Lejos del rol vinculado al mero entretenimiento superfluo que se instala por estos días sobre la idea de lo cultural -concepto amplio si los hay- las distintas ramas del arte siguen dando respuestas, como lo han hecho históricamente, a la compleja situación actual en un vínculo estrecho con la comunidad de la que son expresión.
Al mismo tiempo, son atravesadas profundamente por las políticas que lleva adelante un gobierno que, desde el primer día, mostró un desconocimiento pleno -o un intrínseco desinterés- por lo que significan cada uno de los espacios que alimentan el gran entramado del arte y la cultura en todas sus dimensiones: la Ley Ómnibus nació con propuestas de desmantelar espacios como el Fondo Nacional de las Artes, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, el Instituto Nacional del Teatro, entre otras medidas que desfinancian al sector.
En Bariloche, la respuesta al ataque fue rápida, dando surgimiento del Frente Cultural Bariloche, fruto, no solo de la urgencia que demandaba el momento, sino de años de trabajo previo cultivando los entramados de la unidad, la escucha mutua, el trabajo conjunto y el empuje frente a lo adverso.
“Creo que necesitamos encontrarnos, compartir la angustia y transformarla en acción, ya sea pintando mural, mandando notas, haciendo un esténcil. Fue como una catarsis positiva, por llamarla de alguna forma”, recuerda Viviana Dziewa, artista visual de esta ciudad.
Habla de esos primeros días, cuando en cuestión de horas la avanzada del nuevo gobierno sobre entramados históricos se aceleraba. No había tiempo ni posibilidad de reservar un lugar tranquilo y el trabajo articulado de tantos años dio sus frutos en el nacimiento de este espacio que une asociaciones y ciudadanos en defensa de la cultura. “Nos conocíamos entre los grupos, había una cuestión de comunicación flotando que ayudó: se viene laburando hace décadas en Bariloche, incluso, la idea de formar un frente cultural ya estaba latente”.
La primera acción visible fue aquel festival “De Necesidad y Urgencia” organizado por el Frente Cultural Bariloche en el predio de Pasaje Gutiérrez y Tacuarí, donde se construye el Teatro de la ciudad. Más tarde vivieron otras intervenciones, como la del 24 de enero, donde la participación fue visible en un ida y vuelta con la comunidad que también abrió otros espacios y sentires. Que la cultura es la sonrisa, sigue siendo un recordatorio de lo que es capaz. Así también se vio en la intervención de la macha del 8 de marzo, con nuevas puestas en escenas que acompañaron los reclamos en el día internacional de la Mujer Trabajadora.
De todas formas, junto con prepararse para eventos puntuales, la tarea que se desarrolla va más allá, articulando las diversas problemáticas que surgen, de manera puntual para cada espacio, pero también relacionadas. “Todos estamos siendo afectados, pero ahí vamos, focalizando, porque cuesta sostener todas las acciones, también se sufre un desgaste. Es necesario empujar de manera unida”, continúa Viviana y señala necesidades tan básicas como pensar dónde comenzar a reunirse próximamente ya que el frío del hall del teatro en construcción empuja a la migración.
Falsas dicotomías
De diciembre a esta parte, con distintos discursos, el gobierno también ha tratado de instalar la idea de una falsa elección de prioridades, como si se tratara tener que optar entre que llegue el alimento a los comedores o sostener las políticas culturales. Omitiendo en medio del circo una clara decisión de transferencia de recursos a grupos concentrados (el hambre y la pobreza lejos tienen que ver con los recursos destinados al desarrollo cultural) pero, además, con desinformación en torno a qué sale y qué no del Estado para estos espacios, algo que muchos tuvieron que salir a explicar frente al desconociendo de cómo funcionan ciertos entes. “El arte siempre es una manifestación que toma la realidad y la traduce, la plasma, la refleja, ya sea directamente o en forma de metáfora. Nunca es ajena. El arte, la cultura, es parte esencial de las necesidades básicas del ser humano. A veces lo simplifica o se echan culpas: como que hay hambre porque se gasta plata en la cultura. Pero no es así, aunque lo quieran instalar de esa forma”, dice Viviana.
Demián Príncipe, músico que integra MUEBA (la Asociación de Músicos de Bariloche) también recuerda el accionar de los primeros días y el armado que se fue fortaleciendo para conformar el Frente y avanzar sobre diferentes gestiones de manera conjunta, algo que se expandió y trascendió la resolución de problemáticas sectoriales, incorporando, incluso, a personas que no están dentro de ninguna asociación, y que participa desde su vínculo con la cultura.
“Lo interesante es que hay un montón de gente militando y haciendo cosas de distintos sectores, incluso gente que venía del rubro de la salud, también de la Multisectorial, es decir, por fuera del ámbito netamente cultural y que participa de otro tipo de militancia. Siempre pienso que la cultura es algo que nos atraviesa a todos y todas, más allá de que te sientas parte del sector o no. La cultura es parte de nuestras vidas”, dice Príncipe y da cuenta de la resistencia y las propuestas que aparecen frente a el avance que se da desde el Gobierno. “Están avasallando todo mientras achacan con un tipo de propaganda fascista: decir que porque existe el INCA hay chicos que tienen hambre, cuando no mandan las viandas a los comedores, es de un nivel de violencia propagandística gigante. Hay algo de las derechas que les gusta instalar el discurso de esa gente no labura. Alimentan ese odio”.
Por otro lado, sobre la actualidad del Frente señala que ese articulado también se va reformulando, trazando nuevos objetivos, reconociendo esa identidad que se construye en el hacer. “Nos unió el espanto, pero para avanzar hay que dar una discusión que está incipiente”.
En construcción
“Hay que rescatar lo colectivo. No solamente en esto que ocurrió, sino porque estas asociaciones, de cada una de las disciplinas artísticas, ya existían”, señala por su parte Roxana Kupczyk, actriz y actual tesorera de Teatrantes, la asociación receptora de los fondos públicos del Instituto Nacional del Teatro (INT) para la construcción del edificio del teatro público de Bariloche. Así, rescata el trabajo colectivo, que otorgó la fuerza de la organización: “Me parece que es lo interesante, porque si cada uno de los artistas hubiéramos estado individualmente trabajando por separado no se hubiera logrado este surgimiento tan espontáneo y tan rápido, esta unión de las distintas asociaciones. Armamos un gran colectivo a diferencia del ómnibus que proponía Milei”.
Kupczyk se refiere además a la situación del teatro público en construcción que hoy alberga en su hall al Frente cultural, otro de los puntos que inquietan por estos días. Y es que, si bien no es mucho lo que falta, ese tramo que queda pendiente tiene paralizada la posibilidad de abrir el espacio, hoy finalizado en un 80%.
“Nos han cortado todas las posibilidades de subsidio y de promesas que teníamos hasta ahora como para terminarlo. Está faltando la conexión de tubos para que nos den el gas y terminar de poner las calderas, falta la división de los baños. Así como está no tiene habilitación y eso es fundamental para poder accionar y que se desarrollen las actividades que estamos todos esperando. Eso nos falta porque teníamos prometido un dinero de la Provincia de Río Negro al final de la gestión anterior que nunca llegó y ahora se está tratando de gestionar con este nuevo gobierno. Otro que aportó muchísimo todo este tiempo fue el Instituto Nacional del Teatro que ahora está complicado, en este momento es como hablarle a nadie. La municipalidad, además de haber cedido el terreno en su momento, nos ha facilitado mano de obra, materiales, no dinero, pero sí nos ha ayudado bastante en ese tipo de cosas, entonces con ellos también estuvimos hablando. Estamos gestionando desde la Asociación teatrantes la posibilidad de que todos los que tengan poder de decisión vengan y vean lo que está faltando, porque necesitamos un empujón.”
– ¿Qué significa para la comunidad tener este espacio?
-Muchísimo, porque en este momento salas de teatro públicas no hay, salvo la Biblioteca Sarmiento, que tiene una gestión privada, La Llave que es municipal y después nada más. Entonces se hace muy difícil para los elencos tener un lugar para ensayar que sea público, de todos, para presentar obras. No sólo de teatro, porque la sala puede albergar otros tipos de actividades artísticas, entonces sería un gran logro para los elencos, para los artistas, para los músicos y para la gente. Beneficiaría muchísimo en lo económico tener una sala de teatro que realmente sea pública, para la ciudad, es algo inédito. Una sala muy grande, estamos hablando de 300 personas o más, algo que no existe em Bariloche y que sería fundamental.
-Esta es además una ciudad que tiene muchos festivales y movimiento cultural.
-Claro, eso hablábamos con gente de la provincia, para hacer festivales que apoyan, como el Fab, el FIMBA, podrían hacerlos ahí y no tener que gastar millonadas en teatros privados que le cobran al Estado. Acá está la sala del Estado para hacer los festivales que el Estado mismo apoya. Realmente es una decisión política que, es decir: el dinero lo ponemos en este lugar para que esto sea para todos. Esto es para la gente y ellos mismos ahorrarían y ni hablar de las escuelas, por ejemplo, eso serviría muchísimo para poder llevar a los chicos de las escuelas a los espectáculos. Insisto, sobre todo en para llegar a la gente para llegar a todos, porque hoy por hoy cada vez se hace más difícil acceder a actividades culturales.
“Participar del Frente Cultural es una oportunidad de hacer algo artístico en medio de una marcha. Tiene un carácter interesante de intervención, donde, por más que se prepare, surge otra cosa que tiene que ver con lo que pasa ahí, dentro de una manifestación. Tiene eso de sorpresa y de impacto”, dice Eugenia Valente, artista del grupo el Grumo sobre su experiencia en el espacio que convoca a participar de forma libre.
“Se genera como un vínculo muy fuerte entre todos los que conformamos el espacio, donde ponemos el cuerpo desde un lugar artístico y es muy fuerte la sensación, más lo que después pasa: los cometarios de la gente, los registros. Es abierto y vinieron muchas personas a hacer cosas: actuar en la calle, en macha, como modo de protesta y resistencia. Poder mostrar, decir y participar nos genera una felicidad en medio de semejante momento, porque es tejido grupal que se potencia, sosteniendo con el cuerpo y con las ideas las acciones”, dice.
Así, con sus diversos escenarios en un momento de complejidad grande, el Frente sigue adelante, dándole lugar a la creatividad y la acción en los distintos espacios que habita, por estas horas, trabajando para el 24 de marzo, día que las calles volverán a colmarse de memoria.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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