La forma en que los libros circulan por nuestra ciudad encuentra nuevos senderos. Quizás empujado por la pandemia, quizás abonado por un contexto que regó un interés que ya se gestaba, lo cierto es que aparece un circuito de distribución alternativo que va tejiendo renovadas alianzas con ávidos lectores que asoman buscando libros específicos, editoriales independientes, nutridos catálogos como ventanas a otros parajes.
Detrás de esta gestión, quienes ponen manos a la obra llevan adelante una tarea minuciosa de selección, ofreciendo recomendaciones atravesadas por la propia experiencia, abriendo la puerta al encuentro con autores y autoras que no siempre están en la mesa de novedades de la librería amiga.
Es el caso de El Plan, una librería digital que hace entregas a domicilio en cualquier parte de la ciudad y que trabaja mayormente con libros de poesía a partir de un catalogo cuidado que busca “más que ser extenso ser un catalogo precioso”.
Al frente del proyecto, Joaquín Franchini cuenta que empezó a darle vueltas a la idea de la librería cuando se volvió a vivir a Bariloche, de algún modo expulsado de la gran ciudad por la pandemia. Ya en estas tierras, tenía muchas ganas de hacer algo relacionado con libros, literatura, poesía, un interés que lleva consigo desde siempre. “De regreso en Bariloche me encontré con que había editoriales que a mí me gustaban que en Buenos Aires se consiguen de forma más sencilla pero acá no estaban. Quizás no tienen una salida de mercado muy grande y a veces a las librerías no les conviene traerlos, como pasa con algunos libros de editoriales independientes de poesía”, señala.
Fue esa inquietud de lector y las ganas de encontrarse con esos libros lo que lo llevó a pensar que eso mismo le podía estar pasando a otras personas y así la génesis del proyecto que hoy anda sobre ruedas. “Estoy muy contento. No pensé que fuera a funcionar tan rápido, pero desde que arranqué todas las semanas pasa algo, vendo algunos libros, hay consultas, me llaman averiguando, conversamos. Siento que en Bariloche hay un circuito de interés poético o literario que, sin ser multitudinario, está muy consolidado”.
La voz se va corriendo no solo entre quienes tienen el gusto de leer, sino también cierto interés en tejer otro tipo de vínculo con la librería. “Eso es algo que me parece fundamental: con las personas que se acercan tenemos conversaciones sobre libros, piden alguna recomendación o me preguntan por algún título y hay un ida y vuelta. Todos los libros que tengo los tengo estudiados, algunos más, otros menos, algunos los traje porque me interesaba conocer. Y esa conversación del librero con el cliente o clienta es lo que me está resultando más gratificante”.
Un refugio para compartir
Como en tantas situaciones la pandemia también nos recordó ese espacio que resguardas las páginas de un libro. Esa tierra infinita para andar y desandar, un refugio al que se pude llegar en cualquier momento de la vida. Sin embargo, dirá Joaquín, lo valioso también está en el compartir. “Que ese refugio de ir a los libros nos sirva para vincularnos con otros. Eso me parece fundamental”, señala. Y en ese sentido dirá que “un libro en la mano es un sentimiento único e irremplazable”.
En ese mundo infinito de posibilidades, armar un catálogo constituyó uno de los puntos centrales. “Fue lo primero que tuve que aprender después de tener la idea y pensar en materializarla. Actualmente estoy trabajando con dos distribuidoras, que tienen una catalogo propio con varias editoriales y en algunos casos directamente con editoriales que trabajan por su cuenta”, relata. Así comenzó el proceso, que no fue en solitario, de sentarse, ver títulos, seleccionar en una primera lectura, interiorizarse, intercambiar. “El perfil es decididamente el de una librería de poesía, con bastante amplitud, tengo desde autores nacionales, contemporáneos hasta antologías de poesía rusa de la edad de oro”.
Cuenta que por ahora el método es por encargo, aunque eventualmente también planifica participar en ferias. Tener un lugar físico se suma a las ideas que emergen: “Una librería con aulas, que funcione como centro cultural”, se anima vislumbrar en un sueño que empezó con una caja de libros. Así, como un espiral, entre tanto, el circuito va creciendo. “No importa qué lugar ocupes de pertenecía a ese ámbito, en definitiva, es algo que encontramos que nos parece maravilloso y buscamos la manera de compartirlo. Yo traigo libros, alguien da un taller, otro organiza un festival. Estamos más o menos buscando lo mismo”.
Un espíritu similar nutre a la librería itinerante La Sede especializada en poesía, narrativa, ensayo e infantiles contemporáneos. El proyecto tiene en su genealogía de origen el espacio cultural que funcionó durante muchos años en la ciudad de Buenos Ares con talleres de artes visuales, letras, danza y filosofía, y un sector reservado a la venta de libros. “Era un proyecto más grande que iniciaron dos amigos hace como diez años en Villa Crespo”, señala Gianina Covezzi al frente del emprendimiento. “Hace menos de dos años decidieron cerrar la librería porque no la podían sostener y entonces me dijeron si quería hacerme cargo. Era una chance para no cerrar y dije que sí. Era mi sueño tener una librería”, recuerda y se remonta a enero del 2020.
Por eso días comenzó a reorganizar la librería a conocer el catalogo y poner todo a punto. Sabemos lo que vino después: “Abrí y a los tres días cerré porque empezó la cuarentena por la pandemia. Ahí empezó el verdadero viaje de la librería para mí, porque nació con la pandemia y desde el minuto cero fue buscarle la vuelta. El espíritu del proyecto es hacer con lo que hay y ponerme creativa para que la librería subsista y crezca. Hay una misión de no dejarla por nada”.
Como fue en muchos rubros, el modo on line fue ganando espacio y comenzó así el andar por ese espacio invisible que va tejiendo redes: dar a conocer los libros, hacer reseñas. Más tarde, antes de venirse a Bariloche, abrió junto a dos socias, artistas amigas, otro espacio: “Remodelamos una baulera y abrimos un local muy chiquito”, cuenta. Hoy sigue siendo ese el espacio físico, además de seguir alimentando el costado virtual. “Una parte fuerte son las recomendaciones. Invitamos todos los meses a uno o dos escritores a recomendar sus libros preferidos en la web”.
A Bariloche Gianina va trayendo libros de La Sede poco a poco, ampliando mes a mes el catálogo. “La Sede de Bariloche está muy focalizada en lo que es literatura contemporánea, editoriales independientes, argentinas y latinoamericanas. Ese es el recorte. Además, las novedades llegan con muy poco desfasaje y eso la gente lo valora un montón”.
Si bien los pedidos son on line, también hay una feria mensual, que en general funciona en La Barcaza en Los Coihues o en su propia casa en el km 20. “La gente viene, se lleva varios libros, pueden mirar el catalogo físicamente. Esa es más o menos la dinámica”, relata.
Así, con nuevas formas y propuestas novedosas que se multiplican, el circuito sigue ampliándose y encontrando los modos para seguir compartiendo y multiplicando el andar de las letras por estas tierras.
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Por Violeta Moraga
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen