Una pincelada redondeada, luego un trazo con un rodillo atado a un extensor de aluminio de varios metros y mientras me ataba los cordones de las zapatillas, Luxor armó el boceto de 8 metros de alto en una escuela del barrio Frutillar. Su obra transforma cada lugar, pero junto a él. Toma rasgos del entorno, hace participar a las personas que lo habitan e, inesperadamente, siempre, caen artistas para ayudarlo.
Al Margen compartió con Luxor y Chispa, su compañera, 15 días entre murales, visitas a artistas y paseos por la montaña. Ello significó mirar, pero también redescubrir en un lenguaje que suena inocente, la potencia de la franqueza. Algo que puede verse en su obra, una mezcla de niñez y la marca de los que están de vuelta.
En la “Escuela Vida” del barrio Frutillar, donde pintó el mural más grande de esta visita, Luxor ya era parte de su comunidad antes de llegar. Carteles en las puertas de baños y pasillos tienen dibujos de él. Sus niños y niñas conocían esos trazos gracias a su profesora de artes visuales, Alicia Pez.
Luxor es un artista plástico de la ciudad de La Plata. Vino a Bariloche por segunda vez para pintar dos murales, uno en la escuela y otro en el Taller Angelelli, ambos proyectos de la Fundación Gente Nueva. “Un manija” como dijo Alicia: en 10 días realizó esos murales, luego pintó otro en el Bachillerato Popular Furilofche y otro en una casa. La primera vez fue antes de la pandemia, cuando dejó un puño de fuego pintado en el Centro Barrial El Semillero en el barrio Nahuel Hue.
“Es un río de semillas que va sembrando por donde pasa” describió Matías Cerati, un artista plástico barilochense que entre otras cosas trabaja dando clases de escultura en el Taller Angelelli. Cuenta que cuando fue a estudiar a La Plata se encontró con los murales de Luxor. “Estaban por todos lados esas pintadas de colores fuertes y línea gruesa al estilo mural chileno de los 70”.
Con retrospectiva Matías analiza su relación con la obra del muralista: “Yo venía del palo de la figura humana y el paisaje, y no le encontraba el sentido a esas obras que me resultaban planas. Hoy con otra trayectoria puedo ver muchas más cosas en sus murales. Cómo combina líneas cromáticas y grandes espacios de color y una monumentalidad muy bien lograda”.
Matías lo vio pintando el frente del espacio Aitue al lado del taller Angelelli y se sumó a pintar con él. “Es una persona muy generosa con su conocimiento y con mucho empuje -explica Matías-. Me transmitió las ganas de volver a pintar murales y de armar propuestas colectivas”. Así Matías junto a Alicia Pez y Otoño, Blanca, Luli y Amaru, Celia, Boom Naty boom, Manuel, profes, alumnos y alumnas de la escuela, colaboraron con el mural de la escuela.
Los viajes de Luxor
El modo de vincularse es parte de la obra. De esa impronta nace su proyecto de serie web “Los viajes de Luxor”, donde busca mostrar obra y talleres de artistas de todo el país. Para conectarse “desde la diversidad que hay en las obras, pero también los puntos que de a poco nos van uniendo” dice Luxor mientras nos muestra el video de un minucioso fileteador.
En esa búsqueda entramos a la casa de Alicia Pez. Ella leía en una hamaca paraguaya colgada del alero de su casa. Todo allí era una obra. Desde un pez de alambre colgado de una rama hasta los restos de una bicicleta en un rincón transmiten un sentido estético. Las fotos están intervenidas, recortadas o pintadas; cada detalle ha pasado por la impronta de Alicia. Luxor señaló y preguntó por todo mientras preparaba la cámara para entrevistarla.
La entrevista tuvo dos dimensiones superpuestas. Luxor preguntaba los detalles de cada técnica con hambre voraz, mientras movía la cámara sobre el trabajo de Alicia haciendo movimientos suaves. Estaba pintando la escena. Desde atrás mirábamos a un fanático y una fanática mostrándose los juguetes. Alicia hasta les ponía onomatopeyas a los ruidos de su trabajo y se reían de sus mutuas obsesiones.
“Luxor me contactó porque venía a Bariloche y estaba haciendo videos sobre artistas y quería filmar el taller” explicó Alicia. Y describe: “El artista se completa con la persona. La persona hace al artista también. Hay artistas muy talentosos pero como persona… no sé. Conocer a la persona fue como si ya nos conociéramos porque parece que viniéramos andando por caminos similares. Formas de mirar y reír. Eso también es rico en el encuentro entre artistas”.
Alicia hizo de puente para que Luxor pintara el mural en la escuela donde ella trabaja. “Fue un aprendizaje hermoso, ver la gente llegando a pintar con él, a acercarse a sacar fotos, a traer comida. Se generó un espacio comunitario fuertísimo pese a que en esa semana hubo clases, jornada institucional, paro docente y feriado”.
Al final de la jornada, cuando el grupo de apoyo había empujado ya la pesada grúa al interior de la escuela, se acercó una señora con una foto de regalo. Era la primera vez que pasaba por la escuela. “Desde mi casa veo el mural, muchas gracias” dijo emocionada con la foto tomada desde su ventana. Como un vendaval, Luxor pasó por Bariloche y dejó un espacio más hermoso para habitar.
Por Fabián Viegas Barriga
Fotos: Pablo Candamil
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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