Se otorgó media sanción al proyecto de ley para la creación del área marina protegida Agujero Azul en la zona del frente oceánico entre Chubut y Santa Cruz. Conversamos con el biólogo marino Rodolfo Werner.
Werner es especialista en manejo de pesquerías y áreas marinas protegidas. Conversamos con él sobre las importantes conquistas en materia de soberanía marítima, políticas económicas y de conservación y la posibilidad de honrar la memoria de los tripulantes del Ara San Juan.
El pasado 6 de julio, en la cámara de diputados, la abogada Graciela Camaño presentó el proyecto para la creación de un área marina protegida bentónica denominada Agujero Azul. Contó con los votos a favor del Frente de Todxs y de la izquierda y la agrupación liderada por Stolbizer. Juntos por el cambio se opuso. La ley contó con 127 votos a favor, 2 en contra y 1 abstención.
Este área está ubicada a 500 kilómetros este del golfo San Jorge, más allá de la milla 200 de la plataforma continental, cuando ésta cae en una pendiente abrupta sobre valles y cañones profundos que dan cobijo a una gran riqueza de recursos biológicos. En esta zona confluyen la corriente cálida del Brasil y la corriente fría de las islas Malvinas conformando un frente oceánico que favorece una importante biodiversidad de animales y plantas acuáticas.
Existen tres motivos según Werner- para proteger esta zona: la confirmación de la soberanía nacional sobre el área del Agujero azul, la conservación de la biodiversidad marina y el homenaje a los tripulantes del submarino Aras San Juan.
La primera razón refuerza los derechos sobre 164.000 kilómetros de fondo marino más allá de la zona económica exclusiva extendiendo así la soberanía nacional sobre el suelo oceánico. Esta extensión de la zona económica exclusiva -que algunos países pueden acceder en función a la geografía de sus costas- fue reconocida por la O.N.U. en el 2016. Es por esta razón que la ley solo afecta al lecho marino y no a la columna de agua que está en alta mar. “No existe ningún mecanismo real que pueda controlar las aguas internacionales -explicita el biólogo marino Werner-, es agua de nadie.” En este sentido este proyecto tiene la capacidad de proteger la fauna marina, sin la potestad de impedir el tránsito de buques pesqueros.
La segunda razón tiene que ver con políticas económicas y de conservación. Este frente oceánico rico en nutrientes alimenta especies destinadas a la pesca comercial -merluza y el calamar- como también aves y mamíferos marinos que necesitan de estrategias de cuidado. Debido a la alta productividad, es sabido que buques extranjeros suelen adentrarse -ilegalmente- en los bordes de la zona económica exclusiva de nuestro país, que por otra parte, es muy difícil de patrullar. “Esta área sí puede evitar la pesca de arrastre de fondo -explica el biólogo-. Esta actividad se lleva a cabo mediante redes que avanzan con ruedas apoyadas en el fondo que arrasan como una topadora el lecho marino.”
Asimismo, estudios científicos estiman que el área posee recursos petrolíferos. El proyecto de ley si bien evita la explotación de petróleo en la zona; prefirió no innovar en relación a los 19 bloques de exploración hidrocarburífera licitados por el gobierno de Macri.
La tercera razón declara este proyecto como un homenaje a las víctimas del ARA San Juan. En esta zona se encuentran los restos del submarino de la armada argentina que perdió contacto con la base el 15 de noviembre del 2017. En palabras de Camaño: “Nosotros elegimos la protección por la presencia del Ara San Juan y sus cuarenta y cuatro tripulantes que en el triste episodio quedaron en nuestro mar patagónico en eterno patrullaje de nuestra soberanía.”
La suerte de este proyecto ahora está en manos de la cámara de senadores que decidirá si esta rica franja del Atlántico Sur se convertirá en ley.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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