El crimen de Fernando Báez Sosa, la sentencia a los imputados y el tratamiento mediático; nos abre varios interrogantes y cuestionamientos acerca de discurso punitivista radicalizado. ¿Es el único camino posible para una sociedad menos violenta?
¿Dónde está el límite entre la exigencia de justicia y la necesidad de venganza? ¿Le da resultado a la sociedad las condenas ejemplificadoras? ¿Cuál es el rol de los medios de comunicación? ¿Cuánto influyen en la opinión pública y en la justicia misma? Preguntas que nos hacemos para cuestionar y re pensar muchas aristas que dejo este caso que tuvo en vilo a toda una sociedad
Venganza vs justicia
Gran parte de la opinión pública reclamó: prisión perpetua para las 8 imputados. Hubo campañas en forma de carteles y panfletos “Si no es perpetua, no es Justicia”. Se entrevé la idea de que si no hay perpetua el crimen queda impune. ¿Es realmente así? ¿Hay impunidad en una pena de 15, 40 o 50 años? Obviamente que depende del crimen y de un montón de figuras legales, pero a lo que apuntamos es al sentido de justicia y reparación para el conjunto de la sociedad. ¿Tendremos una sociedad menos violenta? ¿Habrá menos crímenes de odio por cuestiones culturales, racistas y de géneroal aplicar la máxima condena para los 8 imputados sin distinguir el grado de responsabilidad?
La necesidad reparatoria de los padres exigiendo una condena máxima para los 8, está fuera de discusión y es completamente entendible. Pero la Justicia en un estado Democrático tiene el deber de reparar no solo el daño y dolor causado a las víctimas y sus familiares sino también en una reparación conjunta de la sociedad y eso también incluye a los victimarios, con la posibilidad de redención y reinserción a la sociedad. Volvemos a la misma pregunta: ¿Sirve a la sociedad que se “pudran” toda su vida en la cárcel? Tal vez servía en la Edad Media con la Ley de Talión. En la misma radicaba un principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido, poniendo un límite a la venganza que era lo que acontecía en esa época; pero aquí radica una cuestión central; que es que no solo hubo un avance en este tipo de sociedades; sino en la diferencia que radica entre venganza y Justicia. Se desestima tanto esta diferencia que algunos comentarios en las redes desconocen completamente el estado de derecho y piden cárcel al abogado de los victimarios o piden perpetua también para los familiares.
La venganza en una sociedad plagada de discursos de odio, de violencia simbólica y material deriva en una sociedad más violenta. Desear que además de pasar toda su vida en la cárcel, los violen y los maten; es reproducir la misma violencia que se dice repudiar.
Radicalización del discurso punitivista
La exigencia de perpetua de algunos sectores políticos y sociales tiene que ver más con un discurso ideológico de mano dura donde se pregona que solo el endurecimiento de las penas bajarían los índices de inseguridad.
Claudia Cesaroni expuso una reflexión antes de que se conociera el fallo, que una pena de prisión perpetua para un joven de 20 años es como condenarlo a una muerte en vida. Con el agravante que en Argentina hubo endurecimientos de esta pena a largo de los años. En el 2004 la reforma Blumberg implicó ampliar el plazo para ser beneficiario de la libertad condicional, donde se amplía el plazo de 20 a 35 años. En 2017 el Macrismo elimino directamente esta posibilidad y quedo a criterio de cada penalista la interpretación del art 55 del Código Procesal donde algunos interpretan que la pena máxima seria de 50 y otros de por vida. Una interpretación interesante de algunos penalistas es que, si para el delito de genocidio regulado internacionalmente la penas es de 30 años, ningún delito menos grave podría tener una pena superior.
Los medios masivos de comunicación apoyaron estas reformas y fomentan el discurso de mano dura siempre. En este caso por las características de la víctima y los victimarios, la crueldad y aberración de la manera que mataron a Fernando; los medios hegemónicos y algunos periodistas se vieron con el aval natural de reproducir discursos altamente punitivistas, condenado a los victimarios antes que la propia justicia e incluso regocijándose de cómo los condenados iban a ser “bienvenidos” en la cárcel.
El morbo estuvo a la orden del día y la espectacularidad del caso dejo de lado varias reflexiones para hacernos como sociedad. ¿Qué lleva a estos jóvenes a ejercer semejante acto de violencia? ¿No son el reflejo de una sociedad violenta y discriminatoria? ¿Qué estamos haciendo para prevenir estos actos?
Los mismos que siempre piden endurecer las penas, son los mismos que hablan de totalitarismos cuando se intenta regular discursos de odio en la esfera pública o se intenta algún tipo de regulación como la Ley de Medios.
Vidas que valen más que otras
Nos preguntamos: ¿Qué hubiera pasado si Fernando les hubiera robado algo, la figura penal seria linchamiento? ¿Cómo hubiera reaccionado los medios si en vez de un “negro bueno” hubiera sido un “negro malo”? Claudia Cesaroni, abogada e integrante del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (Cepoc) lo expone en un tuit donde recuerda que, a David Moreira, un chico de 18 que robo un celular fue asesinado en un linchamiento. Su asesino obtuvo solo 3 años de prisión. La lógica de gran parte de la sociedad se expresa en la contestación del Twitter: “Era un delincuente, no un chico que fue asesinado cuando estaba de vacaciones. No se pueden equiparar esas vidas” Paradójicamente esta contestación conlleva la misma lógica que los asesinos de Fernando “Negro de mierda, te voy a llevar como trofeo”
Para indignarse por un asesinato la victima tiene que ser impoluta, buen ciudadano. Fernando encajaba perfecto en estas características: un chico de familia humilde, trabajador, buen estudiante, con intención de superarse atreves de su propio esfuerzo. ¿Qué pasa cuando la víctima no entra en estos cánones? No hace falta más que analizar el tratamiento de los medios en los casos de femicidio, donde el victimario más de una vez actúa con predeterminación y alevosía además del gravamen por el vínculo. ¿Se condena socialmente de la misma manera al asesino? ¿Los medios exigen penas máximas? o se investiga primero a la víctima, si salía demasiado, tenía la pollera corta etc…
Mano dura 2023
Los medios masivos hicieron un show mediático de este caso, el abogado defensor Fernando Burlando sabe manejarse como pez en el agua dentro de la lógica de los medios. Su discurso es implacable, sin piedad alguna llamo a los acusados además de asesinos “caníbales”. deshumaniza a los procesados y a los familiares cada vez que tiene oportunidad. El mismo que defendió a los asesinos de José Luis Cabeza y a Juan Darthes también este viernes se postuló como posible candidato al 2023
Tras la condena en el tribunal de dolores cuestionó la condena de 15 años de prisión para Cinalli, Lucas Pertossi y Ayrton Viollaz. “Esto recién comienza, una Justicia débil, al momento de evaluar sentencias, creo que no es Justicia”, sostuvo, y remarcó: “Entendimos siempre que una justicia contemplativa con la juventud de los acusados y no de una víctima, no es Justicia”
Burlando pide más y va por más. 5 condenas a perpetua y 3 condenas a 15 años, parece no ser suficiente.
¿Sera suficiente para que Fernando descanse en paz? ¿Traerá la ansiada reparación para su madre y su padre?
Durante el transcurso del juicio hubieron varios casos de violencia callejera. Uno de ellos ocurrió en el pueblo de Esther en Santa Fe; un grupo de adolescentes golpeó brutalmente a un joven de 16 años. La golpiza fue de tal magnitud que dejó a la víctima con la cara desfigurada y una fractura de maxilar. La cultura machista de pegarse como diversión para mostrar virilidad sigue a la orden del día.
Los asesinos de Fernando fueron condenados a pasar el resto de sus vidas en la cárcel. Mientras tanto en las redes sociales y en los medios se siguen reproduciendo mensajes de odio y racismo.
Si seguimos haciendo hincapié solo en el castigo esto seguirá sucediendo y volveremos a llegar tarde como los hicimos con Fernando.
Por Irene Rassetto
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen