Producciones elaboradas por organizaciones sociales del Alto barilochense son adquiridas por el Estado a un precio competitivo y con buena calidad. Un círculo virtuoso que forma a jóvenes en oficios y los incluye en el mundo del trabajo. La experiencia del grupo Encuentro, fundación San José Obrero y Semillero Vientos de Libertad.
El pan de la mañana en la escuela fue amasado con sueños, la cama del hospital pulida por manos jóvenes, el banco del sendero absorbió horas de historias de vida. El pan, la cama y el banco fueron hechos en barrios populares del Alto barilochense, en algún rincón donde se enseñan oficios y se gana algunos pesos, y donde el Estado descubrió ofertas competitivas y precios similares a los del mercado.
Esos lugares son la carpintería El Semillero, la fundación San José Obrero y el Grupo Encuentro.
“El proceso de elaboración es muy lento, porque son muchas las manos que se hunden en la harina”, dice Luis Fernández, del Grupo Encuentro. “Pero eso nos permite que los pibes aprendan un oficio, se levanten temprano, ordenen su día”.
Encuentro tiene un convenio con el Consejo de Educación de Bariloche: entregar todas las mañanas 190 kilos de pan a 10 escuelas, a un precio similar al de proveedores mayoristas. Desde la tarde hasta la noche, ocho personas le enseñan en el barrio Abedules a más de 60 chicos los secretos de panadería.
Luis Fernández cuenta a Al Margen que la pandemia interrumpió la relación comercial con las escuelas –su principal ingreso-, pero que el año próximo volverá a la normalidad. Durante el último tiempo, Encuentro pudo colocar algunas cantidades en despensas de la zona y atenuar el golpe duro con otros servicios como el catering.
“Yo creo que el Estado no solo tiene que tener puesta su mirada en la economía formal, sino que también tiene que haber cupos para emprendimientos como el nuestro”, dice Luis Fernández.
La madera
A mediados de 2020, la carpintería de El Semillero en Nahuel Hue comenzó a construir mesas hexagonales con seis bancos individuales, dispuestos en áreas de uso público del Parque Nacional. Ya hizo doce, y se comprometió a hacer nueve más.
El acuerdo fue alcanzado entre la intendencia del Nahuel Huapi y la carpintería donde trabajan diez chicos y dos adultos. El Parque aporta la madera, la carpintería mano de obra.
“Esta oportunidad le permitió al taller adquirir la modalidad de trabajo en serie”, cuenta a Al Margen Alejandro Peña Gómez, uno de los educadores populares de El Semillero Vientos de Libertad. La carpintería trabaja con pedidos particulares de aberturas y muebles de todo tipo y también con una vidriera de productos como utensilios, mesas y sillas para niños, autitos que se comercializan en jugueterías didácticas de la ciudad.
“Es muy necesaria una visión social de quienes están a cargo en áreas del Estado, como Horacio Paradela en este caso, intendente del Parque Nacional Nahuel Huapi, o como la municipalidad y la provincia que van en busca de la producción del Alto, aunque esto no implique una política de Estado”, agregó Alejandro Peña Gómez.
Omar Mastroianni y Fernando Fernández Herrero, referentes de la fundación San José Obrero, opinan que las políticas de Estado pueden aniquilarse con los cambios de gobierno y por eso, para ellos, el Estado es un cliente más.
Semanas atrás, cuenta Omar Mastroianni, el Hospital Zonal les encargó 24 camas de madera, y que una vez el Parque Nacional les encomendó jaulas de hierro para jabalíes.
“Tratamos de generar competitividad y mantener el mismo precio que otros proveedores”, dice Fernando Fernández Herrero desde el barrio Malvinas, donde se encuentra la sede de la fundación San José Obrero y por donde pasan a diario decenas de chicos a hacer huerta, comunicación, arreglo de electrodomésticos, herrería, cocina, corte y confección, música, entre otras actividades.
San José Obrero recibió días atrás el aval de la gobernadora Arabela Carreras para construir una escuela de gestión social. Su sueño es crear una escuela-fábrica, distinta al modelo de educación tradicional, a veces más excluyente que inclusivo. Fernández Herrero acerca estos datos: en Pampa de Huenuleo hay sólo dos escuelas públicas secundarias para un universo de 10.000 jóvenes.
Por Pablo Bassi
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen