En las últimas horas comenzó a circular una petición dirigida al Intendente del Parque Nacional Nahuel Huapi, y a la encargada del Área de Uso Público de este mismo parque, demandando con la junta de firmas, el libre acampe en áreas de refugios de montaña del PN Nahuel Huapi.
Es que, como señala el texto, concesionarios de refugios de montaña gestionados por el Club Andino Bariloche (CAB) cobran por acampar en sus inmediaciones, algo que desde ya hace dos años se ha explicitado en las listas de precios.
“Esta situación sucede en Refugio Meiling, Refugio Rocca, Refugio Jakob y Laguna Ilon. El valor actual del acampe es de hasta $1200 por día por persona”, señalan en la misiva. Sin embargo, el acuerdo marco existente entre Parque Nacional Nahuel Huapi y el CAB no otorga la potestad de cobrar por el acampe en áreas aledañas al refugio.
Frente a esta situación un grupo de más de 60 guías de montaña, con larga trayectoria de trabajo en el Parque, donde muchos incluso iniciaron su hacer, señalaron lo inapropiado de esta medida. “El espacio de comercialización y de lucro en un refugio es aceptable porque realmente mantener un refugio es un gran esfuerzo, pero cobrar de forma obligatorio el acampe a las personas que pueden ir por sus propios medios está mercantilizando la zona”, señala el guía de montaña Juanjo Puliafito y recuerda que, de hecho, es un acto ilegal que termina avanzando con la apropiación privada del espacio público.
“Como trabajadores de la montaña estamos permanente en contacto con los refugios, es un problema que nos estamos generando, podríamos no decir nada, somos amigos, conocidos de muchos años de los concesionarios y colaboramos de distintas maneras, pero no podemos aceptar que el espacio de recreación, libre y gratuito, donde todos crecimos, aprendimos y nos formamos -desde el punto de vista técnico de la montaña pero también desde la experiencia de vida de estar compartiendo el espacio y la belleza de la naturaleza con amigos- ahora quede reducido a poder ir si pagas”.
Justamente así queda expuesto en el texto que hoy circula por redes y que casi llega a las 1500 firmas: “Gracias al acceso público y gratuito recorremos nuestras montañas acampando en las distintas áreas habilitadas para tal fin. Todos los años familias enteras de residentes y turistas, con o sin guías, realizan excursiones a estas áreas para conocer los lugares más hermosos del Parque Nacional y compartir con sus hijos estos paisajes y el amor por la montaña”.
Otros peligros
Hay otra arista nada menor que también desata esta nueva modalidad impuesta de la nada. Y es que, es inevitable que el cobro del acampe en las zonas de refugios genere nuevas áreas de acampe en zonas del parque nacional de difícil fiscalización.
“El público va a empezar a acampar en otros lados. Siempre se habla de zonas de sacrificio: para que el público asista y el lugar no se deteriore tenés que sacrificar una zona pequeña, pero si generás esta restricción muchos van a empezar a acampar en otros lugares, generando más contaminación de áreas, y con menos control. La gente por no saber comete ciertas irregularidades en el cuidado del agua, en donde va al baño, generando materia fecal cerca de algún arroyo, con los posibles peligros de incendios. Así que también es contraproducente por ese lado”.
Finalmente, Juanjo aclara que este descargo realizado desde el amplio arco de los trabajadores de la montaña no es en contra de los cocesionarios ni del Club Andino, al que consideran parte central de la historia el montañismo. “Valoramos muchas cosas y agradecemos la presencia de los refugios que facilitan la práctica y el desarrollo del deporte y las experiencias en la montaña, pero creemos que tiene que existir el derecho al uso gratuito para que el parque nacional público siga existiendo. No es en contra de los cocesionarios, es a favor del resto del público”, dice y además recuerda: “Muchos de esos mismos concesionarios, esas mismas personas y los guías hemos comenzado gracias a que el lugar era gratuito. Si hubiéramos tenido que pagar por acampar no hubiéramos podido. Entonces es respetar nuestra historia y el espíritu de la vida en la montaña. Así, los miles de otras personas que no se dedican a esto también tienen el derecho a andar, el acceso no puede ser privativo ni mercantilizarse”.
Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen