Una nueva gesta comunitaria se vivió este fin de semana con la llegada de 22 mil kilos de verduras agroecológicas producidas por el colectivo agroecológico de Viedma y gestionadas a través de la Red de Alimentos Cooperativos Patagónicos en conjunto con el Mercado Comunitario Bariloche.
La inmensa tarea, que contó con el acompañamiento del INAES y Parques Nacionales, permitió que miles de familias de Bariloche, Jacobacci y Villa la Angostura pudieran acceder a alimentos saludables a un costo razonable. El proyecto empuja la articulación con pequeños y medianos productores apostando a un cambio en la matriz del circuito con los consumidores y las formas de comercialización.
En este marco, el transporte de esos alimentos también juega un rol central: es uno de los eslabones que más incrementa los costos. Por eso, la incorporación en esta oportunidad del Tren Patagónico al engranaje fue motivo de celebración y un camino a continuar fortaleciendo.
“Hay un montón de nodos de consumo que están funcionando y productores locales de distintas zonas. Por eso, en la Patagonia estamos potenciando esta red que nació en el 2019 para que reúna esas experiencias en relación a los productores y los consumidores”, dice Eugenia Boccoli integrante de Cooperativa de Consumo Coopate y de la Red de Alimentos Cooperativos Patagónicos
La llegada de las verduras desde Viedma fue parte de esta articulación que crece cada día, generando nuevos nodos. “Desde la Cooperativa agroecológica de Viedma nos contaron su experiencia, como la venían desarrollando, y empezamos organizarnos para ver cómo hacer llegar la producción a esta zona”, relata.
Yo quiero ver un tren
La posibilidad de que la verdura viniera en el Tren Patagónico para ser distribuida en estos tres destinos -Bariloche, Jacobacci, Villa la Angostura- fue un eslabón superador. “La comercialización siempre es un problema para todo esto: cómo llevar los productos de un lugar a otro a veces interrumpe incluso la posibilidad de que ese intercambio pueda suceder. El costo a veces es imposible de pagar y hace que, directamente, no valga la pena movilizar la producción”, explica Eugenia.
Así, arrancaron con una preventa que estimaban de medio vagón -que eran unos 15 mil kilos- pero las expectativas fueron superadas altamente, llegando con 22 mil kilos a completar casi un vagón completo, lo cual colaboró con la reducción de los costos: “Mientras más trajéramos, menos nos salía”.
El incremento de la demanda responde también al crecimiento que vienen teniendo los distintos nodos en la ciudad y la región. Y es que, cada vez se suman más integrantes a las compras cooperativas, una modalidad que se ve potenciada con un fuerte trabajo de organización.
“Algunas personas que tenemos algo de experiencia en compras cooperativas empezamos a formar a otros nodos que se comenzaron a interesar, como en Jacobacci, San Martín, Junín. En Roca también, donde existe otro nodo importante funcionando, o en Fernández Oro, con un centro de producción muy relevante asociado a la Red. Este año se sumó Villa la Angostura con una movida muy interesante que reúne a 300 familias”. Su suma también la Comarca Andina, una zona que de todas formas tiene un importante trabajo de autoabastecimiento, pero que aporta producción, como son las harinas.
“Lo del tren fue increíble, fuimos a los tres destinos para gestionarlo, porque significaba ponerle un vagón extra que no siempre lleva, y además coordinar para que pudiera demorarse unos minutos más para descargar los alimentos”, repasa sobre la experiencia.
La llegada fue más que emotiva y en cada destino estaban los equipos armados para bajar todo de manera rápida. “Fue una fiesta que las verduras puedan venir en el tren, es como la base, si esto pudiéramos profundizarlo sería fantástico. La posibilidad existe, algunos circuitos ya están armados y es otra forma de pensar todo, porque muchos productores tampoco iban a cosechar algunas cosas porque ya no las podían ubicar. Todo un costo y un trabajo para algo que después no vas a vender”.
Lo cierto es que avanzar en la concepción que implica pensar en distintos modos de producción, como es la agricultura agroecológica, también implica, del otro lado, un rol activo de los consumidores que puedan traccionar este tipo de emprendimientos. Un cambio de modelo, en relación a todo este circuito, necesariamente necesita de actores activos. “La idea es trabajar en esa línea, con pequeños y medianos productores y acompañarlos también desde el consumo para poder sostenerlo en el tiempo. Que podemos vincularnos entre nosotros y organizarnos para que estos alimentos lleguen. Porque además, hay muchos barrios que sino no tienen acceso a este tipo de productos”.
Así, va creciendo el entramado que permite gestar la acción por el bien común, pensar desde lo cooperativo otra concepción en relación al consumo y la producción soberana. Organizarse, fortalecer las redes, formar nodos, movilizarse entre vecinos, pensarse comunitariamente. Conceptos que finalmente se ven materializados en un avance concreto. El tren llegó y el alimento está en la mesa.
Por Violeta Moraga
Fotos: Gentileza Red de Alimentos Cooperativos
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen.