El lunes 20 de noviembre afirmamos que era necesario desensillar hasta que aclare. A un mes y días después, comienza a aclarar y por eso volvemos a ensillar. La entrega de la Patria (el patrimonio de todos los que habitamos la Argentina) encontrará en los que defendemos el trabajo y la producción un muro de contención.
El ajuste y la represión son propios de la bestialidad digna de aquellos que no creen en la hermandad entre las personas. Sostienen, sueltos de brazos, que su aparente fuerza para “ordenar la economía y la sociedad” es un derecho. Sin embargo, la fuerza es el derecho de las bestias.
A una semana de asumir, los ex ministros de Mauricio Macri (Luis Caputo y Patricia Bulrrich) vuelven a ser la cara visible del nuevo gobierno electo. La premisa es clara: recesionar la economía para bajar la inflación y al mismo tiempo reprimir a aquellos que se opongan (sino que explique la Ministra cómo pueden movilizarse 50 mil personas por una vereda). Evidentemente, con 55% de los votos, poseen legitimidad y legalidad para intentar avanzar con estas políticas que sostuvieron durante toda la campaña electoral. Lo grave no es la brutalidad de dichas políticas ni la improvisación de las mismas sino su ignorancia ante las consecuencias de las mismas. Paralizar el comercio, tornar inaccesible la compra de alimentos básicos y dilapidar la poca capacidad de ahorro e inversión que todavía tenía parte de la sociedad no es “aguantar” es lastimar.
El presidente Javier Milei designa como la“persona indicada para desarmar las Leliqs y terminar con la inflación” a la misma persona que junto a Federico Sturzenegger (presidente del Banco Central de Macri) crearon las Leliqs para terminar la inflación pero la quintuplicaron en 3 años. Así como en el 2001 el ex presidente De la Rua convocó nuevamente a Domingo Cavallo luego del fracaso de la Plan de Convertibilidad que él mismo había implementado, el presidente convoca a Luis Caputo: el mismo que integró el equipo económico que creó las Leliqs, tomó la deuda más grande de la historia de la Argentina y espiralizó la inflación.
Entre el 2015 y el 2018, Luis Caputo y Federico Sturzenegger: llevaron la deuda argentina del 52,6% al 86% del PBI, rebajaron el PBI per cápita a la mitad, llevaron la inflación del 17% al 53%
Ahora bien, aún este contexto brutal, aquellos que andamos por la vida actuando desde el principio de solidaridad (noción de la justicia social) y no desde el principio de competencia (noción anglófila de la vida), se abre una oportunidad. Volver a estructurar un frente nacional y popular que se estructure desde el trabajo y la producción. Por dos motivos sencillos y a la vez complejos: a) el trabajo y la producción serán los grandes perdedores de este modelo económico y b) porque rompimos nuestro proyecto de país cuando nuestros dirigentes beneficiaron más la especulación financiera (tasas de interés inéditas, devaluaciones y pérdida del poder adquisitivo ininterrumpidas) que le creación de trabajo a partir del aumento de la productividad industrial. Cada uno pondrá la temporalidad que considere pero todos recordamos cuando fue la primera devaluación de este ciclo económico.
Al mismo tiempo, no hay manera de organizar un frente nacional y popular que se estructure desde el trabajo y la producción desde una lógica de acumulación de poder político de “arriba para abajo”. Tal vez sea momento de recuperar un concepto central de nuestra historia que nuestros dirigentes dejaron de utilizar: construir, crear y organizar poder popular. Esto significa hacer parte de las decisiones de la vida política (desde una sociedad de fomento hasta la Presidencia de la Nación) al pueblo. Por eso es un grave error que la discusión política gire en torno a nombres de dirigentes y no en torno a las necesidades del pueblo. Es en la vida cotidiana de los que tenemos al lado nuestro donde se realiza la “gran” política. Ser funcionario es un mérito solo en la medida en que ese cargo este respaldado por poder popular sino es una cáscara vacía.
Argentina será nuevamente una potencia y un faro global pero no a través de un país que deja afuera del sistema productivo al 30 o 40% de su población mientras el resto usufructúa los beneficios de las riquezas que disponemos (como sucede en muchos países de Sudamérica). Nuestro mandato desde el 17 de octubre de 1945 es inamovible: la Justicia Social que es el único camino capaz de generar (como ya lo hizo durante el siglo XX) pleno empleo, distribución justa de la riqueza y oportunidades de vivir con dignidad en la tierra donde nacimos. La competencia no es un mérito humano, es una creación inglesa de organización social que se expandió al mundo a través de guerras, coloniaje y esclavitud. En cambio, nosotros sostenemos que la solidaridad es la columna vertebral del trabajo y la producción.
Los labios del pueblo, que se habían hecho para la sonrisa, por la inercia de los gobiernos despóticos y oligárquicos sólo conocían el odio y las negaciones.
Evita
Por Juan Martín Azerrat
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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