Cuando llegan a cuarto grado los alumnos y alumnas de las distintas escuelas a lo largo y ancho del país realizan la promesa de lealtad a la bandera argentina, un acto que tiene lugar el 20 de junio, día del fallecimiento del general Manuel Belgrano, y que pone de manifiesto diversos valores de la patria soberana.
En estas tierras, ese acto comienza lentamente a repensar lo nacional abrazando la diversidad que lo compone. Y si de cambios para un futuro mejor se trata, qué lugar más apropiado que las escuelas para comenzar a reflexionar sobre un mundo que, lejos de ser uniforme, necesita ceñir las distintas cosmovisiones que lo componen. Un mundo, donde quepan todos los mundos.
“Es interesante conversar sobre la interculturalidad desde la educación. La escuela sigue teniendo una matriz quizás normalista y la mística del patriotismo y lo Nacional sigue muy vigente. Pero con años de trabajo y debate, se pueden abrir otras puertas hacia lo que llamamos lo nacional. Dejar esta idea aferrada al patriotismo, al nacionalismo del siglo XX y volcarnos a lo que es la diversidad cultural, a la pluriculturalidad, a reconocer y no dejar invisibilizada otras comunidades, otras formas de cultura, otras identidades”, dice Silvia Hollosy, vicedirectora de la escuela 298 de nuestra ciudad.
El trabajo lleva tiempo y no es fácil. Requiere de un cambio en una mirada muy arraigada en la sociedad. “Tenemos todo un desafío sobre la interculturalidad. Estamos insertos en una comunidad donde está invisibilizado el tema de los pueblos originarios, o es un tema que muchas veces remite a lo que se ve en los medios (que pocas veces es positivo). Entonces, traerlo a la realidad de la escuela ha generado polémica”, continúa y señala que, es desde ahí, que se encuentran pensando el tema junto con las comunidades que son parte de pueblos originarios y docentes comprometidos con la posibilidad de cambiar esa mirada y pensar en cómo acercar, de una manera amorosa y respetuosa, todos los valores, todo lo que legitima el saber de las culturas originarias dentro de este contexto, donde hay una resistencia.
Es en este diálogo, donde no hay formas estancas, es que en esta escuela en particular se trabajó la posibilidad de realizar este año la presentación de la wenufoye el 11 de octubre para darle otro tipo de carácter, de impronta más reflexiva, y “poder entender que los pueblos originarios son preexistentes, son parte nuestra y están presentes”, continúa Silvia y manifiesta que muchas veces en el aula los chicos se refieren a los pueblos originarios en pasado. “Sin embargo, son parte de nuestra comunidad y los hacemos presentes desde un lugar de cuidado para todas las identidades y para que las familias puedan reflexionar acerca de lo que proponemos. Algo que en realidad se propone a nivel nacional, porque están amparados por leyes y es un derecho. Eso también es algo que la escuela no puede desatender”, señala.
Asimismo, caber recordar que la declaración de Bariloche como municipio intercultural reconoce entre sus fundamentos que “la ciudad se encuentra asentada sobre el territorio que habita desde siempre el Pueblo Mapuche y demás pueblos originarios de la región, preexistiendo a cualquier tipo de organización estatal”. Asimismo, en el artículo 210 de la Carta Orgánica Municipal se establece que “la Municipalidad, entre otros puntos, no solo debe garantizar el respeto a la identidad de este pueblo, sino promover el derecho a una educación bilingüe e intercultural que contribuya a preservar y fortalecer sus pautas culturales, su lengua, cosmovisión e identidad étnica, procurando su desempeño activo en un mundo multicultural y el mejoramiento de su calidad de vida”.
El ruido de rotas cadenas
“Mi hijo transita su cuarto grado, que es cuando las escuelas argentinas prometen a la bandera desde hace unos pocos años, y desde 1906, la juran. Esta construcción de nacionalismo responde a discursos de principios de siglo, junto con el avance de las nacionalidades puestas al servicio de la danza, de la cultura, de los emblemas, de los signos. Pasado ya unos cuantos años es que creemos, desde el pueblo mapuche, que es importante visibilizar la bandera nuestra y en ese sentido es que propiciamos la presentación de la wenufoye en distintas escuelas del territorio mapuche”, dice Anahí Mariluan, cantora mapuche, consultada a partir de una publicación que conmovió mucho en sus redes: “Desde 1906 en Argentina todos los 20 de junio se jura – promete la bandera cuando los niños tienen 8 o 9 años. Nuestro pequeño Ayün no lo hará porque presentaremos comunitariamente la wenufoye cuando nazcan flores. Todo esto, fruto hermoso de la demanda y acompañamiento de docentes de la escuela 298, lamngen y directivas que vienen sembrando -no sin dolor y humillación- “el derecho de nuestros hijos”. Alrededor del 20 de junio también, el pueblo mapuche celebra wiñoy tripantü, la renovación del ciclo de la naturaleza. Por esta oportunidad de renovar la savia y proyectos es que deseo que se renueven también los ciclos para todos los que pisamos el territorio y que ya no se trabaje en pos de nacionalismos únicos soslayando la presencia mapuche, la nuestra. Como en un jardín con flores de todos colores, deseamos que nazcan brotes nuevos en el corazón de todas las escuelas que proporcionen diversidad, interculturalidad y humanidad”.
Ampliar esas perspectivas desde las infancias, parece fundamental en ese camino y para las escuelas dar a conocer el mundo que nos rodea se vuelve una tarea de suma importancia, ya que es muy difícil comprender a un otro desde el desconocimiento.
“Está instalado esto del mapuche violento, pero hay otra forma de ver la realidad y lo reflexionamos y pensamos con el resto del equipo, con las docentes, con la comunidad, acerca de la forma de poder introducir esto, los valores y todo lo que tiene que ver con la cultura mapuche desde un lugar que no implique resistencia, miedo”, continua Silvia. Dice que avanzan con pequeñas cosas, sin embargo, son inmensas: el conocimiento del lenguaje, la relación que tiene el pueblo mapuche con la tierra, el cuidado al medio ambiente, los juegos.
“Abrimos el eje de forma transversal en las distintas áreas, sociales, educación física, en ESI. Las familias involucradas en el proyecto trajeron material, brindado sus saberes, experiencias, se acercaron a los grupos. Eso también hace que la relación o la introducción de este tema sea más ameno, desde un lugar del entendimiento y de la comunicación. Porque, es algo que pasa en la sociedad y en la escuela se ve, nos falla la comunicación y necesitamos tener un diálogo de ida y vuelta. Eso también nos planteamos con el proyecto”.
“Junto a otras docentes y mamas, mapuche y no mapuche, nos unimos en el deseo de construir un mundo mejor para nuestros hijos y alumnos y propusimos y buscamos nuevas formas en la escuela que inviten a nuestras infancias a valorar y a enriquecerse de las diferencias, a sentirse orgullosos de lo que los identifica y a relacionarse desde el amor, la empatía, la solidaridad, y el aporte que cada uno puede realizar en pos de una sociedad más justa, donde todos nos sintamos valorados y respetados”, dice Andrea, mamá y docente de esta escuela.
“Con ese deseo y en este contexto en nuestra escuela festejamos que, si este el 20 de junio hay una bandera argentina el próximo 11 de octubre también va a haber una bandera mapuche que abraza en este territorio a tantos de nuestros hijos. Sigue siendo todo un proceso de construcción, empezamos a tejer como una red de gente que nos identificamos con el mismo deseo”.
La noble igualdad
Aunque con el tiempo va tomando más fuerza, lo cierto es que la labor docente en relación a la interculturalidad es un camino que varias personas vienen desarrollando hace largos años. “Toda mi carrera docente, que es de 24 años más o menos, se ha desarrollado en escuelas pública y como mujer mapuche es que en las escuelas públicas donde he estado y estoy trabajando he tratado de llevar este laburo que es de hormiga”, dice Mariana Morán y señala que no es la única, recordando, entre otras organizaciones a la Pu Pichike Choike que también viene trabajando, hace muchos años, en esta línea de acompañar las infancias en la ampliación de derechos.
“También soy parte de esta organización que trabaja en la revitalización del mapuzungún y lo que venimos haciendo son pequeñas propuestas en el marco de la promesa de la Bandera Argentina y de Río Negro. Como garantistas de derecho que debe ser la escuela pública, empezamos a introducir el trabajo de la presentación de la wenufoye, más allá de que haya en las escuelas estudiantes de origen mapuche o no. Quizás hay estudiantes de origen mapuche, pero que no se reconocen, pero la escuela, como dice la legislación provincial y nacional, debe garantizar la posibilidad de que el niño o la niña acceda a su identidad. Entonces lo que venimos trabajando en esta perspectiva de garantías de derecho y lo que sucede es que muchos estudiantes y muchas familias se animan a decir: sí somos de origen mapuche. Algunos dan el paso de presentar públicamente la bandera y otros más tímidamente lo hacen más adelante y se respetan totalmente esos tiempos”.
Mariana es vicedirectora del turno tarde en la escuela 328, donde, a nivel institucional en ambos turnos, por decisión del equipo directivo y consenso con plantel docente, se viene trabajando la interculturalidad y ya hace cuatro años que está incorporado en el Proyecto Educativo Institucional la interculturalidad trasversal a todas las áreas. “Es un trabajo que se viene haciendo de a poco y que de a poco también se está ampliando a que se trabaja en todos los grados de la escuela. Este año, en la escuela 328 estamos proyectando, por pedido de las familias y del plantel docente, la presentación de la bandera para izar todos los días en la escuela, junto a la otra bandera”.
Son tiempos de renovación, como marca este junio donde el cambio de ciclo llama a nacer un nuevo tiempo. “Los estudiantes de cuarto grado, además de hacer la presentación de la bandera y la promesa a la bandera argentina, van a trabajar este año para compartir con el resto de la escuela, lo que es el wiñol tripantu, que se conoce como el Año Nuevo mapuche, la renovación del nuevo ciclo”, dice y recuerda: “Como conversaba con los chicos en la escuela, este nuevo ciclo no es solo para la gente mapuche, sino para todos los que habitamos acá, seamos mapuche o no”, y reflexiona sobre la posibilidad de pensar un mundo nuevo: “Los adultos que somos parte de este sistema, que elegimos, porque yo también abrazo la escuela pública, sin perder de vista toda la historia, pero creo que hay una oportunidad de resarcir, de sanar. Mientras tengamos esta fortaleza, que es una fortaleza que también tiene el pueblo mapuche, de la escucha, del diálogo, y de construir colectivamente en círculo, creo que se da la posibilidad de crear escuelas que alojen la diversidad. En eso seguimos trabajando sin perder la alegría y la ternura”.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
Seguí leyendo Al Margen: