Sosteniendo una práctica ancestral, los artesanos y artesanas nucleados en el Mercado de la Estepa siguen empujando los hilos de la organización para darle continuidad a su labor. “Banco” de lana y fondo rotatorio de forraje dos herramientas fundamentales para el desarrollo de los parajes de la Línea Sur.
Artesanos y artesanas nucleadas en el Mercado de la Estepa actualmente están desarrollando un programa de distribución de fardos en distintos parajes, lo cual también les permite impulsar y sostener el banco de lana, una experiencia de gestión que se lleva adelante desde hace varios años para que nadie se quede sin materia prima. e
“Lo que se generó a partir de esta iniciativa es la posibilidad de tener siempre lana disponible. Por medio del banco nos aseguramos que haya vellones sobre los que luego se hace el proceso de lavarlo, escardarlo, abrir las fibras, hilarlo, para luego utilizar en las distintas prendas que uno quiera confeccionar”, cuenta Gonzalo Santos, del mercado de la Estepa.
Así, esta manera de organizarse facilita la tarea de muchas artesanas que no tenían ovejas, por lo que se les complicaba acceder a la materia prima. “Existen diferentes formas de pagarlos, incluso con la transformación de esa materia prima, y en ese sentido ha sido algo muy positivo, que a muchas compañeras les ha permitido continuar con su labor”, explica.
Lo cierto es que no solo la obtención de los vellones, sino toda la red que se urde alrededor de las tejedoras motoriza la región, y en este tiempo, lentamente vuelven a armarse esos circuitos que la pandemia destruyó desde distintos aspectos: hay zonas que aún permanecen aisladas logísticamente, además del factor económico que se vio aún más afectado al paralizarse la actividad.
“Antes de la pandemia mensualmente se hacían recorridos en dos días, se iba al lugar, teníamos reuniones con las compañeras, muchas de las cuales aportaban lanas que otras compraban, era todo un movimiento, así como los espacios de capacitación”, dice Gonzalo y destaca principalmente esta necesidad de continuar con la formación. Todo esto se cayó con la pandemia. También hay que recordar que el Mercado se sostiene con un porcentaje de las ventas, que también se vieron afectadas.
Ahora, el desafío es volver a poner en pie todo ese circuito, por el cual también, como ha sido históricamente, el mercado pueda tener stock de fibras. “Queremos recuperar esto, que implica la posibilidad de obtener un ingreso genuino y seguir sosteniendo este conocimiento ancestral donde siempre se puede seguir aprendiendo. Para eso también son importantes las capacitaciones, los talleres que veíamos haciendo. El movimiento que recomenzamos nos abre otra vez la puerta de ir planificando esas cuestiones. Estamos en un momento de reacomodo, siendo actores claves de la zona”.
Fardos como eslabones
Como parte de todo este impulso para activar los diferentes circuitos y la articulación con los parajes, actualmente está ejecutando una compra de fardos incluidos en un fondo rotatorio de forraje. “La semana pasada hicimos una visita a Mencué, Laguna y Pilqui. Fuimos a dejar los listados de los destinatarios del forraje del fondo y ahí ya hicimos también unas compras de lana hilada. Estamos poco a poco concretando”, detalla.
El programa surge de un proyecto presentado en el Ministerio de Agricultura Familiar como Mercado de la Estepa que fue aprobado recientemente. “En la búsqueda nuestra de poder financiar este fondo rotatorio de lana empezamos a gestionar y articulamos con la gente de agricultura familiar, había distintas líneas de financiamiento, pero era difícil para la lógica del banco de lana”.
Finalmente, son 90 familias -cuarenta del mercado- que son destinatarias en esta parte del proyecto que ya se va ejecutando en los distintos parajes.
El motor se hecha andar así para luego ir avanzando en las diferentes líneas, necesarias para hacer crecer las economías locales de un sector clave en la región.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
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