Javier Mariqueo tiene 32 años y corre todas las tardes, solo descansa unos días antes de la carrera. El año pasado fue seleccionado para representar a la selección argentina en el mundial de atletismo. No consiguió el dinero para viajar hasta Tailandia. Este año su meta es hacer todo lo posible por correr con los mejores del mundo.
Cuando baja el sol, Javier desciende del camión lleno de potes de helados, se pone un short y una remera de lycra, lleva a su hijo a fútbol y corre. Cuando corre el tiempo se detiene, o más exactamente, cobra otro ritmo: las pulsaciones que marca su reloj puntean lo que queda de la tarde. El mundo sigue en su cabeza, pero en esa fuga del tiempo real solo importan los latidos de su corazón.
“Javier la rompió el año pasado -dijo la periodista deportiva Verónica Lohrman en conversación con Al Margen-. Fue a probar suerte en el Nacional de trail de montaña en Córdoba y salió tercero. Se le da fácil, como si correr fuera algo natural para él”. En 3 horas, 14 minutos y 7 segundos, el atleta recorrió 39 kilómetros de una trepada difícil con bajadas técnicas sobre un terreno de piedras sueltas y filosas.
Luego de hacer podio en la competencia nacional en junio, la Confederación Argentina de Atletismo lo invitó a formar parte del seleccionado albiceleste. En menos de un mes aumentó su rutina de entrenamiento y debutó en el Sudamericano de trail, en la categoría de larga distancia, donde obtuvo el sexto puesto. Pero no consiguió el dinero para viajar al mundial en Tailandia. La municipalidad lo ayudó pero había que juntar un millón de pesos o conseguir sponsors, pero para esto hay que desenvolverse bien en las redes, y ese no es su fuerte. La Confederación de Atletismo le prometió apoyarlo para que este año cumpla su sueño y él le tomó la palabra.
No hace mucho que Javier corre para competir. Empezó en el 2019, cuando un compañero de boxing lo invitó a jugar la carrera de Reyes. “Me anoté para joder, salí séptimo y me quedó gustando”, dijo Javier en una pausa del entrenamiento en el circuito del velódromo.
Antes de atletismo, entrenaba boxeo y fútbol. De chico jugó a la pelota en los clubes de barrio y luego pasó por la primera división del club Alas. Fue su tío que lo cuidó desde los 10 años quien le mostró los primeros golpes del boxeo. “A mí lo que me gusta es entrenar, el trail me atrae por las vistas y la sensación de estar solo en la montaña”, dijo Javier.
Arriba, en la montaña, Javier está solo. Abajo, en el plano, entrena con su grupo de amigos corredores y bajo la mirada atenta de Raúl Mansilla, un reconocido atleta y entrenador de Bariloche. 32 años es la edad justa para competir, no tiene tiempo que perder si quiere conquistar el podio entre los mejores atletas de montaña. Javier se especializa en el trail de larga distancia de 30 a 40 kilómetros. “Creo que existe una relación entre la madurez y la resistencia -comentó la periodista deportiva- son tramos largos que requieren mucha concentración. La mayoría de los corredores de esta categoría tienen más de 30 años”.
También hay que entrenar la mente. Correr con frío o calor, lluvia o nieve. “Hay que ser muy duro de la cabeza y seguir” dijo Javier, “Yo creo que va en el carácter de cada uno. Capaz que tenés un poco menos que tu rival pero le terminás ganando porque soportás más el dolor de los músculos cuando vas trepando o el cansancio. No te rendís”. Lo único que le preocupa son unas secuelas respiratorias post Covid. El virus le afectó los pulmones y a veces siente que por momentos se ahoga. Esto le pasa cada vez menos y confía que va a estar todo bien para cuando tenga que clasificar para el mundial.
Este domingo tuvo lugar la competencia Trail de los Filos organizada por el Club Andino Bariloche. El territorio de la comunidad Mapuche de Tambo de Báez -punto de salida y llegada- fue una fiesta. Una arcada inflable marcaba el final de la travesía donde el público recibía a los atletas con aplausos y música. Javier recorrió los 26 kilómetros que unen la cima del cerro Bella Vista con la del cerro Goye y fue el primero en pasar la arcada en su categoría. Trepó la cuesta con paso tranquilo pero firme, en los momentos de mayor pendiente caminó con las manos en las rodillas. Su mente se mantuvo ocupada en consumir agua y geles energéticos para que su cuerpo funcione al máximo y en no perder de vista a los dos corredores que venían punteros durante casi todo el trayecto. En la última parte del filo del Bellavista se despegó de sus rivales, aprovechó el envión de la bajada y así marcó la diferencia.
“Estoy contento porque pude correr y sentirme bien”, dijo Javier minutos después de la carrera. ΅Me sentí de nuevo bien. Llegué entero. Esto me da pie para poder seguir”. Su próximo desafío es la carrera de Los Dos Refugios en febrero. Y en marzo viajar a Córdoba, competir en el Nacional y clasificar para correr con los mejores del mundo. La suerte ya está echada.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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