“Si tengo que hablar de cómo era ser fotógrafa en 2001 y profundizar en lo que significaba hacer fotografía analógica, preparar la cámara, preparar los rollos y entender que no teníamos la posibilidad como en una cámara digital de revisar lo que estabas haciendo y repetir la toma. Si no la habías pegado en la interpretación que hacías de la luz que estaba recibiendo tu cámara para poder registrar bien, bueno, esa foto la perdías”.
Quien recuerda es Paloma García, periodista y fotógrafa con una extensa carrera profesional en medios nacionales e internacionales. En estos días presenta su libro “2001 Fotografías: Diciembre 2001 – Junio 2002”.
Hace 20 años el país ardía como nunca antes. La troupe alucinada que encabezaba Fernando de la Rúa e integraban muchos que actualmente ocupan espacios en la oposición política o bajan desde los medios lineamientos para salir de la actual crisis económica, intentaban acallar con represión indiscriminada el “¡QUE SE VAYAN TODOS!” que tronaba en las calles.
Mientras esto ocurría, el poder real fugaba divisas al exterior y ponía a salvo sus privados intereses. Desde la tv, la radio y los diarios, los actualmente denominados como “medios hegemónicos” jugaban una vez más su propio partido y le soltaban la mano a una ALIANZA que ya no necesitaban.
“Yo llegué a la plaza el 19 a la noche, con los rollos que tenía ya cargados en los chasis fotográficos que usábamos y que, a diferencia de los comerciales que venían con 36 fotos, podían tener algunas más. La fotografía siempre estuvo ligada a la importación, porque la mayoría de los procesos químicos que se usan para el revelado e incluso las películas eran y son importadas. Entonces fue muy difícil porque no había materiales. Hay incluso anécdotas de colegas que trabajan en medios nacionales que cuentan como tuvieron que quedarse mirando cómo se iba el helicóptero en el que el entonces presidente abandonaba la Casa Rosada porque ya no tenían rollo.”
¿Con qué equipo trabajabas?
“Mi cámara es una AE1, es del año 1976, es una cámara que amo, es muy noble y bonita. Pero también es el límite que marcó la diferencia entre quienes salíamos de una fotografía amateur a una profesional. Era muy básico mi equipo. De hecho, tenía un teleobjetivo que estaba en reparación, o sea que el 19 y 20 me encuentra sin la posibilidad de “poder hacer zoom” como lo conocemos hoy y cerrar el plano de imagen. Sólo tenía un gran angular, que es un lente de 35 milímetros y un 50, que a los pocos días en algunas de las tantas manifestaciones que hubo en esos días de cinco presidentes, lo usé para pegarle a un policía en el casco para defender a una mujer y no resistió. Así que casi todo el registro lo hice con un gran angular y tenía que acercarme mucho a las personas para poder retratarlas… y también a los policías.”
“¡NOS MEAN Y DICEN QUE LLUEVE!” se pintaba en las paredes de entonces para graficar ese relato que construían quienes escribían o contaban ubicados siempre detrás de las fuerzas represivas. Del otro lado, con sus cámaras y grabadores, a pura voluntad, recibiendo también las balas y gases, los medios alternativos, comunitarios y populares se organizaban y agrupaban para contar nuevas formas de resistencia y militancia. En el caso de Paloma, integró el grupo de contra información ARGENTINA ARDE.
“Desde el momento en que hice la primera foto, -recuerda- yo sabía que ese documento era necesario compartirlo, hacerlo visible. En una de las movilizaciones, documentalistas que ya venían trabajando juntos desde los años ’90 y que entendían que había que hacer un trabajo colectivo, me dan un volante que decía “VOS LO VIVISTE. NO DEJES QUE TE LA CUENTEN”. Fui a una asamblea en enero de 2002 y me uní, y a partir de ahí trabajé dos años siguiendo los procesos asamblearios y de las fábricas recuperadas que surgían y también la represión que había en cada uno de los cacerolazos.”
Por aquellos años, todavía nos movíamos por la vida sin celulares ni métodos de almacenamiento portátil. Así como las fotos se revelaban y ampliaban en el laboratorio, el archivo era en papel y ocupaba un lugar principal en la morada de cualquier profesional o estudiante de los medios. Paloma es una de las tantas que, ante una mudanza o emergencia, seguramente hubiese elegido abandonar ropas u objetos, pero jamás las cajas y sobres que contenían el preciado material de consulta permanente.
“En mi caso particular y como egresada de TEA, el archivo siempre fue muy importante y grande. Incluso en algunos momentos de mi vida tomé la decisión de donarlo a esta escuela o a la Biblioteca Nacional porque consideré que ese esfuerzo tenía que servir para que lo usen otras personas. En el caso de las fotografías no me desprendí de nada porque siempre sentí que tenía valor documental y que debía hacer algo con eso, pero no estaba tan segura de que mis fotos me devolvieran lo que me pasó cuando volví a mirar los negativos y analizar las hojas de contactos. Al hacerlo, sinceramente, muchas de ellas me dieron orgullo. En términos de “en qué lugar me paro” a la hora de hacer una fotografía. Sentí que la mirada que tuve en ese momento es la que sigo teniendo hoy. Tal vez por esto, el proceso de selección para definir cuales fotos integrarían el libro no fue sencillo, porque cuando uno tiene el mensaje pensado acerca de qué es lo que quiere contar, muchas veces hay que tomar la decisión de que “menos, es más…”, como dice una de las reglas del periodismo. Había material muy diverso pero la fuerza que tiene el material del 19 y 20 como tal, todo el tiempo estuvo pujando por ser quien contara la historia, ya sea desde ese momento puntual o los meses y el proceso posterior que implica la gran cantidad de gente que seguía habiendo en las calles. Tomé la decisión de que no hubiese tantas fotos de cacerolas, pero no porque no las tuviese, sino porque no me parecía que contar a veinte años la historia, pudiera caer en la cuestión de que lo único que sucedió fue que hubo un corralito, entendido esto en términos de que “porque le tocaron el bolsillo a la clase media, esta salió”. Se dieron otras cosas también muy importantes en la fusión y en la unión en términos de lucha de clases. Lo que nos pasó fue mucha gente en la calle haciendo un reclamo frente a la pobreza que imperaba.”
Hablar hoy del 19 y 20 es hablar también de una larga cadena de encubrimientos políticos y judiciales. Fernando de la Rúa murió sin pasar un día en la cárcel, y aún hoy no existe una sentencia firme para quienes fueron declarados responsables de la represión ni una reparación integral para las víctimas.
“El libro tiene dos partes: una integrada por el ensayo fotográfico y la segunda la denominé “Anexo, Memoria y Homenaje”, porque quise que compartieran sus textos quienes realmente sufrieron esta historia de una manera más difícil”, nos cuenta Paloma. “También es muy fuerte entender que hay una juventud que va a estar viendo estas fotos, que no vivió ese momento, pero que tal vez el verla le pueda hacer despertar las ganas de saber más acerca de la historia que nos pasó para llegar a ese momento. Y de ese momento a este presente, tener memoria de qué nos atravesó, que significa la lucha contra el capital, que significan los procesos neoliberales que destruyen naciones enteras como la nuestra y como todas las de este continente. Desde ese lugar, es que me animé a hacer un libro con una mirada personal, pero de algo que nos pasó a todas y a todos.”
“2001 Fotografías: Diciembre 2001 – Junio 2002” fue presentado el 13 de diciembre en Buenos Aires en la Biblioteca Nacional y hasta el 30 de diciembre se puede visitar allí la muestra de fotos que lo integran. Además de la autora, participaron del panel Karina Lamagna, María Arena y Martín Galli, familiares y víctimas de la represión. También el fotógrafo Julio Menajovsky y las periodistas Adriana Meyer y Cecilia Laratro. Actualmente Paloma García integra el colectivo de “Fotógrafes x los Barrios”, que combina acciones fotográficas con solidaridad. En el prólogo del libro recientemente editado, la socióloga Silvia Pérez Fernández afirma que sus fotografías están hechas desde las barricadas. Seguramente en esto y en contar siempre la historia del lado correcto, consiste el secreto y la potencia de su mirada.
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Para más información, adquirir o visitar el libro: diciembre2001.com
Por Fabián Gustavo Agosta
Fotos: Paloma García
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen