A pesar de la tarea esencial que realizan quienes asisten a otras personas, esta labor sigue siendo invisibilizada y todavía se realiza en los márgenes de un sistema que da pocas garantías. Por eso, la conformación del Sindicato de Cuidadoras y Cuidadores Domiciliarios, Polivalentes e Institucionales, Acompañantes Terapéuticas y Enfermeras significa un hecho histórico para un sector clave que necesita avanzar en la conquista de derechos fundamentales.
Desde hace 32 años que Ana María Haro trabaja cuidando personas. Empezó muy joven, para poder ayudar en la economía del hogar. Después se transformó en una vocación que se fue profesionalizando y convirtiendo en sustento a lo largo de la vida. Cuenta que sus hijos se criaron entre los adultos mayores que ella acompañaba: por temporadas pasaba los fines de semana adentro de otra casa y dejaban que la visiten. También, en muchas oportunidades se llevó a sus pacientes -ella no dirá pacientes- a pasar las fiestas en su casa porque no tenían con quién estar. En distintos periodos de su vida realizó turnos nocturnos para poder, durante el día, ir a buscar a los chicos a la escuela.
Como en su caso, son muchísimas las mujeres, principalmente, las que realizan esta tarea que está tan invisibilizada y que a veces no tiene límites: las labores se van ampliando y multiplicando como la onda de una piedra sobre el agua y los bordes son difusos. A pesar de lo esencial, de ser una de las tareas elementales en la vida de las personas que necesitan ser cuidadas, poco se cuida a los que cuidan y todavía están en los márgenes de un sistema que da pocas garantías.
Para poder ser prestadores de las obras sociales -las que cubren cuidados- deben ser monotributistas y esperar a que el afiliado cobre y les deposite. Facturan por hora. Las vacaciones y el aguinaldo dependen de la posibilidad y la buena voluntad de la familia empleadora, carecen de obra social, ya que hace años que la elección es imposible -la realidad es que cuando van a hacer los trámites tras la elección por sistema les dicen que no aceptan más afiliados- si se enferman o se lastiman, no cobran. Después de una vida de servicio, se jubilan con una jubilación de ama de casa o discapacidad, ya que en muchos casos terminan con lesiones por las tareas que conlleva su hacer.
Por eso, la creación a nivel provincial del Sindicato de Cuidadoras y Cuidadores Domiciliarios, Polivalentes e Institucionales, Acompañantes Terapéuticas y Enfermeras C.U.I.D.O que tuvo lugar días atrás en Viedma constituyó un hecho histórico para el sector. Organizarse es la única forma, aunar los puntos en común, ajustar el entramado para que no se rompa.
“Hace cuatro años que veíamos trabajando como agrupación, haciendo un trabajo de hormiga para ir creciendo y dar este paso que significa un gran aprendizaje para nosotras y para todos los trabajadores, porque el cuidado sucede en distintos domicilios, todos aislados, entonces no teníamos un punto de encuentro hasta que se conformó la agrupación”, recuerda Ana María Haro, flamante secretaria general del nuevo sindicato.
Para participar de la conformación, hasta la capital rionegrina llegaron decenas de trabajadoras de distintos puntos de la provincia, como Fiske Menuco, Chimpay, Choele Choel, Pomona, Beltrán, Fernández Oro, Allen, Villa Regina, Viedma y Patagones. Hubo sonrisas, alegría y emoción por un encuentro que significa un gran paso: la fuerza de lo colectivo siempre.
“Antes cada una la peleaba sola desde su lugar de trabajo, sin poder reclamar. Tenemos casos donde una trabajadora ha estado hasta 6 meses sin cobrar y cuando ibas a la obra social te decían: solo le podemos brindar la información al afiliado. En otros casos se les depositaba a las familias y estas no lo transferían, muchas situaciones complejas donde el trabajador paga las consecuencias mientras siguen costeando el monotributo, un monotributo que a la vez te va recategorizando con lo cual cada aumento se va diluyendo”, repasa.
Entre los avances Ana destaca que, gracias a la organización, se haya abierto un camino con IPROSS, Obra Social de la Provincia de Río Negro, un diálogo que permite ir revisando algunas situaciones, como la escalada, después de cinco años, en la tarifa para cuidadores que recibe el afiliado. Pero el camino es largo. “Al no existir contratos laborales no hay reglamentación de ningún tipo para los cuidadores. No tenés derecho a vacaciones, aguinaldo. No estamos bajo ningún régimen, y eso tenemos que lograr”.
Imprescindibles
Como contracara de esta falta de visibilidad y contención, las imágenes de la pandemia todavía surcan la memoria. Es aquellos días de calles vacías los cuidadores y cuidadoras ocupaban el lugar de esenciales. “Hemos atravesado la pandemia trabajando y llegando a las casas como podíamos. Era terrible, porque los únicos que se movían eran los taxis que acá en Viedma cobraban más de 1.000 pesos -del 2020- para cruzar el puente a Carmen de Patagones, por ejemplo. Las compañeras se caminaban kilómetros para llegar a un domicilio. Éramos las únicas que estábamos en circulación”.
Por eso, ahora que comienzan este andar también comienza el trabajo meticuloso para dar generar un marco legal que pueda resguardar al sector. En ese sentido, se encuentran elaborando hace ya dos años un proyecto que los contenga, ya que antes pertenecían al sector de salud y ahora pertenecen a desarrollo social.
“Estamos finalizando un proyecto de ley para que se tenga en cuenta esta modificación, y que no solo figuren las obligaciones sino también los derechos para el trabajador, que no están contemplados”, explica. Entre lo que sí está detallado es que para estar matriculado se deben tener una carga horaria de más de 300 horas de formación, algo que después no se condice con la realidad de la falta de capacitación que se registra en el sector, otro de los reclamos que realizan. “Es importante, no solo porque lo necesitás para la matrícula, sino porque hay muchas cosas a tener en cuenta para brindar este servicio. Antes no existían los cursos que hoy hay, y había muchas más lesiones porque no sabías manipular al paciente. Una se lesionaba por no saber. La ley dice que debe haber cursos de manera anual, por ejemplo, y seguimos esperando que se aplique. Mucha gente afiliada a una obra social no puede acceder a cuidadores porque no hay matriculados que puedan facturar”.
Sobre los desafíos como sindicato Ana señala que sería muy interesante que cada localidad en la provincia tenga su propia delegación: que haya una comisión directiva, pero estas estén representadas en sus localidades. “Se trata de crear redes, compromiso, organización. Tenemos que seguir laburando y no cansarnos”, dice.
“Estos cuatro años han sido de lucharla a pulmón. Empezamos a golpear puertas por la vulnerabilidad y llegamos a la CTA Autónoma donde, desde el primer momento nos contuvieron y la misma realidad nos fue llevando a esto: primero avanzamos como agrupación, pero la agrupación no tenía poder legal para sentarnos a hablar y ahí dijimos: sigamos avanzando. Hoy llegamos a ser un sindicato que crecerá como ha crecido de un puñado de cuatro mujeres a 400 afiliados”, dice y señala: “Se ha desarrollado un sentimiento en mí y es que ojalá la cuidadora que me tenga que cuidar tenga sus derechos respetados. Que no tengan que estar en las condiciones que a mí me tocó trabajar”.
El surco se abrió para seguir bregando por los derechos que permitan conquistar puntos clave como es una tarifa que reconozca y valorice la tarea de cuidadoras/es, acompañantes terapéuticos y enfermeros, la necesidad de contar con una obra social y la necesidad de avanzar en capacitaciones que den mayores conocimientos y regularice la situaciones de aquellas trabajadoras informales que aún no tienen su matrícula, entre otros puntos que ahora comienzan a desarrollarse a nivel provincial, extendiéndose a diversas localidades ávidas de compartir la experiencia de la organización.
El desafío no es solo a nivel local, ya que queda pendiente una ley nacional que formalice los servicios socio-sanitarios otorgando derechos laborales y amparo legal al sector.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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