En Bariloche esta semana se empezó a vacunar a adolescentes de 12 a 18 años con condiciones prioritarias: enfermedades crónicas, certificado de discapacidad y embarazadas. Muchas chicas y chicos esperaban este momento con gran alegría. Una posibilidad de hacer todas esas cosas anotadas en una lista para cuando volvieran a la vida.
Semanas anteriores se vacunó a la población entre 18 y 30 años. 15.000 jóvenes acudieron al vacunatorio, cumplieron con el horario, con el uso del barbijo y la distancia social. La respuesta por parte de esta franja etaria sorprendió positivamente y derrumbó algunos prejuicios en relación a las juventudes, teniendo en cuenta que esta población -en general- transita la enfermedad sin complicaciones graves.
La estrategia de vacunación disminuyó considerablemente el número de casos y de víctimas de Covid. En dos meses se redujo la cantidad de internaciones de un 80 por ciento a un 30 por ciento. En Bariloche existen 101.000 personas vacunadas con una sola dosis, al ritmo de 1000 -1300 aplicaciones por día.
“Se está haciendo más de lo posible –comenta la epidemióloga Romina Berazategui-. Ni en el mejor de mis sueños hubiera imaginado que en agosto tendríamos más del 60 por ciento de la población vacunados con la primera dosis. Tuvimos tres meses en los cuales la vacuna llegaba a cuentagotas. Hay países en el mundo donde todavía no llegaron las vacunas. En Haití no se aplicó ni una sola dosis”
Este fin de semana 794 adolescentes se empadronaron. Se calculaba el doble de inscriptos para este rango etario, aunque no existen datos certeros puesto que el último censo se realizó hace más de 10 años. Se priorizó vacunar a los chicos y chicas con factores de riesgo con la dosis de Moderna -aprobada para uso pediátrico y recomendada por la Sociedad Argentina de Pediatría-. Se sugiere a esta población que concurra con un acompañante al vacunatorio, pero no es necesario la autorización del padre o la madre para darse la vacuna. En 28 días se aplicará la segunda dosis.
Jimena Aguirre, madre de Ana, cuenta lo difícil que fue este tiempo de encierro. Ana tuvo muchas complicaciones respiratorias desde chica. La pediatra les recomendó cuidados extremos hasta que llegue la vacuna. -No me dolió, no lloré -cuenta Ana- cuando tenga la segunda dosis quiero ver a mis amigas Lolo y Maia, pasear por el shopping e ir a la escuela. Su hermano más chico también va a poder volver a la escuela y reencontrarse con sus amigos. Falta poco para que Ana cumpla 15, pero ya puede ilusionarse con un festejo cara a cara -con barbijo y distanciamiento-.
La vacunación no es solo un acto individual, es también un acto que se hace por el otro, para evitar la transmisión. “Si soy un chico de clase media –explica la epidemióloga-, que me alimento bien y hago actividad física y me enfermo, probablemente no me pase nada grave. Pero si soy una persona que vive en una situación más precaria y con un sistema inmunológico vulnerable, tengo más chance de terminar en una terapia intensiva.”
Cuanto mayor sea la población vacunada, más cerca estamos de alcanzar la inmunidad colectiva que detenga al Coronavirus.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen