Un alud de tierra arrastró a una mujer pendiente abajo cuando bajaba por el sendero del refugio San Martín -laguna Jakob-. La tormenta eléctrica de ayer desprendió una parte de la montaña que descendió a alta velocidad por el cauce de un arroyo. Un rápido operativo de rescate le salvó la vida.
Todo Bariloche sabía que se acercaba una tormenta eléctrica. Algunos vecinos creían que iba a ser solo un aguacero. Se necesitaba que cayera un poco de agua para evitar los incendios. El último pronóstico meteorológico había errado: el viento corrió la tormenta que finalmente se desató en la estepa, cerca de Pilcaniyeu. Esta ciudad turística no es zona de tormentas eléctricas. Aunque el año pasado un rayo prendió fuego miles de hectáreas de bosque nativo en el lago Martin. El cambio en el clima está confirmando las predicciones de los científicos..
Ayer amaneció con sol y mucho calor. Los turistas salieron temprano hacia la playa y los trabajadores fueron a atender los comercios de temporada. La lluvia eléctrica se anunciaba para las 13 horas. Al mediodía, la gente miraba el cielo azul. A las 14, se asomaron algunas nubes. A las 15, el lago se volvió plomizo y ondulado, los kayak volvieron a la costa. El rayo que llameó sobre un cielo carbón alejó a los últimos bañistas.
Una pareja de Buenos Aires y un amigo habían pasado la noche en el refugio San Martín sobre la laguna Jakob. A esa hora de la tarde, cuando una lluvia descargó su furia de granizo sobre la montaña, estaban volviendo. La lluvia duró poco pero cayó sobre una tierra seca, de muchos días sin agua bajo un sol ardiente. Faltaba media hora para llegar. Pararon a cargar las botellas en uno de los arroyos que bajan del cerro Bella Vista y la vieron: una ola de barro y piedras venía directo a ellos. La chica no pudo escapar. El alud arrastró todo lo que estaba en su camino hasta que se detuvo en el tumultuoso río Casa de Piedra. Su novio corrió pendiente abajo. El otro chico llamó para pedir ayuda.
La Comisión de Auxilio del Club Andino organizó un rápido operativo. Cada segundo contaba: llegaron enseguida con palas para buscarla entre la tierra arrasada. También se presentó la brigada de Incendios, Emergencias y Comunicaciones de Parques Nacionales. El novio ya la había encontrado a orillas del río y le había hecho un torniquete en la pierna herida. Los brigadistas la asistieron: pararon la hemorragia y la envolvieron con una bolsa de dormir. Había estado una hora en el barro helado. Luego la cruzaron en camilla del otro lado del río hasta una zona plana de la ladera para que el helicóptero pudiera aterrizar. Se la trasladó de inmediato al hospital zonal y esa misma noche entró a quirófano.
Hoy la joven, con una grave lesión en la pierna, está a salvo.
Por Verónica Battaglia
Fotos: Gentileza Juan Manuel Boos
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen