia de los Derechos Humanos”.
Hoy se entiende a la escuela como espacio público de debate, me cuenta Lucía Bianchi, integrante del Instituto de Formación Docente en la carrera de Educación Inicial de Bariloche. Si antes reinaba la moralina, ahora las escuelas deberían interpelar a las memorias (en plural) de las familias.
“En mi tiempo de estudiante secundaria no había espacios de reflexión sobre la dictadura”, dice Lorena Heim, 39 años, docente de séptimo grado del Colegio Don Bosco. “Sí reflexionábamos sobre el 2 de abril”. Subraya otro cambio de época: antes, la guerra de Malvinas se estudiaba disociada de la dictadura, hoy no. “Recién como docente accedí a diferentes materiales pedagógicos y políticos, como videos, biografías, entrevistas”, agrega.
Natalia Abelin es docente de la secundaria de adultos de la Fundación Gente Nueva. Dice que enseñar Historia reciente es complejo por la disputa de procesos abiertos. Además, sus estudiantes, con un promedio de edad de entre 25 y 60 años, tienen una representación propia de ese tiempo.
“El desafío es enseñar a problematizar, no dar contenidos unidireccionales, entender los hechos como procesos, preguntarse cuáles son las condiciones para que algo suceda”, dice. “El límite es entender que la Justicia determinó que los crímenes de la dictadura son terrorismo de Estado. La voz que lo niegue tiene que ser confrontada con contundencia y argumentos”.
La ilegalidad de los grupos de tareas que operaron en los centros clandestinos de detención, el ocultamiento y la destrucción de pruebas, impiden aún el conocimiento cabal del plan represivo del terrorismo de Estado. La ley 26.691 de 2011 declaró a esos lugares -donde se torturaron y exterminaron personas, o donde sucedieron hechos emblemáticos- Sitios de Memoria, para facilitar las investigaciones judiciales y preservar el recuerdo de lo acontecido. En Bariloche, la Escuela Militar de Montaña no fue el único eslabón del circuito de represión ilegal en la Argentina. Aunque no estén señalizados con cartelería, la Comisaría 2 del Centro Cívico y el Escuadrón 34 de Gendarmería sobre calle Fagnano están incluidos por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en un listado de lugares de reclusión ilegal del terrorismo de Estado. Al menos desde 2017 la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia tiene en agenda señalizarlos, en articulación con la Nación. No se explica bien por qué todavía no lo han hecho.
Por Pablo Bassi
Foto portada: Eugenia Neme
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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