Como una onda expansiva, las elecciones presidenciales en el país hermano todavía resuenan en todas las orillas de la región. La reñida disputa que puso al pueblo a elegir entre dos modelos antagónicos terminó con resultados que finalmente abrieron un capítulo inédito en la historia de Chile.
El largo peregrinaje, que se inició mucho antes de lo que se vivió en la última recta electoral, finalmente parió una esperanza. Una chispa que se iniciaba de algún modo con los movimientos estudiantiles del 2006, exigiendo educación gratuita y de calidad, y que tuvo su reflejo más fuerte en el gran estallido de octubre del 2019, cuando las calles se colmaron para reclamar un cambio radical de rumbo. Se caía a pedazos por esos días la imagen de un país señalado como modelo en la región, cuna del neoliberalismo que finalmente mostraba las grandes injusticias sociales sobre las que se sostenía, y el hartazgo ante tanta impunidad.
Sintetizar la urgencia de cambios en una persona es imposible. Pero el resultado polarizado de las elecciones de noviembre dejaron atónito al pueblo entero frente a los dos caminos concretos que se abrían hacia el futuro. No había tiempo para medias tintas, no había tiempo para grises, no había tiempo para seguir mirando la historia al borde del camino.
“Los nervios del último tramo eran demasiado, estábamos todos igual”, dice Lorena, todavía con la emoción del reciente domingo encima. “Gabriel Boric fue de apoco tomando su lugar y sus propuestas, sus palabras, nos hacen mucho sentido a todos. Creo que llega para sanar un montón de cosas que están pendientes en Chile y el ser una persona joven (asumirá con 36 años), es como el slogan que él tenía: es darle espacio a la esperanza. Es tan potente eso”.
Como millones venia esperando cambios “pero cambios reales” porque la forma de gobernar “es poco aterrizada a la realidad de la gente”. “Estamos tan aburridos de que algunos tengan todo, que tener el espacio para nosotros, los llamados el pueblo, es como que decir: al fin nos tocó un poco de justicia”, agrega y cuenta que las personas con las que trabaja viajaron a sus regiones para poder votar, así como ocurrió en muchos países donde los chilenos se acercaros a emitir el sufragio como no lo habían hecho antes, convencidos de la necesidad de la participación.
“Volvieron esas ganas de votar con mucho sentido, es el primer presidente que tuvo tanta votación, eso es increíble”. Rescata también que la diferencia entre un candidato y otro haya sido tanta -55,9% por el 44,1% de Kast- en unas elecciones donde la derecha atinaba a cuestionar resultados previamente. “Empezamos a tener un poco de miedo sobre el panorama que se venía si la diferencia era poca, pero fue mucha y la felicidad fue increíble”.
Con su familia llegaron a Plaza Italia en Santiago de Chile, como parte de la marea que festejó en las calles el triunfo. La semana, dice, no es como cualquiera, y como casi todo el país, sigue el paso a paso de lo que acontece a partir de ahora.
“Estamos con la expectativa de sus pasos y de lo firme que va ir demostrando sus decisiones, sus palabras. Todo cuenta: hay mucha apuesta en él. Esperamos que pueda hacer los cambios que hemos esperado hace rato. Que la Convención Constituyente sea un tema paralelo me parece estupendo y que él respete eso. Más no podemos pedir, era muy complejo el panorama con un gobierno de derecha, más con Kast, que era un Donald Trump en Chile. Nunca nadie se imaginó que un joven pudiera sacar tanta votación y tener tanto apoyo. Estamos muy esperanzados y con expectativas de todo lo que va a venir”.
El pueblo unido
“Las votaciones anteriores no fui, pero ahora no podía no ir, el contraste era mucho”, cuenta Ricardo desde España. Fue a votar en el Museo Marítimo de Barcelona, ciudad donde vive hace décadas. Fue uno de los tantos que se alertó frente al abismo que se podía abrir en la figura de una persona que avalaba la dictadura pinochetista y sembraba discursos de odio sin miramientos.
En La Plata, Ariel, como tantos otros chilenos que se acercaron a las urnas, también señala: “Realmente tuvimos miedo. Si bien muchos votamos en contra del fascismo, fue la mejor opción”, dice y recuerda brevemente el trayecto del joven candidato. “De la universidad pasó a ser dirigente de un movimiento estudiantil y de ahí al Congreso. Justo hubo una apertura en la política chilena donde los dinosaurios se reconocieron muy viejos y se terminó con el sistema pronominal diseñado por la derecha que le daba el 50% de representación por arrastre. Eso se termina y choca con el movimiento estudiantil que se levanta desde el 2006 en adelante”, repasa.
“De esta camada que encabeza el descontento estudiantil inicialmente aparece Boric, que luego entra al Congreso con varios jóvenes más, como Camila Vallejo. Cuatro años después es presidente”, resume, aunque en el medio describe el desplome del “jaguar latinoamericano que se pensaba que era Chile, un país justo, con una economía estable” que luego estalló cuando se visibilizaron las distintas colusiones que abarcaban todas las áreas: servicios, medicamentos, elementos de primera necesidad. “La justicia mandó a clase de ética a los dueños de los grandes consorcios como Cencosud y Falabella. Eso empezó a generar una ira en la gente que estalló finalmente con las revueltas de octubre”.
Ariel cuenta que su candidato era Daniel Jaude del Partico Comunista (PC) que ya venía llevando adelante grandes transformaciones en su Comuna, pero quien finalmente fue desplazado en las primarias que realizó la izquierda, pero no dudó en elegir a Boric cuando llegó el turno de votar este domingo. “Ojalá pueda girar el modelo, en Chile hay que girar el modelo, en estas tierras el neoliberalismo fue un experimento que dio resultados: hay tres, cuatro generaciones neoliberales, lo cual explica el alto nivel de votación de Kast. Pero hubo una movilización enorme en todos los lugares y en un país donde generalmente solo vota el 45% de su población, el crecimiento de participación fue muy grande”.
Lo cierto es que la historia está por escribirse y a pocos días de las elecciones los balances no pueden ser apresurados, pero para muchos resuenan por estos días aquellos versos que bregaron por la apertura de las grandes Alamedas “donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. La tarea, evidentemente, necesitará de un gran entramado que con participación y coraje siga avanzando en la construcción de un mundo donde quepan todos.
Por Violeta Moraga
Foto portada: Télam
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