El juez Álvarez Melinger, luego que un foro de magistrados lo confirmara como juez natural de la causa, rechazó todos los pedidos de la defensa y puso fecha al juicio por usurpación contra la comunidad Buenuleo.
La audiencia -como en El limonero real, una historia de ficción que se repite nueve veces, con pequeñas variaciones- volvió a presentar la tensión entre avanzar con el juicio de una vez por todas o detenerse en las instancias necesarias para garantizar los derechos de la comunidad. El abogado defensor comenzó pidiendo el retiro del señor Frutos, presidente de la junta vecinal de Villa Mascardi. Los miembros de la comunidad consideraron que la presencia del referente de la lucha antimapuche era una provocación. Luego, el abogado de la querella los emparentó con la R.A.M., ante un murmullo de protesta en la sala, el juez tuvo que exigirle que no repitiera esa expresión. La defensa remarcó que usar esa sigla era fomentar el discurso de odio.
Los abogados defensores volvieron a recusar al juez Álvarez Melinger y a pedir el sobreseimiento de Mauro MIllán, lonko de la lof Pillán Mahuiza. “La comunidad me pidió que los acompañara a levantar una ceremonia -dijo el lonko-. Llegué por el camino principal -no por un atajo escondido en la montaña-, a la zona conocida precisamente como la pampa de Buenuleo. Nos cercaron gente armada, prometiendo la muerte. La querella se centra en un falso dilema de la propiedad. El derecho a la propiedad es un derecho humano, pero no es el único. La constitución se reforma para equiparar los derechos de las minorías que fueron permanente vulnerados”.
El abogado de la querella expuso que Mauro Millán acreditó que estuvo en el lugar del hecho y “en todo caso actuó como un rabino, haciendo las bendiciones de la usurpación”. Insistió en considerar este caso como un delito común, en el que la defensa se propone dilatar los plazos procesales hasta el vencimiento de la causa. El lonko volvió a pedir la palabra para expresar el peso con el que la comunidad carga a lo largo de casi tres años de conflicto. “Ustedes vienen acá porque son asalariados del estado. Muchos de nosotros vivimos en comunidades y nuestro trabajo depende de nuestras manos”, agregó el lonko.
Después de nueve horas de audiencia el juez resolvió rechazar los pedidos de la defensa y comenzar con la audiencia de control de acusación. Se expusieron las evidencias que se presentarán en el juicio. El presidente de la junta de Villa Mascardi presenció todo el desarrollo procesal desde la primera fila. Cuando uno de los imputados se acercó para preguntarle por qué se empecina en hostigar al pueblo mapuche, Frutos contestó que no tenía nada contra ese pueblo, pero sí contra los encapuchados.
El discurso de odio sigue siendo una de las estrategias más eficaces para criminalizar a los pueblos originarios, negando sistemáticamente su identidad, volverlos indeseables y así borrar sus derechos constitucionales y sus modos propios de existencia.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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