La jueza Civil Andrea Di Prinzio intimó el 22 de marzo a la familia de Elma Quiroga, descendientes de Juan Bautista Antriao, y a la Lof Paichil Antriao a restituir un lote a su supuesto propietario –que en la causa figura como Carlos Popik– en un lapso de 10 días bajo apercibimiento de ordenarse mandamiento de desahucio. A pedido de la Lof, el grupo GEMAS (Grupo de Estudios sobre Memorias Alterizadas y Subordinadas) se acercó al territorio para escuchar a las y los integrantes de la comunidad y trajo estas crónicas que hoy compartimos en Al Margen.
Primer entrega: Haciendo historia
La historia de los Paichil y de los Antriao es una historia de huidas, corrimientos y traslados forzosos; una historia que inicia al este de la cordillera (hoy Argentina) mucho antes de que el Estado argentino lleve a cabo las campañas militares de fines del siglo XX.
El nombre de la comunidad responde al encuentro de dos familias, la de José María Paichil y la de Ignacio y Juan Bautista Antriao. Después de largos derroteros ambas se reúnen en el territorio cuyos campos abiertos -sin alambrados- se extienden desde la zona del Lago Correntoso, lindando con el Lago Nahuel Huapi, hasta lo que hoy se conoce como Villa La Angostura, al sur de Neuquén.
La vida de José María Paichil estuvo dedicada a la defensa del Wallmapu (territorio mapuche). A mediados del siglo XIX es parte de la gente de Calfucurá (muerto en 1873) con quienes comparte largos viajes entre las Salinas y el sur de lo que conocemos hoy como Neuquén. Luego continúa sus recorridos a la par de Namuncura, hijo de aquel lonko. Tras la avanzada militar, entre 1873 y 1875, José María Paichil se ve obligado a refugiarse en la cordillera. En el año 1876 se casa en San Pablo-Osorno con Tránsito Raileo. En esos años, eran muchas las familias mapuche que se veían obligadas a realizar sus trámites y registros en dicha comuna porque, por un lado, la presencia del Estado argentino en la zona fue casi nula hasta 1885, y por otro, porque:
“el Estado chileno -con una mayor presencia en la cordillera- nacionalizaba a todos los mapuche indocumentados hasta el momento y utilizaba el argumento de la presencia de ‘ciudadanos chilenos’ como factor para tratar de sentar derechos sobre los territorios en disputa con la Argentina” dice el informe “Huellas y Senderos” del Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas
José María Paichil se ve alentado a cruzar nuevamente la cordillera para unirse a Platero, cuya comunidad también había formado alianza con Namuncura. Tal como explaya Gerardo Ghioldi en sus lecturas del Archivo Histórico de Parques Nacionales: “[en el] famoso expediente 118/36 en especial el folio 13 reverso, José María Paichil relata que pertenecía a la tribu de Namuncura y Platero es decir que Paichil pertenecía al territorio de lo que hoy es Argentina” (ver “La historia de lo que hoy es Puerto Elma, que en realidad fue la población de Juan Bautista Antriao y Carmen Rails”
Con la gente de Platero, Paichil participa de la batalla de Chimehuin en 1882, ocasión en la que murieron muchos mapuche. Aunque gran parte del grupo se dispersó, Paichil y su familia lograron permanecer juntos en las costas de los lagos Correntoso y Nahuel Huapi, donde volvieron a finales de la década de 1880.
La vida de Ignacio Antriao también estuvo atravesada por las expediciones militares e incursiones estatales que obligaron a su familia a trasladarse grandes distancias, y por alianzas con otros grupos familiares para librar batallas en defensa de sus territorios. En algún momento comparten recorridos con José Paichil, junto a quien llega en la década de 1880 a las costas de los lagos Correntoso y Nahuel Huapi. Tanto Paichil como Antriao eran grandes conocedores del territorio de Puelmapu desde los años en que este todavía era soberano, por ello ambos participan en 1897 como baquianos para la Comisión de Límites comandada por Perito Moreno. Incluso, en el plano confeccionado y posteriormente presentado en el laudo arbitral británico con fecha de 1902, se marcaba:
“‘casa Paichil’ con varias construcciones, entre casas y galpones además de corrales. Estas construcciones no se pudieron hacer de un día para el otro, sino que manifiestan que la presencia de los Paichil Antriao en Correntoso databa de varios años atrás.” RelataCollinao en: “Lof Paichil Antreao: comunidad mapuche ancestral de la región de Villa La Angostura: Ignacio Antreao y José María Paichil. Primeros pobladores de la zona”
En reconocimiento por esta labor con la Comisión, el Estado los reconoce como pobladores de las costas de los lagos Correntoso y Nahuel Huapi donde ya estaban asentados y les otorga lo que se conoce como el lote número 9 de la Colonia Agro Pastoril Nahuel Huapi.
Para el año 1902, y tal como figura en los documentos analizados por el libro citado previamente, se redacta un Boleto de posesión de la División de Tierras y Colonias del Ministerio de Agricultura Expediente N°118/36: “Este documento implica la concesión del Lote No 9 a Ignacio Antreao, y José María Paichil. Establece que los límites del lote son: al Norte “El Lago Correntoso”, el Sur “Tierra Reservada”, al Este Lote Once y al Oeste “El Lago Nahuel Huapi”.
Este reconocimiento estatal, sistemáticamente negado por los funcionarios de gobierno y los privados interesados en el territorio, es un hito importante en la memoria de la comunidad:
“Entonces obtuvo papeles, nosotros no estamos asentados así solo por los años que estamos aquí, no, no. Aquí había títulos de gobierno. A un Antriao, que se llamaba Ignacio Antriao, él dejó los papeles a un tal Victoriano Antriao que se muere, Victoriano Antriao le deja los papeles a Enrique Antriao que se muere, entonces nunca llegaron a arreglar papeles como familia. No es que nosotros estamos asentados como mapuche, llevamos la sangre, sí. Pero teníamos papeles, sí.” Cuenta Elma Quiroga.
“La figura del Lote 9 abarca casi desde el puerto, donde está Parques Nacionales, el ACA, parte de la terminal moderna de autobuses y parte del arroyo Piedritas. Nosotros hasta el arroyo Piedritas al final, hasta la cuenca de agua, eso es lo que estamos demandando. Y hacia abajo hasta el arroyo Pichunko, que ese es nuestro límite natural con el Lof Quintupuray” nos dice Lorenzo Loncon.
En el transcurso de esos primeros años, Ignacio va a buscar a su hermano Juan Bautista, quien se encontraba en ese entonces del lado oeste de la cordillera. Juan Bautista vuelve a cruzar entonces la cordillera en dirección al este, esta vez junto a su esposa Carmen Rail y la madre de ésta, Mercedes. Ignacio Antriao invita a su hermano para habitar y trabajar con él estas tierras.
Relata Elma Quiroga: “Después fueron a buscar la familia. Y la trajeron con muchos caballos, con cargueros decían ellos. Trajeron las cosas, así con cargueros ¡muchos cargueros! Yo le preguntaba ¿cuántos caballos? Dice ‘No, muchos caballos’. Cada uno llevaba su cantidad de caballos para traer las cosas. Y… en aquel entonces, los primeros tiempos no eran de colchón como nosotros que tenemos colchón. Sino que eran muchos cueritos de corderito. Así dormían. Y como los mapuche siempre tejieron frazada a telar, con eso se tapaban”.
Durante estos primeros años en el territorio, José Paichil e Ignacio Antriao recibieron familiares y allegados, o dieron permiso a otros mapuche que le solicitaban un lugar para vivir tranquilos, después de historias similares de persecución y desplazamiento. El territorio de la comunidad se fue entonces organizando en parajes. A Ignacio le correspondió la parte del territorio que se extiende “desde el Lago Correntoso, donde está el río Correntoso que es el río más cortito del mundo, hasta el puerto de Villa La Angostura. O sea que toda la población de Villa La Angostura está sobre territorio mapuche” nos cuenta Sara Quiroga. Al llegar su hermano Juan Bautista, acordó con él, de palabra, otorgarle el paraje del arroyo Paichil para que se estableciera y produzca la tierra con su familia.
El viaje de regreso emprendido por Juan Bautista no fue fácil. En las contadas de la abuela Carmen Rail, hoy recordadas por su nieta Elma y su bisnieta Sara, se dejan ver escenas de las adversidades que debieron atravesar hasta llegar al lugar donde nacerán y vivirán tres generaciones más de Antriao.
“La chalupa era un cuero de animal vacuno. Preparado con lazos que ellos mismos trenzaban de animal de vacuno. Todavía se ven esos lazos trenzados de tres hebras. Bueno, la chalupa se usaba para que uno que vivía de un lado del río y los otros que vivían del otro lado del río cruzaran. Uno tiraba para acá y el otro tiraba para allá según en qué dirección tenías que gritar para que te venga a rescatar” relata Elma.
Y sara Quiroga agrega: “Mi abuela contaba que le contaron que cruzaron el río con chalupa, que a la abuela Mercedes la tuvieron que revivir con orina en la cordillera, cuando ellos vinieron de Chile” (…) “se les entumió en la cordillera con el frío que hacía y la orinaron y la azotaron con unas ramas para revivirla”
Carmen Rail y Juan Bautista cruzaron la cordillera con sus hijas de crianza (José Antriao y María Catalán) y con algunos de sus hijos mayores. Al asentarse en el lugar, comenzaron rápidamente a organizarse para las tareas productivas.
“Ellos, los dos Antriao, sembraban la tierra, cultivaban desde el Correntoso hasta el Puerto Villa La Angostura con ocho yuntas de buey y con todos sus chicos chiquititos decía mi abuela. Yo alcancé a conocer a mi abuela, Carmen Rail”. Dice Elma Quiroga acerca la historia de su comunidad.
El trabajo arduo incluía tanto la siembra de diversas hortalizas como la cría de ganado ovino y vacuno y la elaboración de distintos productos.
Y acerca del modo de subsistencia cuenta Elma:“Sembraban de todo. Centeno, avena, garbanzo, cebada, dice mi mamá, papa, zanahorias, nabo, repollo, lechuga ¡De todo!”
“Así pasó dice mi mamá que sufrieron mucho… eran muchos hermanos ellos, sembraban mucho, dice, ellos para poder sobrevivir, porque de la siembra ellos llegaban a caballo hasta los Jones que es el cruce casi de camino para Villa La Angostura, usted sabe que queda lejísimo, y ahí cambiaban por carne, por cuero…”
Y Sara Quiroga agrega: “Mi abuela sus relatos eran casi siempre sobre trabajo. ‘Que nos levantaban a las 5 de la mañana, que nos levantaban a las 4, que había que ordeñar las vacas’” (…)
“Hablaba que esos viajes eran largos. Iban por la yerba por la harina por lo que necesitaban y llevaban a cambio la carne, el charqui. Llevaban los quesos que hacían ellos porque además producían queso, manteca … todo lo que tiene que ver con las cosas agrícolas-ganaderas. Guardaban los alimentos en la tierra, yo decía cómo conservaban los alimentos en la tierra, tenían pozos que tienen un nombre: chenque. La abuela decía que en el chenque guardaba los repollos, guardaba la remolacha, los nabos”
Chenques que dejaron de usarse, pero cuya ubicación Elma aún puede recordar.
En el territorio que hoy está en disputa nacieron, crecieron y trabajaron tres generaciones de Antriao. Carmen Rail y Juan Bautista Antriao tuvieron en 1916 a Rosenda Antriao quien nació en el territorio asistida por Mercedes, madre de Carmen. Y Rosenda a su vez tuvo a Elma Quiroga en 1955, asistida por la abuela Carmen. Tanto Mercedes, como Carmen y Rosenda están enterradas en el territorio de Juan Bautista Antriao.
Ensayo publicado por Gemas: (https://gemasmemoria.com/2021/04/12/el-territorio-ancestral-de-la-lof-paichil-antriao/)
Redacción
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen