Había alegría porque éramos muchos. Docentes, becarios, porteros, artistas, periodistas, murgueros, integrantes del pueblo Mapuche, científicos cantaron a viva voz “La Patria no se vende” acompañados de tambores, saxos y trompetas.
Había algo de carnaval: la intención de exorcizar todo lo malo que amenaza con este gobierno de derecha. Actores enmascarados representaron a un presidente con una moto sierra de papel maché manipulado como un títere por el Tío Sam -personificación de los Estados Unidos- y a su ministra de seguridad trastabillando con armas en las manos. Detrás, los seguía La Patria Encadenada.
“La resistencia a los tiranos la marca el pueblo en la calle -dijo Adrián Moyano, escritor y periodista. Yo no confío en el Senado ni en Diputados. No creo en el poder que se ejerce de arriba hacia abajo, creo en la movilización, en el empoderamiento de las organizaciones anticapitalistas, anti patriarcales. Hay que agudizar la lucha. Lo que sucede en Argentina es una reestructuración del capitalismo a nivel global. En todo el mundo hay avances de la derecha pero también de las resistencias. Aquí estamos”.
Ante el discurso avasallador de los libertarios, la gente marchó con sus derechos colgados sobre sus espaldas. Frases como “En Conicet no sobra nadie”, “Cultura es memoria”, “Ciencia es igual a desarrollo nacional”, “Defendamos la educación pública de calidad”, configuraban la identidad de la Argentina que no queremos perder.
“Tenemos que recuperar la calle -dijo Vanesa Gallardo, docente, poeta mapuche-. Sobran los motivos para estar acá. Como parte del pueblo Mapuche nuestra movilización es por la vida, por todas las formas de vida en el territorio. Este gobierno pretende dejarnos sin derechos, es muy grande lo que nos quieren quitar”.
En la plaza de los Pañuelos, una ronda de cantos ancestrales crecía a medida que la gente se sumaba a ese gran círculo.
“Pienso que es un momento en el que todos los sectores tenemos que estar juntos construyendo, aun en las disidencias -dijo Anahí Mariluán, cantante y activista mapuche-. Pienso que es importante que estén las mujeres indígenas que traccionan la defensa del mundo en el que vivimos. Creo que es un eco que debe rebotar en la conciencia de las personas que están en sus casas pero que se ven afectadas por la tristeza de otros. Pienso que el canto colectivo aun en su silencio es una forma de existir, que va a emerger y cada vez con más fuerza”.
Un mar de fuegos flameó a lo largo de toda la plaza. “Estoy contenta porque los artistas de Bariloche nos unimos para encender la lucha por la cultura. Hace días que venimos preparándonos para intervenir en esta movilización” -dijo Eugenia Valente, integrante del Frente Cultural Bariloche.
En un momento las mujeres mapuche se acercaron al centro del círculo y alzaron sus kultrunes, las voces del coro entonaron una chacarera debajo de los arcos y los tambores y platillos repiquetearon “La Patria no se vende”. La Plaza de los Pañuelos retumbó con intensidad porque éramos muchos, porque estábamos juntos.
Por Verónica Battaglia con fotos de Pablo Candamil
Cooperativa de comunicación Al Margen