Un nuevo femicidio sacudió a Bariloche en plena temporada turística. Esta vez una mujer oriunda de Brasil fue la víctima que los medios de comunicación locales y nacionales se encargaron de juzgar y apuntar con su artillería pesada cargada de amarillismo. ¿Qué ocurre con las coberturas en estos casos? ¿Qué rol tenemos como audiencias? Un análisis desde Al Margen que invita a reflexionar sobre estos temas.
Hay indignación. Nuevamente indignación. Una mujer más muere en condiciones de extrema violencia, víctima de femicidio. Los números de esa cifra del horror siguen creciendo de manera descontrolada: son 38 los perpetrados en enero 2022, según un informe difundido por el Observatorio MuMaLá (Mujeres de la Matria Latinoamérica) sobre femicidios, lesbicidios y trans-travesticidios. Todos evitables.
Está vez en Bariloche. De origen brasilera según informaron las fuentes oficiales. Fue encontrada por un turista que paseaba por Circuito Chico, a metros de la ruta de acceso al Parque Municipal Llao Llao, detalló la fiscal del caso Betiana Cendon. El nombre no fue brindado en el informe que emitió en horas de la noche de ayer el Ministerio Público Fiscal ni tampoco otras informaciones que los medios de comunicación tanto locales como nacionales se encargaron de difundir. Todo les cerraba perfecto: ciudad turística, ella de otro lugar, algunos datos surgidos de rumores. Listo: ya es noticia. ¿El fin? Atraer lectores con recursos sensacionalistas y amarillistas que nada tienen que ver con el cambio cultural que necesitamos.
¿A quién le importa cuántos hijos tenía, qué hacía de su vida, si quería radicarse en nuestro país o irse? ¿A quién le importa si estaba en pareja o sola, cómo se vestía o detalles de su vida privada? ¿A quién le importa todo esto cuando en verdad estamos hablando de un asesinato más de una mujer en condiciones de extrema violencia?
Nuevamente la atención y la violencia descargada en quien sufrió y hoy ya no está. Como si al brindar todos esos detalles (que no se han corroborado ni comprobado) se habilitara la posibilidad de opinar sobre lo sucedido. Como si eso fuese a cambiar la realidad que hoy nos duele cuando sabemos que en realidad, ocurre todo lo contrario con los comentarios de odio, racismo, violencia y otros que permiten al pie de cada nota.
No les importa. En el afán de más likes, se olvidan (porque les conviene) de las luchas que los feminismos vienen dando hace años. Se olvidan de la ley Micaela, de las recomendaciones y manuales de estilo para realizar abordajes periodísticos ante estos casos. Se olvidan de la importancia de contar con editorxs de género y si los hay: ¿dónde están que ni siquiera adjuntan el número de la línea 144 para atención de casos de violencia de género como debería ser?
El problema (enorme problema) es el poder silencioso que tienen o tenemos quienes escribimos. Más aún aquellos con llegada masiva que no se toman ni un segundo para reflexionar acerca del porqué nos siguen matando, cuánto hemos avanzado en materia de derechos, cuánto nos falta. No hay espacio para hablar sobre temas con perspectivas de géneros, como ESI, ley 26.485 de Protección Integral para prevenir y erradicar las violencias contra las mujeres y profundizar sobre todas esas violencias. No se habla sobre las falencias institucionales que aún hoy persisten y que lamentablemente colaboran a que los femicidios crezcan año a año. Mes a mes. Día a día.
No es la primera vez que hacemos hincapié en esto por lo tanto es necesario no dejarlo pasar. Invitamos a quienes nos leen a cuestionar sobre este tipo de coberturas. A denunciarlas ante la Defensoría del Público
Reclamos y consultas | Defensoría del Público Cuando consideres que se promueve o incita el trato discriminatorio por motivos de origen étnico o nacional, de religión, sexo, género u orientación sexual, aspecto físico, nacimiento, presencia de discapacidades, idioma, opiniones políticas o de otro tipo. defensadelpublico.gob.ar |
porque es nuestro derecho recibir información de calidad. A conversarlas y debatir con quiénes tienen al lado porque de todxs depende que las cosas cambien para mejor.
¡Ni una menos! ¡Vivas, libres y sin miedo nos queremos!
Por Luciana Avilés
Foto portada: Euge Neme
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen