Las conmemoraciones tienen como finalidad que la ciudadanía pueda salir de su rutina diaria y dedicarle un tiempo a la reflexión sobre la importancia de esa fecha, hoy es el día de la bandera en homenaje a su creador Manuel Belgrano.
La bandera es el más importante de los símbolos patrios, por su carga simbólica y su representatividad ante el mundo. Sin embargo, lejos está de ser el legado más importante que Belgrano nos dejó, por eso aprovechemos este día para recuperar parte de las ideas y del pensamiento de este noble patriota.
Manuel Belgrano fue un visionario, que soñó una nación libre, próspera y soberana, con igualdad de derechos y oportunidades para cada habitante del suelo argentino. Un adelantado a su época, de notable capacidad e inteligencia. No por nada, el propio José de San Martín se refería a él como “el más metódico de los que conozco en nuestra América lleno de integridad, y talento natural (…) créame usted que es lo mejor que tenemos en la América del Sur”.
Ferviente revolucionario, Belgrano luchó por defender el proyecto nacional, haciéndose cargo de la tarea que le fuera encomendada. De esa manera, fue vocal del primer gobierno patrio, desde donde defendió con la palabra sus ideas de igualdad. Cuando le tocó, también puso el cuerpo, ya sea combatiendo a los ingleses invasores o a los realistas.
Inspirado en las ideas de la ilustración y en el clima de época que vivió en sus tiempos de estudio en España, no dudó en exponer su pensamiento, aunque sus afirmaciones causaron, muchas veces, estupor y rechazo entre la élite porteña. Pese a ello, en su periódico Correo Comercial, bregaba por la igualdad y reclamaba “que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para los ricos”.
Belgrano fue, además, el primer economista argentino. Sus ideas sobre el desarrollo nacional fueron expuestas con una claridad asombrosa, propia de su persona. Así, destacó desde un primer momento el rol fundamental de la industria para el desarrollo nacional, al afirmar que “ni la agricultura ni el comercio serían, casi en ningún caso, suficientes para establecer la felicidad de un pueblo si no entrase a su socorro la oficiosa industria”.
Además fue un defensor de la industria nacional y fuerte crítico del librecambio. Abogó por la protección de la industria nacional al afirmar que “la importación de mercancías, que impide el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas y de su cultivo, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”.
Entre sus ideas económicas también destaca su rechazo a la toma de deuda externa, afirmando que “los rivales de un pueblo no tienen medio más cierto de arruinar su comercio, que el tomar interés en sus deudas públicas”. Belgrano expuso los intereses extranjeros ocultos detrás del endeudamiento y su impacto en la pérdida de soberanía.
También, fue el primero en plantear la necesidad de una reforma agraria que reparta la tierra entre quienes la trabajan. “todos esos males son causas de la principal, que es la falta de propiedades de los terrenos que ocupan los labradores: este es el gran mal de donde provienen todas sus infelicidades y miserias”.
Pero sus ideas de vanguardia no solamente se remiten al plano económico. Fue un férreo defensor de la educación pública y gratuita. El creía que tanto hombres como mujeres debían recibir educación y que ello llevaría al progreso de la sociedad. Una idea igualitaria en épocas de atroz desigualdad de derechos para las mujeres. Belgrano consideraba a la educación como un vehículo fundamental para el desarrollo productivo de la nación. Tanto era su afán por mejorar las condiciones educativas que es conocida la donación de su sueldo para la construcción de cuatro escuelas en el norte del territorio nacional, como también sus esfuerzos por la creación de las primeras escuelas de dibujo técnico, matemática y náutica.
Desde sus épocas en el consulado de Buenos Aires, pasando por su rol destacado en la revolución de mayo y su coraje para hacerse cargo del ejército pese a su falta de experiencia, Belgrano es la estampa de un verdadero revolucionario, un patriota con un enorme sentido de lo nacional. Hoy a 201 años de su fallecimiento, muchas de sus ideas siguen demostrando la lucidez de su razonamiento, teniendo una vigencia sorprendente aún en los tiempos que corren. Su actitud y su pensamiento patriótico, su desinterés por el beneficio personal en pos del bienestar de la nación hacen que Belgrano sea, aún hoy, un faro para el pueblo argentino.
Por Rubén Lagrás
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen