Cuando parecía que el papel había pasado a la historia en el tiempo de la supremacía digital, la comunidad de estudiantes y profesores del Bachillerato Popular Furilofche publica su tercera edición impresa para que el paisaje de los barrios también pueda ser contemplado.
Los autores escriben desde el saber de su experiencia: una experiencia que parte de estar cerca de lo que se cuenta pero también de haber compartido e intercambiado ideas y sentires con sus compañeros y docentes. La esencia del Bachi -ese espacio que abriga, donde los estudiantes se sienten parte y su voz es valorada- se lee entrelíneas a lo largo de la revista.
Marcos tiene 21 años, no pudo terminar sus estudios por la pandemia. Cursa tercero en el Bachi para obtener su título de bachiller. Escribió una crónica sobre las últimas horas de su amigo Manuel Benítez, refugiero del Frey. Esta muerte está siendo juzgada en los tribunales de Bariloche donde el único imputado es el concesionario del refugio. Esta crónica pone el foco en las responsabilidades de las instituciones que regulan los refugios, así como también relata cómo los trabajadores de la montaña se organizaron para reclamar por mejores condiciones laborales a partir de la tragedia.
Marcos lleva tatuado la imagen que está en la tapa de la revista: Manuel con la mochila caminando hacia la montaña. Solían escuchar La Renga juntos y Manuel le enseñó a tocar el piano. Ahora Marcos da clases de teclado y le gustaría dedicarse a la música. “Me hizo bien escribirla -dice Marcos-. Me sentí mejor conmigo mismo. Había mucha gente que escuchó muy por encima esta historia. Yo quería que se conozca bien”.
Con el apoyo de la Universidad de Río Negro -en el marco de un proyecto de extensión- imprimieron una primera tirada. A la presentación de esta edición vino toda la comunidad del Bachi, amigos, vecinos, docentes de la universidad y también familiares de Manuel Benítez. Marcos conmovió a la audiencia cuando leyó la frase final de su crónica: “Manuel no era solamente un refugiero, fue un amigo, un maestro, un hermano, un padrino y dejó atrás a una familia que sigue esperando que se haga justicia”.
Astrid tiene 49 años, trabaja en una remisería desde la mañana temprano y luego va a cursar al Bachi hasta las 22 horas. Eligió escribir una nota sobre Educación Popular. “Nunca antes había escuchado esas dos palabras juntas. No sabía que existía una manera diferente de enseñar y aprender. Cuando era chica una maestra me daba coscorrones si me equivocaba cuando pasaba al pizarrón. En la secundaria, me enamoré, me quedé embarazada y dejé la escuela”, dice Astrid. Este es su último año y la experiencia de hacer una revista y presentarla la llenó de orgullo. Le gustaría seguir estudiando literatura o antropología en la universidad.
La editorial escrita por Sergio, patrullero del cerro Catedral, nos introduce a los contenidos de la revista, nos muestra cuáles son los problemas que importan para los docentes y estudiantes. El conflicto con la comunidades mapuche, en especial el brutal desalojo de las mujeres e infancias en la zona del lago Mascardi. Lo que le llama la atención al autor es que los derechos reivindicados por la lucha feminista no se respetan cuando son las mujeres originarias las que los reclaman. Otras notas se adentran en la problemática de los barrios, la contaminación, los basurales clandestinos como también los proyectos de huerta comunitaria y de talleres que crean comunidad y posibilitan nuevos proyectos. También hay lugar para la poesía, el cuento, los dibujos e ilustraciones.
Milton, profesor de lenguaje y comunicación nos cuenta que llevar a cabo este desafío no fue fácil. Si bien el Ministerio de Educación reconoce el título de los estudiantes, los docentes no cobran una remuneración por su trabajo, ni la escuela tiene un edificio propio. Las clases se dictan en el salón de usos múltiples de un complejo de edificios en el barrio 169 Viviendas y la municipalidad se encarga de los servicios. Costó arrancar el 2023 porque se quedaron sin luz por falta de pago y estuvieron un tiempo sin clases hasta que le prestaron aulas en un colegio secundario. “Al principio –cuenta Milton- los estudiantes no querían poner su nombre, pero luego de un largo proceso de escritura y edición colaborativa se animaron no solo a firmar sus notas sino también a pararse delante de un público para leer su texto”.
El plan es hacer una segunda tirada para difundir la revista. La propuesta es llevarla a las escuelas secundarias así como también acercarse a las radios para que se escuche la voz de los estudiantes del Bachi. La versión digital está subida a sus redes. Facebook: Bachi Furilofche – Instagram: @bachifurilofche
En Furilofche desde el Bachi el lector recorre la ciudad por el filo, atraviesa un terreno inestable desde donde se descubren otras vistas de Bariloche, pero da vuelta las páginas con la sensación de que al final de la travesía nos espera la salamandra recién encendida y una ronda de mate.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
Seguí leyendo al Margen: