Ayer fiscalicé las elecciones por el Frente Patria Grande en el Frente de Todxs en la escuela Amuyén del Barrio Virgen Misionera del oeste de la ciudad. Mi mesa era “testigo” para el centro de cómputos del FDT. Y fue testigo de veras. Las tres boletas de Juntos por el Cambio sumadas ganaron la elección. Un poco atrás Juntos Somos Río Negro por escasa diferencia le ganó a la lista por la que fiscalizaba. Y eso que defendí tres votos con convicción militante.
Un poco mas del 60 % de quienes figuraban en el padrón se acercaron a votar en una mañana helada y con nevadas que no alentaban mucho a salir de la cama.
La inmensa mayoría de quienes se expresaron en las urnas optaron por elegir. Casi no hubo votos en blanco y un solo votante optó por dejar una misiva en el sobre, que la presidenta de mesa no se tomó el trabajo de leer durante el recuento.
La inmensa mayoría fueron votos positivos.
Ese orden solo se alteró en dos fuerzas políticas. En la izquierda radical y el Frente de Todxs.
Los pocos votos anulados fueron aquellos de quienes se tomaron el trabajo de juntar todas las boletas de la izquierda, romperlas y meterlas en el sobre. Intuyo enojo por ir tan dividida o ser tan sectaria. Visto desde afuera no parecieran ser tantas las diferencias de fondo, entre una opción y las otras. Pero no es campo de análisis de estas líneas, la división de la izquierda.
Las otras tres boletas rotas fueron de la lista por la que yo fiscalizaba y me tocó defenderlas ante una presidenta de mesa que a priori, no las quería computar como válidas.
La suerte ya estaba echada, Cambiemos o como se llame, tenía mas de 15 votos de diferencia. Esos tres votos tomados como válidos tampoco alcanzaban para salir del tercer lugar, atrás de las boletas verdes de JSRN.
Esos tres votos no eran cuantitativos ni hacían la diferencia. Esos tres votos eran una interpretación social y política de lo que nos pasó anoche.
Eran tres personas (aunque para mi expresan grandes mayorías) que querían votar a este gobierno. Nuestra propuesta de frente antineoliberal. Pero están desencantados. Nos dicen: te voto, pero te rompo la boleta. Sabelo, estamos enojados y desencantados.
Hace dos años votamos con pasión y alegría para que se vayan los que hoy vuelven y nos están defraudando. No creemos en el futuro apático y tibio hacia donde nos lleva el rumbo trazado y las circunstancias.
Es imposible encantar mayorías con índices tan altos de pobreza en un país inmensamente rico y con recursos. Con nueve millones de personas que se quedaron sin Ingreso Familiar de Emergencia al tercer mes de cobrarlo y hoy hacen malabares para llegar a fin de mes o tienen que agachar la cabeza y pasar a buscar una bolsa de comida o almorzar en un comedor comunitario.
Si la inflación orilla el 50 % y los salarios quedan siempre por detrás. Si la política y los políticos siguen gozando de los privilegios de los que no gozamos el resto de los mortales. Si decimos una cosa y hacemos la otra…
De todo eso hablan esos tres votos rotos y la lectura que hagamos para revertir esta derrota.
Ayer logré que fueran válidos, pero no alcanzó. Y no van a alcanzar en noviembre si mas temprano que tarde se interpreta cabalmente que nos dice la gente de a pie.
Hay que convertir la derrota en esperanza. Renovar la política. Abrir los partidos y el Frente de todxs. Salir a las calles. Militar la esperanza. Construir futuro. Ponerle cuerpo y alma para que la derecha liberal no sea una opción popular en esta Argentina desesperanzada.
Por Alejandro Palmas
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen