El Silencio de Nieves es una historia que invita a leer otros modos de ser y estar en el mundo para las infancias. Este libro álbum ganó el primer premio del concurso del Fondo Editorial Rionegrino 2023, Al Margen conversó con su autora, Ile Di Bruno, y la ilustradora Mónica González.
Escuché decir a Marlene Wayer -activista travesti- que en su infancia se había inventado un traductor interno para modular la imagen que le presentaba la realidad a través de las propagandas, escenas de películas e ilustraciones de libros infantiles con la de su espejo. En los cuentos, las princesas ni los príncipes le ofrecían figuras donde reconocerse. Entonces ella traducía los modelos del mundo exterior para poder reflejarse en él y sentirse parte. El silencio de Nieves es el cuento que Marlene hubiera querido leer de pequeña.
Desde sus primeras páginas el lector es convocado a adentrarse en un paisaje conocido y extraño a la vez, a partir del juego del Veo, veo. ¿Qué ves?: un muñeco de nieve, una lenga de hojas gigantes, un perro acurrucado y un chucao. El lector sigue las travesuras de la protagonista y la observa divertirse con las cosas maravillosas que están a la vista: los copos de nieve, las piedras, su cuerpo.
-¿De qué va esta historia?
-Trata muchas capitas de sentidos -dice Mónica-. Una es la de explorar el cuerpo a través del juego. Jugar, probar, ver lugares o situaciones de placer. Trata de hacer un poco de existencia libre, con todos los condicionamientos de la libertad, lo tensionada que está hoy esa categoría. También va de intentar representar aristas específicas de las teorías queer o cuir: en lugar de la vergüenza buscar otros vínculos posibles de afecto, irrumpir en lo binario.
-¿Cuál fue la apuesta?
-Yo quería contar la historia de esas infancias que, a veces, por hacer esos juegos -dice Ile- son increpadas por los adultos, amonestados por lo que se supone correcto e incorrecto. Quería que esas infancias se vean jugando sin ninguna regla que se lo impida más que su deseo.
Apostamos a hacer un ejercicio de derechos sobre las identidades -dice Mónica-. Intentamos abrir la puerta a esa categoría en tiempos donde lo conservador abruma, atropella, destroza. Nieves trae aire fresco, va de la mano con las políticas públicas de derechos.
-¿Cómo nació el libro?
-Ile me invitó a crearlo juntas con una idea que le venía rondando -dice Mónica-. Las decisiones de ilustrar, como de escribir, estuvieron muy entrelazadas desde un principio. Todo el proceso del libro álbum, como lenguaje con sus propios códigos, nos trajo desafíos en la co-construcción o creación de un relato más destinado a las infancias libres, a la posibilidad de elegir entre más de dos posibilidades.
-¿Qué decisiones tomaron en relación a la palabra y a la imagen?
-Me gustó trabajar con el juego del Veo Veo -dice Ile-. Pone en evidencia las cosas que vemos y las que no y da lugar a la magia de encontrar algo que el otro no ve, o no puede ver o no quiere ver, como también la posibilidad de ser vistos.
El grabado, la monocopia, multimatrices y la mugrecita gráfica -dice Mónica- arman la idea estética que articula todo el relato. La suciedad, lo ambiguo, la tormenta, lo que está en movimiento permanente. Problematizar estereotipos para construir más allá de la representación del muñeco de nieve y plantear ideas visuales del territorio patagónico, como la nieve, el chucao, el suelo rocoso y la lenga.
En El silencio de Nieves la rima tradicional del Veo Veo da otras vueltas: ¿Viste a Nieves? ¿Viste copos de Nieve? Nieves nos ha visto también. Así la adivinanza se tuerce, da otros giros y abre nuevas posibilidades de juego. Como dice María Marta Quintana en la contratapa: “veo a Nieves componer otros arreglos de géneros, afectos y compañías”. Este libro álbumes una gran ocasión para intercambiar lecturas y en esa conversación pensar horizontes más libres para las infancias.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de comunicación Al Margen