Una investigación de la Universidad de Río Negro junto al CONICET en colaboración con INTA Bariloche relevó más de 150 huertas urbanas de un universo de mas de 300 que existen en la ciudad. ¿Cuál es la importancia de este trabajo de la comunidad científica para la comunidad barilochense?
Bariloche hasta hace unas varias décadas era una colonia agrícola, hoy importa la gran mayoría de sus alimentos. Esto repercute no solo en los precios de los alimentos, sino también en cómo nos vinculamos con el entorno.
Existe, además, la necesidad de establecer una vinculación distinta entre nuestra ciudad y su entorno. Vivimos tiempos en los que el cambio global, popularmente llamado cambio climático, se hace cada vez más evidente en sus consecuencias. Venimos sosteniendo que son los países del norte global los que tienen la mayor responsabilidad en el cambio climático y son los que tienen que poner los recursos financieros para poder adaptar nuestras producciones y modos de vida hacia modos más amigables con el medio. Pero desde acá tenemos mucho por hacer para impulsar esos cambios y para defender nuestros bienes naturales.
En general, más allá de la identificación que tengamos con estos lugares, muchos piensan y sienten que “van de visita” al lago, a un camping, a la montaña, al bosque. Algo que no se siente como propio, difícilmente se lo cuida ni tampoco se lo defiende.
No solo tenemos una gran parte de la población con problemas de acceso a alimentos en general y frescos en particular, o quienes, si pueden acceder, lo hacen a precios irracionales. Sino porque también existe la necesidad de establecer una vinculación distinta entre nuestra ciudad y su entorno, o mejor dicho nuestras ciudades y su entorno. Las huertas son una de esas herramienta de vinculación fuerte con el medio, porque nos hace pensar en cómo va estar el clima, en el suelo y sus nutrientes, los insectos, aves y otros animales que rondan nuestra huerta, de donde viene el sol, de donde las la heladas y que comemos y de donde viene, entre otras tantas cosas.
Bariloche tiene muchas particularidades interesantes para estudiar las huertas, además de los problemas de acceso a alimentos frescos y estar rodeada de un entorno natural privilegiado. La ciudad se encuentra en uno de los gradientes ambientales más grandes del mundo, pasando del bosque lluvioso a la estepa. Además, la ciudad esta partida socialmente y todos podemos identificar en cercanías del lago y hacia los Km sectores que general poseen mayor poder adquisitivo, terrenos más grandes, con más servicios y más urbanos; y sectores en general de menor poder adquisitivo, terrenos más chicos, menos servicios y con más vinculación de origen o actual con lo rural. Se puede intuir que la importancia de las huertas en los distintos barrios de la ciudad puede variar y mucho. Por eso nos encontramos abocados a mapear las huertas de la ciudad y a evaluar su importancia para la accesibilidad de alimentos y la relación con el entorno natural.
La idea es que el mapa y el tipo de análisis que estamos desarrollando se pueda ir ampliando a otras ciudades y pueblos de la región y el país. La investigación que estamos realizando en el Instituto de investigaciones en recursos naturales, agroecología y desarrollo rural (IRNAD-UNRN-CONICET) en colaboración con colegas del INTA, incluye un abordaje social y otro ambiental.
Para la construcción del mapa en este verano estuvimos entrevistando a gente e instituciones que tienen huertas para conocer donde, como, cuanto y porque se hacen las huertas. Relevamos ya unas 150 huertas de un universo aproximado de 300-400 y la idea es que el mapa siga incorporando más y más huertas.
Hay muchísimas huertas familiares, algunas educativas, otras comunitarias de comunidades originarias, organizaciones vecinales sociales y/o políticas, y algunas pocas comerciales. Desde algunos pocos canteros hasta chacras medianas, con técnicas agroecológicas, biodinámicas, orgánicas o convencionales, desde bancales profundos a la hidroponia. Desde producir para comer y obtener medicinas, a un entretenimiento o terapia o una fuente de ingresos más o menos importante.
Este mapa hortícola quedará como una herramienta de investigación y gestión y para la gente de a pie para impulsar políticas públicas para el crecimiento de la actividad. El próximo paso es evaluar en detalle, en una algunas de las huertas relevadas, calidad y cantidades de alimentos que se producen, biodiversidad en el entorno de las huertas y en espacios verdes cercanos, y otras relaciones de las huertas con el entorno natural.
Nuestra idea no es solo construir un mapa de las huertas y sus características, sino también profundizar en porque y como se puede producir alimentos frescos localmente, y que la suma de conocimiento local sirva para potenciar la actividad y sus virtudes.
Escucha la columna “Bajar a la Tierra” sobre este tema en 33 de mano radio:
A quien le interese aportar información sobre su experiencia huertera es bienvenido (escribanos a mdpaz@unrn.edu.ar para un breve cuestionario y los que nos quiera aportar), porque como dije, la idea es que el mapa y el conocimiento siga creciendo colectivamente.
Por Manu de Paz
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen