Un conjunto de académicos que trabajan la cuestión indígena denuncian la maniobra racista y electoralmente oportunista que pone el ojo sobre el pueblo mapuche. La antropóloga Diana Lenton propone “hay que hablar de racismo” y buscar vías para un diálogo que logre articular políticas públicas reparatorias.
Un conjunto de equipos de investigación pertenecientes a diferentes universidades y centros de investigación del CONICET que trabajan con el pueblo originario mapuche/mapuche-tehuelche publicaron el pasado viernes un documento rechazando la campaña racista de estigmatización y persecución al pueblo mapuche desatada en los medios masivos de comunicación y desde sectores de la política partidaria.
“Con el documento lo que nos propusimos fue aportar un poco de claridad sobre todo a un aspecto de toda esta campaña de odio que se está dando que tiene que ver con el pueblo mapuche en general y su relación histórica con lo que podríamos llamar «el pueblo argentino». Esa cuestión de si son argentinos o no, de qué relación tienen con los otros pueblos en la zona”, contextualiza Diana Lenton, doctora en antropología y referente de la Red de Investigadores sobre Genocidio y Políticas Indígenas. “Tratamos de aportar lo que nosotros podemos hacer desde la academia –sin hablar en nombre de nadie, ni de los mapuche ni de ningún otro pueblo indígena–, aportar lo que tenemos como evidencia histórica y científica”.
La intención es dar por tierra con “las falacias que se están difundiendo, encaminadas a la construcción de una imagen negativa de un pueblo que por supuesto sirve a intereses políticos en este momento”, sostiene Diana.
– ¿Podés enumerar sintéticamente algunas de esas falacias sobre la cuestión mapuche?
-1. Los mapuches son chilenos; 2. Los mapuche llegaron hace muy poco, incluso esto es parte del guión argumental del museo que hay en la estancia de Benetton en Leleque que sostiene que los mapuche llegaron después que los galeses (que comenzaron a instalarse en Chubut en 1865); 3. Los mapuche exterminaron a los tehuelche; 4. Los verdaderos mapuche ya no existen; 5. Los mapuche son pacíficos y están integrados –algunos lo dicen sintiéndose buenos cuando lo hacen–, con esa noción de integración que implica una desintegración en realidad, pero hay gente que los induce a hacer cosas malas. Esa idea paternalista que considera que ellos no tienen una idea política y en todo caso es alguien que les llena la cabeza.
Son todas ideas fácilmente refutables pero muy persistentes, debido a que hay intereses muy poderosos que ponen plata en medios de comunicación y en agencias del Estado para bajar esta línea. Pero también tienen que ver con un presupuesto básico de nuestra idea de identidad argentina que tiene que ver con esta lucha entre civilización y barbarie y una idea de nacionalismo anti-chileno; un montón de cosas que se van solapando y que hacen que personas del común reproduzcan esto sintiendo que es una verdad demostrada y que forma parte de su propia identidad como argentino. A muchas personas les hacés ver que la gente indígena no está extinguida y que vive mezclada entre los demás ciudadanos, y ocupa lugares en la academia, en la política, en distintos lugares y no pueden aceptarlo.
Hay un ser argentino que no se mira al espejo, que le produce rechazo cuando se lo mostrás y, además, reacciona violentamente.
“La gente no se da cuenta cuando va al sur y mira los paisajes y la cordillera y los lagos, que si todo eso todavía sigue siendo un paraíso natural es gracias a los mapuche, como en otras regiones del país lo hacen otros pueblos. Si en este momento las montañas de la Patagonia no están todas peladas para poner pistas de esquí, shoppings y barrios privados es gracias a los mapuche que vienen resistiendo todas esas avanzadas. El que empezó con la campaña del No a la mina, en Esquel, en Campana Mahuida, en Neuquén, ha sido principalmente el pueblo mapuche”, argumenta Lenton. “Gracias a ellos seguimos teniendo el paraíso que algunos azuzan el miedo de que nos lo quieren quitar”, son los mismos que se lo están apropiando: los Lewis, los Tinelli, los Benetton, los Pichetto y una extensa y selecta lista de etcéteras.
– ¿Qué vías de solución, que caminos de solución le encontrás a esta problemática?
-Primero, hay que empezar a hablar del racismo, de lo que significa el racismo y el discurso de odio. Hay que sacarse las máscaras. Hay que poner el foco en ese lugar y empezar a construir un diálogo con respeto por el otro. Con respeto por la capacidad del otro, con respeto por el derecho de los pueblos originarios a plantear sus requerimientos, sus ideas políticas, que es algo que generalmente se les niega. Es necesario encarar algún diálogo real para que se pueda organizar una política que respete los territorios y de soluciones para todos. Los mapuche están dispuestos desde siempre a ese diálogo, pero es de parte de los gobiernos que no se produce. Lo único que hace el Estado cuando hay un requerimiento es mandar la represión. Las leyes que tenemos están definiendo cómo se tienen que hacer las cosas y no se están respetando las leyes.
– ¿Cuál es tu opinión sobre el accionar del INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas)?
-La escuchás a Magdalena Odarda (presidenta del INAI) y es impecable, habla de la necesidad de la prórroga de la ley 26.160 como una base firme para resolver la cuestión territorial.
Pero por otro lado, yo lo que veo es que el Estado tiene múltiples caras y que estas agencias “buenas”, como el INAI, son impotentes frente a las decisiones que se toman desde otros ministerios. Esto pasa tanto en la cuestión económica frente a las actividades extractivas donde, por ejemplo, el INAI reconoce una comunidad y después viene la secretaría de Minería y le da la concesión a una empresa minera con la gente adentro. O ahora, que tenés al Ministerio de Seguridad mandando gendarmes y avalando la denuncia contra un mapuche genérico que tendría la culpa de todo, al decir Aníbal Fernández que el gobierno iba a reconstruir la sede del Club Andino Piltriquitrón que se quemó, antes de que se pueda investigar y antes de que la Justicia diga quién fue. Sin desmentir las acusaciones sin pruebas.
Por Canal Abierto
Repudio a la violencia y a la campaña racista y estigmatizante hacia el pueblo Mapuche/Mapuche-tehuelche:
Un conjunto de equipos de investigación pertenecientes a diferentes Universidades, unidades ejecutoras y centros de investigación del CONICET, quienes trabajamos con el pueblo originario mapuche/mapuche-tehuelche, deseamos fijar postura frente a los hechos de los últimos días y a la vez repudiar la nueva operación de criminalización, desarrollada sugestivamente en plena campaña electoral.
Repudiamos cualquier forma de violencia, como el incendio producido en el Club Andino Piltriquitrón en El Bolsón, hecho que nada tiene que ver con las reivindicaciones históricas del pueblo mapuche/mapuche-tehuelche, cuyo diálogo con la sociedad no indígena, se ha construido a lo largo de décadas sobre la base de mutuo enriquecimiento. Pero además, con relación a este caso concreto, nos preocupan algunas cuestiones específicas. En primer lugar, que aun cuando el gobierno provincial no cuenta con pruebas concretas respecto a quienes han sido los responsables del incendio del Club Andino, funcionarixs y medios de prensa caracterizaron al acontecimiento como “terrorismo” y acusaron a todo un pueblo (de más de 300.000 integrantes distribuidos en varias provincias) del hecho. En segundo lugar, y ligado a lo anterior, nos preocupa el racismo, la ignorancia y los prejuicios que, tanto sectores del periodismo como de la función pública sacaron a relucir contra todo el pueblo mapuche.
Llama la atención que estos hechos tengan lugar y adquieran centralidad mediática –bajo una operatoria similar a la ocurrida en el año 2017– en un contexto en el que se está debatiendo la prórroga de la Ley 26.160 de “emergencia territorial indígena” en el Congreso de la Nación, pero además, a escasos días de las elecciones. Ello nos lleva, como mínimo, a preguntarnos si no se trata de un “escenario” ideal, montado para quienes obtienen un rédito electoral a partir de la criminalización y estigmatización del “otro”; en este caso, del pueblo originario mapuche/mapuche-tehuelche. También nos preguntamos si, en este particular contexto y frente a las enormes dificultades económicas de vastísimos sectores sociales en la región –tras años de recesión económica, con grandes problemas de trabajo, de precariedad laboral, dificultades para satisfacer las necesidades básicas–, ciertos sectores no habrán encontrado en un histórico “chivo expiatorio” la forma de sacar el foco sobre la falta de soluciones a los problemas antes descritos.
Como es habitual en estas situaciones, comienzan a circular una serie de falacias, tergiversaciones y discursos estigmatizantes que buscan generar sentimientos de odio y racismo en vastos sectores de la población. Por todo lo expuesto, como especialistas en el tema en cuestión, nos vemos en la obligación de responder a estas falacias que circulan por estas horas.
Diversas investigaciones arqueológicas demuestran la milenaria presencia de contactos entre los pueblos indígenas ubicados a ambos lados de la Cordillera de los Andes, evidenciando complejos procesos de interacción social de larga data. En esta misma línea, estudios histórico-antropológicos ponen de manifiesto que la cordillera pasó a erigirse como frontera varias décadas después de la constitución de los Estados nacionales. En efecto, la reiteración de muchos apellidos indígenas en lo que actualmente se conoce como Chile y Argentina y de familias que quedaron divididas con la conformación de la cordillera como frontera, son indicativas de la movilidad que ha existido en toda la Patagonia. De ahí la falacia en que incurren quienes niegan la presencia ancestral del pueblo mapuche que clasifican en términos nacionales a pueblos indígenas que existían con anterioridad a la creación reciente de las naciones y hablan de una supuesta invasión en sentido Oeste-Este, negando procesos muy complejos y de gran profundidad temporal.
La preexistencia del pueblo mapuche
Existen también citas de los partes de campaña escritos por los militares que efectuaron el avance violento sobre los territorios mapuche – tehuelche a fines del siglo XIX –violando los pactos firmados entre el Estado y los caciques que se reconocían como autoridades en la Pampa y la Patagonia argentina–, que testimonian cómo expulsaron hacia Chile a los mapuche que habitaban el sur argentino. Para citar solo algunos ejemplos, podemos recordar que cerca de la zona de conflicto, al norte del lago Nahuel Huapi, hay testimonios escritos de la presencia de caciques pehuenches (parcialidad del pueblo mapuche) hacia fines del 1700. Los documentos del siglo XIX dan cuenta también de la presencia de las actuales comunidades que hoy habitan el lugar. En la zona de Bariloche diferentes evidencias –memorias indígenas y documentos estatales– indican que desde 1870 ya estaban asentadas algunas de las actuales comunidades. Es decir, varias décadas antes de la efectiva presencia del Estado y la consolidación de la frontera del siglo XIX.
Entre las explicaciones empleadas para poner en duda el carácter “originario” del pueblo mapuche, se recurre al argumento largamente refutado que afirma que presuntamente “los mapuche exterminaron a los tehuelche”. No hay ninguna evidencia científica que permita confirmar esta falacia, desmentida por diversas crónicas históricas que aluden a sus relaciones comerciales y parentales y por la histórica convivencia entre mapuches y tehuelches en las provincias de Chubut, Río Negro y Santa Cruz. De hecho, la Coordinadora del Parlamento Mapuche de Río Negro en los últimos años adoptó la denominación mixta de Coordinadora del Parlamento Mapuche-Tehuelche de Río Negro, de una forma integradora, para representar mejor la composición de sus comunidades.–
Como miembros de la comunidad científica instamos a la opinión pública en general, a los medios masivos de comunicación y a las personas del gobierno involucradas a abordar la temática con la complejidad y responsabilidad ética que se merece. Denunciamos la gravedad de algunos mensajes mediáticos que intentan imponer la idea de “amenaza” –que presuntamente incluiría al conjunto del pueblo mapuche– y son empleados para negar sus derechos, contribuyendo a las situaciones de violencia que se vienen registrando en estos días.
Para finalizar, denunciamos la violación de los derechos de niños, niñas y adolescentes, que están siendo vulnerados hoy, en particular en la comunidad Quemquemtrew en Cuesta del Ternero. Los hechos denunciados abarcan innumerables actos de violencia por parte de las fuerzas de seguridad contra pobladores pacíficos, incluyendo la violencia física contra mujeres, niños y niñas, la ocupación y utilización de la escuela 211 como base policial, generando una situación de avasallamiento de los derechos de las infancias y de toda la comunidad educativa que está fuera de todo marco legal. Y especialmente, el virtual sitio a la comunidad, ejecutado por las fuerzas de seguridad provinciales con el fin de acorralar por el hambre y el frío a sus habitantes, provocando daños intencionales a un grupo de personas, atribuyéndose la potestad de castigar a un grupo humano sobre el cual no se ha expedido la justicia ni se visualiza tampoco un interés genuino por parte del poder político de dilucidar la situación.
Reclamamos que cese toda forma de violencia y se haga efectivo lo estipulado en la Constitución Nacional (art. 75 inc. 17), las constituciones provinciales, el Convenio 169 de la OIT, la Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas, la Convención Internacional sobre los derechos de Niños, Niñas y Adolescentes y todo el marco normativo nacional que refiere a los derechos del pueblo originario mapuche, mapuche tehuelche y los restantes pueblos. Alentamos también a los legisladores nacionales a sancionar la prórroga de la ley 26.160 actualmente en tratamiento en el Congreso y a dictar la ley de propiedad comunitaria indígena.
Firman: Cátedra extensión Rural AUSMA Universidad Nacional del Comahue; Grupo de estudios sobre “Producción de Estado, alteridad y conflicto en Norpatagonia. IIDYPCA- CONICET-UNRN; Instituto Patagónico de Estudios en Humanidades y Ciencias Sociales (IPEHCS-CONICET-UNCo); Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH CCT CONICET-CENPAT); Grupo de Investigación “Trayectorias migratorias y laborales en territorios rurales y urbanos del Norte de la Patagonia” (FADECS-UNCo); Proyecto Unidad Ejecutora “La (re)producción de las desigualdades en la Patagonia Norte. Un abordaje multidimensional” (IPEHCS-CONICET-UNCo); Grupo de Investigación “Transformaciones territoriales y relaciones interétnicas en el desarrollo turístico de la Patagonia Norte” (Facultad de Turismo, UNCo); Grupo Interdisciplinario de Estudio en Políticas Públicas Participativas, Interculturales e Interseccionales (GIEPPPII); Programa “Etnicidades y Territorios en redefinición” (ICA-FFyL-UBA) – Asignaturas Antropología Sistemática II (Antropología Económica) y Seminario de Antropología Social: Antropología Rural del Dto. de Cs. Antropológicas – FFyL-UBA; Claudia Briones, IIDyPCa (UNRN/CONICET); Grupo de Estudios sobre Memorias Alterizadas y Subordinadas (GEMAS); Proyecto UBACYT 2020-20020190100136BA “Memorias, resistencias y agencias políticas de comunidades y colectivos indígenas: trayectorias en contextos post genocidas” (ICA-FFyL-UBA); Grupo de Estudios de la Frontera Sur (ICA-FFyL-UBA); Equipo Niñez Plural (ICA, FFyL, UBA/ FTS, UNLP- CONICET); Equipo Arqueología de Pampa Occidental (IDECU- Museo Etnográfico- CONICET- UBA); Red de investigador@s en Genocidio y política indígena en Argentina (RIGPI); Grupo de Investigación sobre territorialidades, alteridades y agencia colectiva en norpatagonia (GITAAC); Núcleo de Estudios sobre Identidad y Cultura (IEHSOLP, CONICET-UNLPam) y Proyecto de Investigación “Campos culturales y campos de interlocución: procesos de identificación, tensiones y actores en un espacio regional (La Pampa y Norpatagonia, siglos XX y XXI)”, Instituto de Estudios Socio-Históricos (IESH, UNLPam); Programa de “Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios” (PROARHEP) del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján (UNLU); Cátedra “Historia Social de América. “Entre la memoria y la desmemoria”. Procesos sociales, políticos y económicos de la región pampeano-patagónica: desde los primeros pobladores hasta la formación del estado nación”, Facultad de Humanidades, UNMdP.
Redacción
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen