En Argentina cada habitante genera en promedio más de un kilo de basura por día. El recorrido de los residuos es complejo y comprende a muchos sectores. El 6 de julio se presentó el proyecto de ley de envases con inclusión social que da derechos a los recicladores y busca reducir la cantidad de desechos. Para hacerse cargo también de qué hacer con lo que generamos. Nota de Nicki Becker y Jonathan Castillo de Jóvenes por el Clima.
En algunas cosas somos buenos y en otras, no tanto. En generar basura nos ganamos el puesto número 1. En Argentina cada habitante produce en promedio 1 kilo y 15 gramos de basura por día. Es decir que en total generamos una tonelada de residuos cada dos segundos. ¿Dónde queda todo eso? ¿Desaparece?
Casi todo lo que consumimos hoy en día viene con envases, desde un paquete de fideos hasta una caja de fósforos. Muchos de estos envases y plásticos los usamos por horas, minutos e incluso por segundos, pero tardan miles de años en biodegradarse aunque muchos no lo hacen completamente, dejando microplásticos que terminan en nuestros cuerpos. Por ejemplo, una bolsa de supermercado tarda 150 años y una botella de agua 1.500 años en biodegradarse. Sí, leíste bien. Ni nuestras ideas persisten tanto tiempo como la basura que generamos. Para que se den una idea, alrededor del 20% de los residuos sólidos urbanos que generamos son envases post consumo, es decir, el envase del yogurt una vez que ya lo consumiste.
Pero, ¿a dónde se va todo eso que tiramos?
En Argentina se producen todos los días 50 mil toneladas de residuos. Lo que no se recupera de los residuos generados va a parar a rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto.
En Argentina existen 5000 basurales a cielo abierto, lo que significa, en promedio, más de dos basurales por municipio. En estos basurales se disponen residuos sólidos de forma indiscriminada, sin control de operación y con escasas medidas de protección ambiental. Estos traen múltiples problemas de salud, contaminan el suelo y fuentes de agua cercanas. Estos sitios representan un riesgo para la salud de las personas de los centros urbanos próximos. Muchos de los basurales son fuentes de trabajo de una gran cantidad de recuperadores informales, quienes realizan tareas sin ningún tipo de seguridad.
Por otro lado, los rellenos sanitarios son un método que consiste en depositar en el suelo los desechos sólidos, los cuales se esparcen y compactan reduciéndose al menor volumen posible para que así ocupen un área pequeña. Luego se cubren con una capa de tierra y se compactan nuevamente al terminar el día. Podríamos decir que es una técnica similar a esconder algo bajo la cama para que desaparezca, aunque no sucede exactamente esto.
Por suerte hay todo un sector de la población que trabaja para que no se intensifiquen aún más todos los problemas generados por los residuos, aunque su trabajo muchas veces no es reconocido. Esas personas son las recuperadoras y los recuperadores urbanos, que realizan su trabajo sin el reconocimiento y el acompañamiento del Estado en muchas circunstancias. Los 150.000 cartoneros y cartoneras que evitan que el sistema colapse trabajan en pésimas condiciones. Miles de ellos lo hacen en los propios basurales sin baños, agua, ni techo para cubrirse del sol o la lluvia. Actualmente se recuperan como máximo un 10% de los residuos generados.
La ley de envases con inclusión social
Por eso, la FACCyR (Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores), perteneciente a la UTEP junto a otras organizaciones ambientales, busca instrumentar mecanismos que permitan financiar políticas públicas de gestión de residuos con inclusión social, esperando generar hasta 80 mil nuevos puestos de trabajo. A su vez, la ley busca implementar incentivos financieros para alentar a los fabricantes a diseñar productos respetuosos con el ambiente y responsabilizar a los productores de los costos de manejo de sus productos al final de su vida útil.
Esta ley, que se presentó el pasado 6 de julio, está basada en el principio de responsabilidad extendida al productor, tiene como fin que la industria internalice este costo ambiental y, a la vez, garantizar condiciones dignas para miles de trabajadores y trabajadoras.
Tiene 5 grandes puntos:
– Reconocer e incluir a los trabajadores/as recicladores en los sistemas de gestión integral de residuos, garantizando condiciones laborales óptimas para el desarrollo de sus tareas.
– Declarar a los sistemas de gestión de envases como servicios públicos esenciales.
– Promover la responsabilidad del sector privado en la gestión ambiental de envases.
– Reducir la cantidad de envases que se introducen en el mercado, que no sean reutilizables o reciclables.
– Prevenir y minimizar el impacto que ocasionan sobre el ambiente los envases.
¿Sirve separar en origen en tu casa?
Hay un mito muy grande que se crea en torno a si sirve o no separar la basura en la casa. Sucede que se cree que parece ser algo sin importancia e incluso superficial. No solo es importante desde una arista ambiental, es también una acción que dignifica al sector cartonero. No es difícil de imaginar lo feo que es sacar la basura de una bolsa con restos de carne vieja, con gusanos o pañales usados. Además, no hay sistema de gestión que dé abasto al ritmo de generación que venimos teniendo.
Al separar en origen, logramos que esos materiales puedan reciclarse en vez de terminar en un relleno sanitario o en un basural acumulándose con el tiempo. De esta forma, logramos reinsertar residuos que todavía pueden considerarse como recursos en la cadena productiva de la economía.
Los productores y comercializadores de productos que vienen empaquetados tienen que empezar a hacerse cargo del costo que tiene gestionar estos residuos, y nosotros, desde nuestro lugar, también.
Así como somos muy buenos para generar basura, tenemos que estar a la altura de hacernos cargo también de ella.
Por Nicki Becker y Jonathan Castillo
Redacción
Foto portada: Nico González
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen