La imagen inmaculada del cerro Catedral parece en ocasiones una foto que sucede en otro lugar: para muchos barilochenses ese manto blanco que toca el cielo es un misterio. Sin embargo, poco a poco y gracias al esfuerzo de un gran engranaje empujado a fuerza de mucha voluntad y esfuerzo, cada vez más chicos, chicas y adolescentes pueden acceder a la montaña.
Este año, después del freno que puso la pandemia, se reactivaron los programas de Esquí Social y Esquí Escolar, mostrando una vez más el éxito contundente de la propuesta.
“Lo primero que quiero destacar y celebrar es la vuelta del programa y de los chicos al cerro”, dice Omar Tomasini de la Dirección de Promoción Social de la Municipalidad de Bariloche, quien estuvo a cargo de la articulación del programa de Esquí Social por el que esta temporada hicieron la experiencia más de 200 chicos pertenecientes a los Centros de Atención y Articulación Territorial (Caats) de Bariloche, junto a Cumen Ruca y el equidad de género de la Dirección de Instituciones conjuntamente con Grupo Encuentro. “Para una gran mayoría esta era la primera vez que tenían acceso al ambiente, que por los costos o determinadas cuestiones para muchos está vedado, más cuando pertenecen a sectores vulnerables”, continúa y reconoce que hay que arreglarse con pocos recursos y mucha voluntad. “La organización la llevaron adelante profesores de educación física, que trabajan en los Caats acompañando todo el proceso y puesta a punto: las reuniones con los padres, la preparación física de los chicos, y más”.
Lo cierto es que las aristas que abarca son numerosas. El programa este año contó, incluso, con un menú saludable acorde a las necesidades de estas jornadas intensas, diseñado por nutricionistas, con desayuno, colación y almuerzo, que fue realizado en el Comedor del Barrio Unión. También hubo la articulación con el trasporte, la adquisición de la ropa, la organización con los instructores y un invierno que premió tanto esfuerzo invisible para que las cosas sucedan. Una vez más, la intensa labor valió la pena: el programa superó las expectativas, tanto en la asistencia como en la devolución de los que participaron y disfrutaron de la experiencia garantizada por una gran organización.
Con más de veinte años, el programa se afianzó así en esta temporada y ya muestra sus frutos: “Durante las primeras semanas vinieron a contar su experiencia, y cómo les había abierto la puerta este acercamiento al cerro, chicos que hoy están trabajando en la montaña como instructores, que terminaron la carrera de profesores de educación física y que salieron del esquí social”, señala Omar y cuenta que esto va más allá de la nieve y el esquí. “Ahora también se está preparando el inter Caats, para que también haya un acercamiento en verano a conocer la montaña, no solo el Catedral”, dice.
Asimismo, ya están comenzando a preparar el programa para el 2023, con el interés en ampliar los cupos. “Queremos que puedan disfrutar de esto que es un derecho, y muchas veces es muy prohibitivo”, explica y tiene de ejemplo la propia experiencia: “Soy nacido y criado en Bariloche y fui dos veces al cerro: una con el esquí escolar y otra porque me invitó un amigo”, recuerda y detalla todo el movimiento que se genera para lograr que la experiencia se lleve adelante. “El programa emerge con voluntad de gestión y la capacidad para resolver todo lo que se pueda trabar. Ponemos incluso los propios recursos, como la movilidad, llamamos a los rentals para que los chicos puedan llevar antiparras y no terminen yendo con anteojos de sol, y así infinidad de cosas. Lo más fácil es decir no tenemos los recursos y no sale. Pero se movieron todos y eso tiene que ver con el compromiso con que las cosas salgan, porque ves a los pibes y decís: por esto vale la pena todo”.
Yendo de la escuela al cerro
“Mi hijo va a la Escuela 266 y este año le tocó participar del programa de Esquí Escolar”, cuenta Marisol y describe que “la experiencia fue maravillosa: los niños tuvieron la oportunidad de conocer la actividad, fue muy organizado y se sintieron muy cuidados y felices por la experiencia”. El caso se repite en innumerables familias. Para un sinnúmero de personas, estos programas constituyen la primera vez en el Cerro Catedral.
Acompañando este proceso hace más de 10 años, Federico Olivera, instructor en el programa de Esquí Escolar, recuerda a Marcela Ceballos, una de las impulsoras del programa en sus inicios, cuando en los 90 comenzó a promover la necesidad de que más personas puedan ir a la montaña. “Se empezó haciendo la experiencia con poquitas escuelas, como una prueba piloto. Los chicos se fueron fascinados y eso le dio empuje para seguir gestando ingresos, fue creciendo, hasta que el programa empezó a ser llevado adelante por Nación”.
Actualmente abarca a la totalidad de los 5to grado de todas las escuelas públicas de Bariloche y van al cerro unos 1700 chicos promedio por temporada. El programa cuenta con trasporte, equipo de esquíes y botas, el pase y el aprendizaje. “Nos movemos sobre tres pilares: la seguridad, pasarla bien y el aprendizaje. Si los dos primeros están, los chicos aprenden. Muchas veces se da que al 3ro o 4to día terminan esquiando por lugares altos de la montaña”.
– ¿Qué pasa después?
–Una vez estaba esquiando con un grupo y se me cruza un pibe, se frena y me dice: hola profe, yo estuve con vos en esquí escolar. Haber visto a ese chico me dio la pauta de que siempre se ven los frutos. Una cosa en no conocer algo. Y otra es abrir estas ventanas. Vos no sabes cómo va a ser tu vida, la capacidad de gestión que vas a tener para procurarte lo que quieras, en ese sentido tengo una mirada esperanzadora. Capaz no les da por el lado del esquí, pero les da por otro lado. Por la manera en la que se van, me parece que es un punto de inflexión bastante grande en sus vidas.
En el 2015 Nación dejó de cobijar el programa y hubo que malabarear de nuevo. Finalmente, pasó a estar sostenido por el ministerio de Deporte de la Provincia. Es así que, a la hora de pensar hacia adelante todos sostienen algo parecido: salir de la incertidumbre. “Siempre estamos pensando si el programa sigue o no. Pero hoy por hoy creo que, con estas ocho semanas que tuvimos en el invierno y la repercusión, no se va a poder sacar porque es muy reconocido por toda la comunidad de Bariloche y sea quien sea que esté, va a tener que existir”.
Lo cierto es que también los que están en el programa, sostienen una convicción en el hacer de esta tarea: la mayoría podría estar trabajando en otros espacios vinculados al deporte que les aportarían una mayor retribución económica. Sin embargo, siguen apostando a esta experiencia que va creciendo, lo cual no quita la necesidad imperiosa de mejorar cada vez más las condiciones laborales y de ingresos. “Elegimos hacer esto. Ver que año a año hay nuevas camadas que egresan de la facultad, que vienen dando una mano en el programa y pasan a ser profesores da cuenta de un círculo que se puede sostener en el tiempo”, concluye.
“Este año me tocó coordinar el programa de esquí social por el cual llevamos al cerro Catedral a chicos de entre 13 y 18 años. La idea es no pisarnos con esquí escolar”, cuenta Santiago Marrodan, instructor desde el 2014, recibido en la Universidad del Comahue. “Se fue armando el equipo en los últimos años, con profes recibidos de la facu y que laburamos en el área de deportes. La idea es poder dar más herramientas a la hora de buscar un trabajo relacionado a la montaña. Algunos chicos empezaron el profesorado de educación fisca desde lo que le contamos experiencias como la nuestra. Tratamos de laburar todo el año en la montaña, un ambiente que es tan accesible y a la vez inaccesible para muchos chicos por desconocimiento, por no tener la información de que pueden ir a refugios, caminar por lugares hermosos y no es necesario contar con mucho presupuesto. Es poder transitar la montaña desde otro lado”.
Santiago se crio en Bariloche y cuando terminó la escuela empezó el profesorado de educación física. “Ahí descubrí otro mundo, aprendí a esquiar en el profesorado de educación física. Terminé y ese año empecé a trabajar con esquí social en invierno y en verano en la escuela de verano. El esquí social me dio la iniciación a ser instructor y ser profesor. Mi andar como docente fue siempre ligado a actividades sociales”, señala.
Finalmente, destaca que la importancia de haber logrado que los programas arrancaran nuevamente después de dos años de pandemia y la necesidad de hacerlos crecer. “Tenemos ganas de poder articular con la universidad para que los que están por recibirse puedan hacer prácticas docentes con los programas sociales, que los instructores quieran venir a hacer trabajo social”, menciona como uno de los puntos.
En ese sentido, el apoyo desde todo punto de vista a los programas es algo para empujar a la par de seguir afianzando estos espacios vitales en su capacidad de garantizar igualdad de derechos.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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