El peligro de pelearnos mientras explote la crisis socioambietal y económica heredada y profundizada por la pandemia y que los neoliberales vuelvan a ganar con promesas de soluciones mágicas y logre negocios para unos pocos.
Todos saben que se viene el meteorito, pero a nadie parece importarle es el subtítulo de la recién estrenada película ¡No miren arriba! (Don’t look up!) y que le cabe justo a mucho de la realidad argentina. Por ejemplo, quienes propugnan por el desarrollo minero en Chubut vieron en esta película el reflejo del “ambientalismo extremo al que no le importan los datos sino sólo los prejuicios contra la actividad que ya tienen. En este caso el meteorito sería la metáfora que profundiza el subdesarrollo, pobreza y la crisis socioeconómica. De otro lado, militantes ambientalistas vieron reflejados metafóricamente en el meteorito a las grandes mineras y a todos los que quieren sacar redito político y económico de él. El problema es más profundo: el meteorito es que mientras nos seguimos peleando explote la crisis socioambiental y económica heredada del macrismo y profundizada por la pandemia y que los neoliberales -la derecha de siempre- vuelva a ganar con promesas de soluciones mágicas y logre nuevamente negocios para unos pocos.
El conflicto en Chubut resultó de la peor manera y desde ambos lados -ambientalismo y productivismo- se avaló por acción u omisión acciones de sus extremos, represión, quema de edificios públicos, amenazas de muerte. Obviamente quienes ejercen cargos públicos tienen la mayor responsabilidad en este fracaso de un debate serio y democrático sobre cómo hacer un desarrollo productivo con el mayor grado posible de cuidado y justicia ambiental. Pero el resultado no ha dejado ni tranquilo ni conforme a nadie: la crisis estructural de la provincia y el conflicto minero va seguir allí y en otros lares. Entonces hay que encontrar otra manera de profundizar estos debates.
A los días de la derogación de la zonificación minera en Chubut, una decisión tomada desde el gobierno nacional sobre el tema del petróleo offshore provocó una serie de movilizaciones convocadas -entre otros- por actores del palo ambiental en el debate chubutense y por ONGs ambientalistas nacionales e internacionales. No justifico al gobierno nacional, sea de mi agrado o no lo que hizo, pero si me parece que vale la pena reflexionar sobre el rol de dichas ONGs y la agenda que impulsan. Esta marcha en particular siguió, al menos en parte, la agenda marcada por ONGs nacionales e internacionales que nada tiene que ver con los intereses de nuestro pueblo. Siempre antes de replicar lo que ponen en agenda estas ONGs “ambientalistas y apartidarias” es bueno recordar esto: el expresidente Macri nombró a Emiliano Ezcurra (Greenpeace) como vice de Parques Nacionales; al diputado ecologista Cali Villalonga, ex titular de la Agencia de Protección Ambiental; a Diego Moreno, titular de la Fundación Vida Silvestre como Secretario de Política Ambiental; y a Dolores Duverges, directora de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales como secretaria de Planificación y Ordenamiento. El reclamo ambiental, legítimo y valioso (especialmente para seguir empujando hacia la transición ecológica-productiva), se deslegitima cuando se pliega a estas organizaciones que falsean información o la exageran para captar seguidores. Un ejemplo lo cita en detalle CFK en el caso de las represas en Santa Cruz. También se podría dar el ejemplo más bochornoso de Gualeguaychú, donde se extendió un conflicto con Uruguay por la pastera Botnia por años mientras ninguna de las pasteras ya instaladas en nuestro país tiene modernizado su sistema de producción para respetar los estándares ambientales actuales y no existe ningún reclamo ambiental resonante al respecto.
No soy partidario del vale todo para defender tal o cual idea y creo que le está haciendo muy mal a la agenda ambiental el todo o nada. Porque la transición ecológica-productiva no se hace de la noche a la mañana, para la cual se necesitan recursos que salen de todas las actividades productivas, principalmente de aquellas que “no nos gustan”, y se precisa persuadir a los que están en el actual modelo productivo (tratándolos de envenenadores seriales no los vamos a acercar ni convencer). Así como criticamos a la derecha neoliberal y autoritaria por querer imponer el mismo modelo en cualquier país, las transiciones ecológico-productivas no son la misma para cada país. Eso no significa dar rienda suelta a todo porque tenemos mucha pobreza. Significa ponernos nuestra propia agenda, de acuerdo a nuestras virtudes y necesidades. Eso no es justificar a un gobierno afín. Es más, muchos funcionarios nacionales del palo desarrollista equivocan a mi entender con el discurso del todo y nada, con ningunear o deslegitimar a los reclamos ambientales. En estos temas hay grandes polémicas hacia dentro de la coalición gobierno y de la militancia nacional y popular y otros sectores cercanos. No está cerrado el debate y creo que si no se maneja bien puede ser punto de quiebre y asfaltar el camino para el retorno de la derecha y la miseria planificada.
Para poder llegar a construir entre todos nuestra propia transición ecológica productiva, es necesario empezar a ver como interlocutor válido al del “otro lado” del falso dilema productivismo-ambientalismo. Esta salida nos exige el desafío emocional y racional de por lo menos escuchar ideas que no nos gusten y llegar a soluciones consensuadas algo incomodas para cada sector. Como dice el economista Juan Ignacio Arroyo (más del palo ambientalista): “Una matriz extractiva de 500 años de historia no se cambia de un día para el otro. Lo paradójico es que para transicionar hacia economías menos extractivas requerís del extractivismo, al menos por un período de tiempo.” (…). El tema es que eso no se convierta en una excusa para la inacción y seguir profundizando la matriz productiva que está destruyendo el planeta.
Los proyectos productivos deben pensarse en un horizonte de transición con una estrategia de salida. Necesitamos construir puentes. Bienvenidos sean los debates sobre modelos de desarrollo. Subamos la vara, discutamos y propongamos. Democraticemos los procesos decisorios y generemos información de calidad para diseñar una agenda de largo plazo.
Otro ejemplo de cómo se puede profundizar el debate, evitando la cancelación del que piensa algo distinto, es lo que plantea Juan José Carbajales (@JJCarbajales), politólogo, abogado y representante del Estado en empresas energéticas, sobre el tema petróleo off shore con mucha información y links a información de calidad que invito a leer.
Aporta una mirada interesante sobre este debate: “Suele minimizarse el valor de las políticas de Estado, tan reclamadas por amplios sectores. Pongo el foco aquí en políticas públicas sostenidas y el valor geopolítico de nuestra plataforma continental.” En el hilo se detalla mucha información sobre el trabajo que implicó el reconocimiento de la ONU de la ampliación plataforma continental argentina, lo que le permite al país empezar a desarrollar el conocimiento sobre la biodiversidad y a utilizar los bienes naturales que posee como ejercicio de soberanía. Es decir que para poder cuidar y aprovechar dicha plataforma fue y es necesario el trabajo conjunto de muchas herramientas que tiene el Estado en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, CONICET, CONEA, YPF e Ytec, Defensa, el Instituto Geográfico Nacional, Ministerio de Agricultura y Pesca, Producción, de Ambiente, Universidades y muchos etc.
El viceministro de Ambiente, Sergio Federovisky, planteó en una reciente entrevista para El Destape (3) que, en el marco de los eventos climáticos extremos del cambio global, lo que puede mejorar respecto al manejo de los incendios forestales esencialmente es la prevención, pasando hacia una política más activa.
Federovisky enumeró una serie de redes de cámaras que se están instalando en distintos puntos del país para la detección temprana y mencionó un tema tabú, que hay que avanzar hacia el manejo del combustible que se acumula en nuestros bosques. Es un tema de gran debate dentro de la academia y de los organismos de gestión el como se hace. Lo cierto que es inimaginable el desarrollo de esa política si se plantea el debate en el esquema binario ambientalismo-productivismo y menos si se trata de evitar un debate público serio sobre el tema. ¿Se imaginan si en ese marco caótico de discusión se decidiera concesionar áreas forestales de bosque nativo para bajar la carga de combustible que tienen y hacer cortafuegos, haciendo aprovechamiento leñero y maderero? Esta política activa preventiva se podría hacer muy bien con buen asesoramiento y control, dando trabajo local y lograr bajar la frecuencia e intensidad de los incendios forestales, pero no será posible con miradas extremas.
El analista político Nicolas Lantos expresó claramente la disyuntiva de la época: cualquier decisión sobre los bienes naturales y el modelo productivo que no tome este gobierno nacional, por las debilidades, dificultades y el debate interno que tiene, será tomada para peor (ambiental, económica, social y soberanamente hablando) en un eventual futuro gobierno de retorno de la derecha, con un Morales, Larreta, Macri o el monigote de turno que el poder real decida poner.
Por Manuel de Paz
Cooperativa de comunicación Al Margen